- Como sostiene Alfredo Martínez, coordinador del plan de contingencia frente al coronavirus en la red pública y privada de NavarraNavarra, "la capacidad del hospital de atender un pico máximo de epidemia covid se demostró en marzo y abril, pero con unas repercusiones sociales y sanitarias que yo creo que bajo ningún concepto debiéramos permitir que se volvieran a producir".

Por ello, aboga por "poner todos los medios y recursos para evitarlo". Recalca, al respecto, que "los hospitales están preparados y están dispuestos a adaptarse", siempre lo han estado, pero "lo que no hemos conseguido es controlar a unos niveles adecuados o suficientes la transmisión del virus para decir que ahora podamos estar tranquilos". Y eso es una responsabilidad de todos porque, apunta, con las medidas de prevención adecuadas "hay mucho margen para seguir haciendo una vida laboral, social, familiar que sea suficientemente satisfactoria para permitirnos desarrollarnos como sociedad y como personas", pero advierte de que "intentar recuperar los hábitos y costumbres que teníamos antes de que el virus irrumpiera nos convierte en vulnerables de volver a caer en futuras ondas, cada vez más intensas".

Destaca que el "importante esfuerzo de rastreo y a nivel de pruebas diagnósticas" que ha realizado Navarra durante la pandemia, "ha sido un elemento importante para los centros sanitarios para poder planificar y adelantarnos a las necesidades que pudieran llegar". Considera que la epidemia evolucionará en forma de "dientes de sierra", por lo que "hay que estar alerta para tomar medidas", como ha ocurrido ahora en Peralta, Falces o Funes. Y es que, a su juicio, las medidas adoptadas "están siendo necesarias para evitar que esta curva se descontrole y entre en un crecimiento exponencial que nos obligase a tomar medidas cuyas consecuencias para el sistema sanitario y para la salud las sabemos, pero que no se nos tiene que olvidar y tenemos que valorar muy bien como sociedad, que las consecuencias a nivel económico y de estado emocional, de desarrollo de los menores y del bienestar de nuestros mayores no es tan fácil de cuantificar igual como el número de ingresos o el de personas que han fallecido, pero que tienen un impacto que seguramente se va a prolongar durante mucho tiempo".

Desde finales de julio, está aumentando la presión asistencial en la red hospitalaria por la covid. ¿Cuál es la situación actual en Navarra?

-Hemos tenido un incremento progresivo de necesidades de camas de hospitalización, tanto de hospitalización convencional como de camas de UCI. Esta situación ha llevado a que hayamos tenido que ir adaptando los recursos disponibles para atender esa demanda y ampliando el número de camas de hospitalización convencional y de UCI y también ampliando y abriendo camas de hospitalización a domicilio específicas para UCI y esto se ha producido en los tres hospitales públicos de la red -Estella, Tudela y el CHN- y progresivamente a lo largo del mes de septiembre hemos vuelto a activar la disponibilidad de recursos para atención a pacientes covid en los hospitales que tenemos conveniados: en la Clínica Universidad de Navarra, en la Clínica San Miguel y en el Hospital San Juan de Dios.

¿Están observando diferencias entre los pacientes que hubo en marzo y los de ahora en cuanto al estado en el que llegan, patologías...?

-Las situaciones van variando prácticamente de semana en semana. Las primeras semanas del mes de julio, con los primeros incrementos de personas afectadas, eran fundamentalmente individuos más jóvenes y, al ser más jóvenes, tenían una afectación por la enfermedad menor que hacía que ingresaran menos y que los que ingresaran tuvieran menos necesidad de recursos de UCI. Conforme la infección ha ido afectando a todos los rangos de edad y a personas más mayores y con más factores de riesgo, hemos vuelto a ver también los pacientes más típicos de la primera fase. Pacientes con una afectación de neumonías pulmonares graves, que han requerido ingresos en UCI, ventilación mecánica invasiva, traqueotomías, pronos... Ahora estamos viendo esos dos tipos de perfil de paciente: los más graves, muy típicos de la primera fase, y estos otros pacientes con menos factores de riesgo, que están teniendo una evolución más favorable en cuanto a menos días de UCI, menos riesgo vital y mejor respuesta a los tratamientos.

Teniendo en cuenta que hay cada vez pacientes más graves, ¿qué mensaje le gustaría trasladar a la sociedad en cuanto a prevención?

-El mensaje tiene que ser claro. Es decir, después de un esfuerzo, que yo creo que fue colosal, titánico, tanto de la sociedad en general como del sistema sanitario en particular en los meses de marzo y abril, llegamos a una situación en que la afectación por el virus, tanto en la comunidad como en el sistema sanitario, era prácticamente residual. Pero desde la salida de las medidas de confinamiento y de manera progresiva, aunque desde luego mucho más lenta y gradual que lo que vivimos en marzo y abril, estamos viviendo un incremento del número de casos. Ese incremento nos tiene que poner muy en alerta de que el riesgo de una nueva situación de pandemia con números de casos muy elevados, con afectaciones muy graves para la salud y con un alto riesgo de mortalidad en determinadas personas especialmente vulnerables existe y está presente, y que corremos un riesgo de encaminarnos hacia esa situación si no ponemos los medios para evitarlo. Y los medios para evitarlo los sabemos: mantener la distancia del metro y medio, un uso adecuado de mascarillas, un uso adecuado de la higiene de manos. Sabemos que esos mecanismos funcionan, pero tenemos que ser estrictos en mantenerlos en el ambiente laboral, desde luego dentro de los hospitales y entornos sociosanitarios, pero mantenerlos de manera también muy estricta en el ambiente social y familiar, que es donde más nos hemos relajado.

