a luz al final del túnel comenzó por fin a verse con claridad en la mañana de ayer. Tras más de 9 meses de espera, la querida y ansiada vacuna llegó ayer a la Casa de Misericordia de Pamplona con el objetivo y fin de salvaguardar a todos los ancianos y ancianas que velan por un futuro mejor. Una residencia que acoje a más de 480 residentes que han superado, una vez más, una nueva piedra en el camino tras las miles de experiencias que conserva entre sus paredes.

Las primeras en recibir el antídoto, como así desenfadadamente lo llaman, fueron las mujeres, sumando hasta más de 250 los inoculados en la mañana de ayer. Entre ellas, se encontraban Miguelita Revillo Berdeje y Asun Goñi, de 90 y 85 años respectivamente, a la espera de su turno. "En mi vida pensaba que íbamos a pasar por algo parecido. Esto no solo nos ha afectado a los más mayores, sino a todos aquellos que lo han sufrido. Para esto no hay diferencias", explicó Miguelita. Y es que la pandemia ha desolado todos los lugares que ha infectado, dejando que hablar a su paso. "Hemos tenido la suerte de vivir en la residencia en tiempo de pandemia. Al principio teníamos miedo, no sabíamos qué estaba ocurriendo, pero aquí no nos ha faltado de nada. Tenemos jardines por todas partes, lo que hace que podamos salir como si fuera la propia calle", añadió Miguelita.

Tras el comienzo de la pandemia en marzo y su posterior propagación por las diferentes residencias navarras, los y las residentes tuvieron la oportunidad de volver a sus casas si así lo deseaban. "Hubo un momento, que a pesar de lo grande que es la residencia, nos era imposible separar a los contagiados de los sanos. Fue una auténtica locura", declaró el responsable de prensa del centro, Mariano Pascual. Desde entonces, con el esfuerzo y tesón que atesora la Casa de la Misericordia, se comenzaron a implementar medidas para que sus residentes estuvieran lo más cómodos posible. "Cuando comenzó la propagación de la covid, teníamos que permanecer en nuestras habitaciones todo el día, pero a través del esfuerzo de quienes dirigen el centro, se nos permitió hacerlo con otra persona en la misma mesa a través de una pantallas transparentes en el comedor. Algo que sin duda nos despertó esperanza", indicó Asun Goñi. "Hemos vivido muchas experiencias a lo largo de nuestras vidas. He hecho cosas que nunca pensaba que haría cuando era joven. Hoy estoy aquí, feliz, porque siempre lo he sido y porque parece que hay una solución a esto", añadió.

Estas navidades los y las residentes han permanecido dentro del centro realizando actividades diarias que han abrazado con gran entusiasmo. "Son muy agradables, disfrutan con las actividades que les ofrecemos", señaló Pascual. "Es cierto que hemos tenido un pequeño bajón estas fiestas, lo hemos notado, pero el día de Nochevieja nos disfrazamos y pasamos un rato alegre con los y las demás", añadió Asun.

La ansiada vacuna

"Queríamos que llegase"

Con ese optimismo, las ancianas hablaban sobre la vacuna. "Ya hay solución, los expertos han dado con la cura. Tengo muchas esperanzas en ella", declaró Miguelita. "Es como otra cualquiera, estoy vacunada de todo. Es necesario vacunarse, generas más facilidades para los demás. No siento efectos secundarios, me duele un poco la cabeza, pero eso lo tengo todos los días", añadía entre risas Asun.

Tras la larga mañana de vacunación, ambas residentes ya disfrutaban alegres de las instalaciones de la residencia por la tarde. "Hay que vacunarse como si de otra cualquiera se tratase. Queríamos que llegase cuanto antes, por lo que ahora hay que ponérsela", concluyó Miguelita Revillo .

La vacunación de todas las residentes había llegado a su fin a la espera que lo hagan hoy los hombres que quedan por vacunarse. Como con las mujeres, los residentes varones se expondrán a unos horarios previamente establecidos para evitar aglomeraciones.