ejos del trajín habitual, las calles del barrio pamplonés de la Rochapea presentaban ayer una estampa tranquila, casi quieta. Bastante más calmada de lo habitual aunque eso es algo prácticamente generalizado en la ciudad. Aquí, eso sí, se respira cierta preocupación y es que se trata de uno de los barrios en los que mayor incidencia está teniendo la covid-19, también el más poblado, que cuenta además con vecinos y vecinas de diferentes grupos de edades. Ayer había quien aprovechaba los más que cotizados rayos de sol para tomar el vermú a las doce del mediodía, o paseaba por las calles principales para llevar a cabo los pertinentes recados. En el centro de Salud sí que había movimiento, porque muchos aprovecharon para ponerse la vacuna contra la gripe. "Se ve a poca gente en la calle sí, yo echo de menos a unos cuantos. Pero igual se han marchado al pueblo, nosotros pasamos allí tres meses y estás más tranquila", reconocía Gregoria Echeverría, de 83 años, a las puertas de las instalaciones. Y es que, tal y como reconocen muchos vecinos y vecinas, "no es que haya miedo, pero sí preocupación". El bicho no perdona -con una tendencia al alza, fueron 22 nuevos positivos de viernes a sábado, y 37 de sábado a domingo- y lo mejor que se puede hacer es resguardarse en casa.

"En la Rochapea hay mucha gente mayor, están teniendo cuidado y también los hijos están cuidando a los padres, les llevan la compra y les insisten en que no salgan desprotegidos. Pero tienen que pasear porque, si no, pierden mucha masa muscular", reconocía Lourdes, enfermera del centro. Aseguraba que los mayores "tienen mucho miedo y está muy bien porque se están cuidando mucho", decía, y lamentaba que "hay más casos de gente joven que le ha perdido un poco el respeto a la pandemia. La gente tiene tos y le parece que es el catarro de todos los años, y se nos están escapando muchos contagiados". Recordaba que "ahora sí es uno de los barrios donde más incidencia ha tenido, pero antes no era así. Si sale un foco, va por zonas. Nos ha tocado aquí pero antes eran otros barrios que ahora están mejor".

A pesar de ello, tal y como valoraban Agustín García y María del Mar Pérez, vecinos de 72 y 68 años, "la gente se queda en casa, está nerviosa y preocupada, ya no hay otro tema de conversación". Jesús Miranda, Mari Carmen Sancho y Yolanda Delgado reconocían que el habitual movimiento del barrio, al que estaban muy acostumbrados, ha pegado un bajón en los últimos días. "Ya no salimos tanto como antes, lo llevamos como podemos", coincidían. Miranda y Sancho, de 72 y 70 años, respectivamente, pasaron el covid el mes pasado. "Estamos con algo de miedo", reconocía él, que confesaba que desde entonces no ha vuelto a pisar un bar, y eso que antes, señalaba su mujer, "era mucho de salir". Las terrazas tampoco las frecuentan y critican que habría que tener "más mano dura" con la juventud: "Vivimos cerca del Parque de los enamorados y se ven muchos grupos, muy numerosos y sin mascarilla. Dejan plásticos y no se les llama la atención, aunque también hay quien es sensato y responsable".

Delgado, junto a ellos, explicaba que "es un barrio muy grande, con mucha gente joven, sobre todo en la parte nueva junto al Casco Viejo, y también gente mayor que vive cerca del centro de salud. Es cierto que se están quedando más en casa, ya no salimos tanto como antes. Pero con precaución y cuidado esto se irá pasando. El otro día me preguntaba el médico que a ver cómo lo llevamos, porque hay mucha gente mayor que está deprimida, bloqueada, pero nosotros somos optimistas aunque haya miedo. Podemos seguir haciendo muchas cosas y no hay que dejar de vivir", señalaba.

Lo mismo opinaba otro grupo de vecinos de los que no perdonan "el vinico y el vermú. Esos raticos no pueden faltar", reconocían Antonio Rodríguez y las hermanas María Teresa y María Jesús Murugarren. Eso sí, con las medidas pertinentes. "No dejan de decir que es uno de los barrios con la mayor incidencia de covid pero yo no conozco a nadie que lo tenga, y no soy la única", criticaban, aunque explicaban que "otros días a estas horas hay más gente. Hay quien tiene miedo y no sale". Ellos hacen "la misma vida, porque con precaución se puede hacer de todo", pero denunciaban que "cerrar los bares solo hace que el botellón salga a la calle. Te das un paseo por los parques y es tremendo. Se junta un montón de gente, sin mascarillas€ Cuadrillas enteras". No todos, tal y como defendía Juana Echarte, vecina de la Rochapea de 22 años. "Entre la gente joven hay de todo. Se generaliza mucho pero yo por ejemplo tengo amigos que se lo toman todo muy a rajatabla y otros igual no tanto, pero siempre cumpliendo con lo que nos están diciendo", defendía.

En los bares del barrio también han notado "bastante bajón. No sé a donde vamos a llegar, estamos desquiciados porque no nos da para pagar. Y la gente está muy angustiada, hay mucha incertidumbre", explica Juana María Vázquez desde el Loreberri, en la calle Artica. También aseguraba que "algunos no entienden las normas, les cuesta lo de no apoyarse en la barra o ponerse la mascarilla". En el paseo Anelier, los camareros del Boulevard tuvieron que expulsar a un cliente por no llevarla. "Parece que lo van llevando mejor pero muchos no lo entienden. Y nosotros cada vez tenemos más restricciones, estamos bajo mínimos y se nota mucho", decía Antonio Ramos.