Con la pandemia, el Complejo se tuvo que reorganizar para atender a los pacientes covid y no covid. ¿Ha cambiado algo esa reorganización en esta segunda fase?

-La gran diferencia es que en la primera parte llegó muy de sorpresa y muy rápida. Al sistema sanitario nos obligó a cambiar la forma de funcionar de la noche a la mañana; prácticamente en un 80% nuestros hospitales y nuestro sistema sanitario se convirtió en covid y, en ese contexto, fue en el que tuvimos que llegar al confinamiento general de la población. Nuestro reto ahora, como sistema sanitario y también como sociedad, puesto que tenemos que convivir con esta infección, es convivir de una manera que permita mantener la actividad sanitaria covid y no covid y, en este sentido, es en el que estamos trabajando. Ir reorganizando el sistema de manera que permita que la atención se siga prestando. ¿Cuál es la situación que tenemos ahora? Partíamos en los meses de junio y julio de una única planta covid en la sexta general del antiguo Hospital Virgen del Camino y una planta en la tercera Maternal, que servía para pacientes covid materno infantiles, algunos quirúrgicos y algunos de hemodiálisis. Hemos ido progresando en la ocupación, de tal manera que tuvimos que abrir la quinta planta general, abrimos inicialmente un equipo y progresivamente podemos abrir dos y tres equipos de hospitalización a domicilio dedicado a la atención covid y tuvimos que activar también recursos de hospitalización en los hospitales conveniados. En el Complejo esto ha ido además aparejado a una apertura de espacios, que estaban dedicados a otros fines, para poder mantener la capacidad de hospitalización y la capacidad de atención a los no covid. Se ha tenido que abrir una planta en el norte cuarto para hospitalización médica, otra planta en el H2 y estamos haciendo una reorganización también para poder habilitar el H cuarto como hospitalización médica y otra planta en la dos como hospitalización quirúrgica, para que, en todo caso, aquellos recursos que vamos dirigiendo hacia la atención covid no disminuyan nuestra capacidad de atención a lo no covid. También en el área de los críticos hemos tenido que hacer ajustes importantes. Hemos tenido que dotarnos de capacidad de más camas en lo que son las UCI propias del Complejo, manteniendo activados tres boxes más en la UCI B, y la capacidad de doblar tres boxes en la UCI A y ya recientemente hemos tenido que habilitar, por si fuera necesario, puestos de críticos en lo que era la zona de endoscopias del antiguo Hospital de Navarra. Esto nos ha obligado a reorganizar la actividad de endoscopias, con la colaboración de todos los servicios, pudiendo habilitar en la sala de endoscopias del Virgen del Camino actividad de endoscopias por la mañana y por la tarde para seguir prestando esa atención.

Salud dice que estas dos semanas son "claves para aplanar la curva". ¿Cuál considera que sería el escenario óptimo para poder afrontar también la oleada de gripe?

-Pensamos que en este nivel que estamos ahora y con el nivel de preparación que tenemos para las incidencias que se pudieran producir en los próximos 7, 10, 15 días es el límite -por así decirlo- que podríamos garantizar como sistema sanitario sin tener una repercusión en la actividad no covid, es decir, preservando la actividad covid y no covid. Para eso es importante efectivamente aplanar la curva. Si conseguimos aplanarla al nivel que teníamos hace dos-tres semanas, ya no digo si lo aplanamos al nivel de hace 4 ó 5 semanas, realmente creo que como sociedad habremos conseguido mantenernos en una situación de equilibro que permitiría en lo sanitario, atender lo covid y no covid, y en lo social, mantener unos niveles de actividad que fueran compatibles con que la sociedad siguiera funcionando de manera adecuada. El reto es ese: aplanarla, porque sabemos que con esos niveles podríamos tener una garantía de funcionamiento. Podemos hacerlo, tenemos capacidad para hacerlo, exige un compromiso por parte de todas las personas y actores que trabajamos en este camino y tendríamos que saber que esta situación lo más probable es que nos mantenga en tensión durante unos cuantos meses, hasta que podamos realmente dar por controlada la pandemia.

¿Se han reforzado para cubrir las necesidades que pueda haber si coinciden la gripe y la covid?

