l 3 de febrero de 2015, después de más de dos años de mantener oculta su conducta criminal, el mapa de delitos sexuales que se había fabricado para su onanismo el pamplonés Daniel Lucía Obregón empezó a ver la luz. Aquel día, hace hoy seis años, una menor de 15 años acudió al estudio Dana Models, en el barrio de La Milagrosa, para iniciarse en el mundo de las pasarelas y posar en sus primeras fotografías profesionales.

Lo hizo primero con su propia ropa, pero el director de la agencia, con 31 años entonces, ex Míster Navarra y que tenía a dos centenares de jóvenes en el catálogo de su agencia, le pidió un cambio de vestuario. También le dijo que le gustaría tomarle algunas fotos en lencería y, por último, que le haría otras posando desnuda.

La joven se extrañó y se sintió cohibida y nerviosa. "No entiendo para qué quieres que pose desnuda", le dijo ella y Lucía salió del envite dando largas. Le hizo tumbarse en el suelo y le tomó unas instantáneas. La víctima se quedó con muy mal cuerpo. Poco más tarde, le comentó a su madre lo que había ocurrido y el día 23 procedió a denunciar los hechos en la Brigada Asistencial de la Policía Foral.

En esa primera denuncia se recabó un testimonio en el que se narraban indicios de una posible corrupción de menores. El jefe de la agencia fue detenido en ese primer momento. A partir de ahí, el cuerpo autonómico se puso manos a la obra para tirar del hilo. Se solicitó autorización al juzgado para la entrada y registro del local y se analizaron todos los soportes electrónicos que el arrestado guardaba en el trabajo y en su domicilio.

Ya desde el primer estudio de los dispositivos se comprobó que existían numerosos archivos con mujeres desnudas con el mismo modus operandi, al dejar encendida la cámara de vídeo mientras las chicas se cambiaban de ropa. Eran en total 182 jóvenes, 54 de ellas menores. Hasta 129 presentaron denuncia . Fueron localizadas por los agentes después de que encontraran su contacto en una hoja excel.

Los archivos obtenidos de forma perversa solo contenían un número de registro, que los policías tuvieron que asociar luego con cada víctima. La Policía Foral no ha encontrado indicio alguno de que el ahora condenado llevara a cabo difusión alguna de esas imágenes. Los investigadores subrayan que la conducta delictiva de Lucía, pese a alegar adicción sexual, se correspondía con una persona "que no tiene el más mínimo respeto a la dignidad de la mujer, se prevalecía de su cargo, atentaba contra la intimidad de ellas y las cosificaba como mero objeto sexual". Aquel hombre fue el lunes condenado de conformidad en la Sección Segunda de la Audiencia navarra a 115 años de cárcel de los que cumplirá un máximo de cinco.