os bulos se cuentan a cientos en situaciones de incertidumbre y gran transcendencia, como sucede con el coronavirus. Unas historias falsas que, en ocasiones, son más atractivas que la propia realidad.

Los psicólogos sociales Guillermo Fouce y Juan Carlos Revilla hablan de la oleada de bulos que nos invade relacionada con el coronavirus, de qué buscan quienes los crean y por qué muchos se difunden a gran escala.

El cierre de supermercados, hacer gárgaras con agua y vinagre para prevenir el coronavirus, la próxima declaración del estado de excepción, hospitales que piden mantas o una amplia colección de afirmaciones falsas sobre políticos, son solo una muestra de los bulos desmentidos por grupos de verificadores.

Sin embargo, los bulos y la desinformación siguen ahí cada día porque las actuales circunstancias crean un terreno abonado para que florezcan.

En psicología social se suele usar una fórmula para determinar los momentos en que surgen más bulos. Cuanta más incertidumbre haya, unida a una información "especialmente importante, más bulos y más rumores se difunden", explica Fouce, profesor de la Universidad Complutense de Madrid.

La ecuación se completa con la carga emocional. "Si el bulo es atractivo emocionalmente o visualmente se transmite mucho más", agrega el también presidente de la Fundación Psicología sin Fronteras.

Las redes sociales o servicios como WhatsApp tienen un efecto multiplicador y sin ningún control. Simplemente hay que lanzar un bulo y esperar a que funcione, a que se distribuya "de forma totalmente incontrolable", pues aunque se desmienta habrá personas que no lo sabrán y seguirán compartiéndolo.

Pero además, "hay gente que prefiere creer el bulo a la información veraz", señala Fouce, para quien es "especialmente llamativo" que "a veces, una buena historia es más atractiva que la realidad".

El bulo es un tipo de información, aunque falsa, "llamativa y novedosa", que acaba calando "más en la gente que la información correcta a la que estamos acostumbrados", dice Revilla, presidente del Comité de psicología social de la Federación Española de Sociología.

Estamos en una sociedad "muy abierta a cuestionar cosas", lo que, de alguna manera, es "un legado de la ciencia", que nos dice que tenemos que mejorar nuestra manera de conocer la realidad poniendo en cuestión cosas que dábamos por descontadas.

Pero eso nos hace también "más presa fácil de la desinformación", en especial con los bulos científicos o sanitarios, porque los ciudadanos de a pié no tenemos acceso a todas las investigaciones -agrega Revilla- por eso, si nos llega una información que "parece verosímil la asumimos como posible".

Precisamente, la apariencia de verdad es otra característica de los bulos. "Son historias que pueden partir de algo que sea medianamente cierto", pero que se elabora para "crear una mentira", indica Fouce.

Pero, ¿qué busca quién crea un bulo? Algunos los hacen sin darse cuenta. "Oyen una información y al transmitirla la deforman levemente, el siguiente hace lo mismo y el siguiente, hasta que al final es irreconocible. En todo ello hemos creado mucho ruido, mucha desinformación, pero sin mala intención", explica Revilla. Y los hay que están construidos con "una intención soterrada, para establecer una crítica a una institución o un colectivo", agrega Fouce.

Para Revilla, lo que da lugar a reflexión, desde el punto de vista sociológico, es el bulo con intencionalidad política, que nos lleva a darnos cuenta de que estamos en "una sociedad muy militante en todos los sentidos y que utiliza la información o la desinformación como herramienta política".

Sin olvidar el "protagonismo", aunque el bulo sea anónimo, quien lo ha creado sí puede ver su efecto y "tiene esa satisfacción de saber que ha tenido un impacto", pues con esa mentira "se busca una respuesta" y si la obtiene -precisa Fouce- "es una demostración poder".

Revilla apunta además la motivación de "congraciarse y lograr reconocimiento de los miembros de su propio grupo", pues el también profesor de la Universidad Complutense explica la sociedad como "grupos que ven la realidad de una manera determinada y en función de ella se retroalimentan".

Una parte de los bulos "no son tanto bulos como información sesgada por algún tipo de interés, muchos de ellos de tipo político" que alguien moviliza "para que encaje mejor en la forma de ver de su propio grupo", considera.

Fouce destaca además que "solemos sesgar la información que nos llega para reforzar aquello que pensamos". Los bulos "nos ayudan a crear o a adaptar la realidad a lo que creemos previamente" y nos "justifican para adoptar ciertas actitudes".

¿Y cuándo la actual pandemia pase? El creador de bulos no desaparecerá, agrega el experto, "se transforma y se reconstruye" pues siempre hay temas que nos interesan y causan incertidumbre, "esas son las rendijas que aprovecha".