-Sí. En estos momentos tenemos prorrogado lo que era el contingente covid, que tuvimos durante los peores meses de la pandemia, hemos habilitado espacios para poder ampliar nuestra capacidad de camas convencionales y de UCI, hemos incrementado nuestra capacidad de realizar pruebas PCR y otro tipo de pruebas diagnósticas, serológicas, test rápidos de anticuerpos, hemos incrementado nuestra capacidad de equipos de protección... Es decir, el sistema está reforzado y preparado, pero, de alguna manera, el mensaje que desde los hospitales, desde el sistema sanitario y desde todos los profesionales que acaban pasando por el despacho nos trasladan es que sería un error transmitir una falsa sensación de seguridad a la población de que el sistema sanitario va a responder y va a solucionar el problema y que eso relaje las medidas de protección y de responsabilidad individual en la sociedad en general, porque el sistema sanitario y los profesionales sin ninguna duda responderán, pero el coste de que la epidemia se descontrole a nivel sanitario y a nivel social todos lo conocemos y no debemos pensar que sin un esfuerzo colectivo y de todos, solamente con la capacidad de respuesta sanitaria, podamos tener unos buenos resultados en el pulso que estamos teniendo con esta enfermedad.

A final de abril, destacaba la importancia de recuperar a los profesionales sanitarios tanto física como mentalmente. ¿Cómo están ahora?

-Los profesionales han podido disfrutar de vacaciones, pero no han podido desconectar de la preocupación. Quizás el estar en el ámbito sanitario nos ha hecho más conscientes en todo momento que lo que fue un momento de control en la primera quincena de junio, que nos hacía a todos ser optimistas, desde la primera quincena de junio, de manera lenta pero progresiva, el número de casos ha ido aumentando. En principio, lo vivimos además con una intensa angustia, por recordar la rapidez con que pasamos de muy pocos casos a muchos. Después hemos ido viendo que no se producía ese paso tan rápido, pero que el crecimiento era sostenido y continuo y esto nos ha mantenido continuamente en tensión. Con un ojo puesto en descansar y recuperarnos, pero con el otro ojo siendo conscientes de que, en cualquier momento, podíamos tener que volver a responder a una situación de demanda alta. Esto está haciendo que para el personal sanitario, lo que fue un estrés agudo y muy intenso en los meses de marzo y abril se esté convirtiendo en una situación de tensión y de preocupación continua, que genera otro tipo de desgaste, igual no tan aparente y tan intenso como fue el que vivimos en los meses de marzo y abril, pero que tiene además una repercusión más sorda y que es más difícil a veces de identificar y de tratar, que es esa tensión continua, esa incertidumbre continua y ese a veces no saber cómo transmitir esa preocupación al resto de la sociedad sin que se convierta en un mensaje alarmista, pero que se convierta en un mensaje claro de que todos estamos comprometidos en que esto evolucione de otra manera. Es lo que me transmiten los profesionales sanitarios, que dicen "aquí estamos, aquí estaremos para lo que haga falta, pero hay que transmitir que esto no es solo una responsabilidad de los profesionales sanitarios, sino que es una responsabilidad de todos".

Entiendo que cuentan con suficientes recursos, tanto humanos como materiales, para afrontar una segunda ola.

-Contamos con recursos; el tema es si la sociedad se puede permitir una segunda ola.

Salud Pública señala que "la experiencia del verano y la comparación entre países han puesto de manifiesto que aquellos que han conseguido trasladar la responsabilidad a los ciudadanos son los que han conseguido controlar mejor la propagación del virus". ¿Aquí no hemos conseguido que calase ese mensaje de responsabilidad?

-Creo que lo hemos conseguido de manera desigual. Tenemos un pequeño porcentaje de la población muy asustada, que está sufriendo mucho por el miedo que le genera la situación; tenemos un porcentaje que es consciente de los problemas y toma las medidas racionales que nos permitirían afrontar con equilibrio la protección frente a seguir viviendo; pero tenemos otro grupo que no ha llegado a comprender lo vulnerables que somos al virus. Le pongo un ejemplo: el uso de las mascarillas, de las medidas de protección, del distanciamiento y de la higiene han tenido un impacto significativo en la transmisión de otras enfermedades infecciosas durante este verano. Hemos tenido menos infecciones gastrointestinales, menos neumonías por otros microorganismos. ¿Por qué? Porque en esos microorganismos a los que estamos más acostumbrados estas medidas han tenido un impacto muy significativo, pero en el covid su capacidad de contagio y su capacidad de difusión es mayor y nuestras defensas frente a su infección son menores. Tenemos que tener en cuenta que hace falta extremar estas medidas para poder luchar contra este microorganismo, que tiene unas características especialmente difíciles de controlar en cuanto a su transmisión y su tratamiento, precisamente por la falta de una vacuna o de un tratamiento farmacológico específico que nos permita controlarlo. Quizás no hemos sabido transmitir que los efectos de esta infección no son solo sobre la salud y la sanidad, sino que los vamos a ver sobre el estado del bienestar, la capacidad de nuestros jóvenes de incorporarse al mercado laboral en condiciones que les permitan su desarrollo vital... Quizás hay algunos aspectos importantes de este contexto que sería deseable trasladar para que todos nos uniéramos a este esfuerzo.

"Los profesionales sanitarios han podido disfrutar de vacaciones, pero no han podido desconectar de la preocupación"

"No debemos pensar que sin un esfuerzo colectivo, solo con la capacidad de respuesta sanitaria, podamos tener unos buenos resultados"