- Amaia Lerga, presidenta de la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra Affna-36, presidió el acto de ayer y destacó en sus palabras, en las que recordó que desde 2011 ya se han entregada 250 declaraciones de reparación moral, que “lograr que se reconozca el horror vivido significa un gran logro para miles de familias”. “El eco de las 20 personas que hoy homenajeamos debe guiarnos hacia una sociedad de paz, libertad y solidaridad. Ese es su legado, la forma tan bonita que tuvieron de mirar al mundo”, resaltó. “Se trata de un reconocimiento tardío y sencillo, pero justo y emotivo”, calificó Lerga, a la par que recordó que el Estado les convierte en rastreadoras e investigadoras, con lo que hemos construido no un relato emocional, sino una descripción de nuestra historia reciente. Según indicó, Affna-36 no había conseguido que cinco de las solicitudes que realizaron para que fueran reconocidas se admitieran y, asimismo, cuatro personas han fallecido desde que se realizó la solicitud de esta reparación (Andrés Jaso, Silvia Salsamendi, Esperanza Juániz y Francisco Javier Lafraya). Por ello, Lerga exigió agilidad en los trámites y compromisos, así como que en Pamplona desaparezca un monumento tortuoso.

“Sólo nos queda desear que las palabras de la Ley de Memoria Democrática se conviertan en actos y nos acerquen a un Estado que haga memoria, justicia y reparación, incluyendo el período de la II República. Y si en Madrid hablar de República supone la resignificación del Valle de los Caídos, que aquí sea el derribo del Monumento a los Caídos, el segundo más grande del Estado, un monumento a la muerte”, reivindicó Lerga.

Durante el acto, también intervino Martín Gil Pérez, que recogió el acta que reconocía a su padre Miguel Gil Istúriz, agoizko, teniente del Ejército de la República, detenido en 1943 acusado del intento de reorganizar el partido comunista y que fue sometido a un Consejo de Guerra en Alcalá de Hernares. Allí fue condenado a muerte. Le ejecutaron el 14 de octubre de 1944. El día que fue juzgado se conoció la sentencia en el propio acto y, según se recordó ayer, Miguel le dijo a su padre: “Me matan porque no pienso como ellos”. “Me queda el recuerdo y la suerte de haber conocido a personas excepcionales, que nunca abandonarán sus idesas. Nuestra sangre servirá de abono a nuevos comunistas”, dejó dicho.

Por último, Marina García, de Affna-36 y familiar de Teodoro Elizalde, recordó que en Navarra no hubo frente en el 36 y lamentó el silencio que se extendió durante tantos años. “Son buitres callados que van extendiendo sus alas”. El presidente del Parlamento foral, Unai Hualde, afirmó que la Cámara “tiene la responsabilidad y la obligación de estar al lado de todas las víctimas de todas las violencias, pero con las del 36 tenemos una deuda especial. Demasiados años esperando justicia”.