l 2021 parecía arrancar a merced de las nuevas necesidades de toda la vida pero la realidad pronto desnuda al usurpador de bienes comunes y, en este sentido, La utopía urgente de volver al campo es el título del artículo de Pablo de Llano para El País Semanal del 25 de enero: “En el mundo urbano, irse al campo siempre ha sido un ideal de fuga hacia la buena vida, y nunca la ciudad nos había apresado tanto como durante la pandemia del coronavirus. Algunos ya han elegido escaparse. ¿Estamos en un momento de cambio o ante el eterno retorno de la quimera rural?”. Pero el día anterior, otro medio que ya se había hecho eco del supuesto retorno al edén.

Y, ¿qué nos hacía saber? “El jornalero y compañero Diego Cañamero se jubila y escribió esta carta” daba paso, ese domingo 24, al texto de insurgente.org: “Han sido 44 años 8 meses y 26 días los que he estado dado de alta en la Seguridad Social” y, sin embargo, “DESPUÉS DE TODOS ESTOS AÑOS COTIZADOS, LA PENSIÓN DE JUBILACIÓN QUE ME HA QUEDADO HA SIDO DE 648,70€ MENSUALES”.

¿Vuelta al medio rural? ¿Qué hay de cierto en todo ello?

La carta de Cañamero es bien significativa: “Desde aquí, quiero dirigirme a la opinión pública y al Gobierno para decirles que la pensión de jubilación de los jornaleros/as es una injusticia, ya que los perpetúa en la pobreza durante el resto de sus vidas”. ¿Hasta qué punto es real todo este desaguisado? “Después de haber estado dados/as de alta 45 años de su vida laboral y de cotizar mensualmente más que ningún otro trabajador de otro gremio, (jornalero/a: 11,50% de la base de cotización y resto de trabajadores/as 4,70%) nos queda esta miseria de pensión”.

Recuperación mediática de la vida rural: si un día más, la lucha por la verdad estaba servida, ¿qué mejor escenario para la vuelta al mundo rural que la ficción televisiva de antaño? “Una vez vacunados el alcalde, el general y el obispo, solo nos falta el maestro para consumar Crónicas de un pueblo”. Así se explica Javier Sampedro en El País del jueves 28 de enero, a través de un artículo de opinión en el que añadía: “Sepan los jovenzanos (…), que aquella serie de Antonio Mercero destiló en una sencilla comedia el estilo del tardofranquismo, el resultado de 40 años de tiniebla y oscurantismo”.

De paso, recuerda que ese mundo (no extinguido, al parecer) era aquel “en el que se daba por hecho que los poderes fácticos debían nadar en el mar de privilegios que les otorgaba la nación, la religión y la sombra”, aquel que Patxi Andión reflejó en su canción El maestro: “El cura cree que es ateo/ y el alcalde, comunista/ y el cabo jefe de puesto piensa que es un anarquista”. “Ya vemos que seguimos viviendo aquella pesadilla, con todos esos vacunados fuera de protocolo que solo pueden exhibir galones para disculparse”, añade Sampedro, llamando la atención sobre la vuelta a la vida rural.

La olvidada vida rural: “Desde el 2 de octubre miles de personas sobreviven sin suministro eléctrico en la Cañada Real”, recuerda, por otro lado, Pablo Pampa Sainz el miércoles 3 de febrero en Hordago. ¿Dónde está el origen del caos? “Miles de familias abandonaron las zonas rurales para buscar una mejor vida en torno a las grandes ciudades” y la “dificultad por acceder a una vivienda asequible las obligó a asentarse sobre el suelo público de las periferias”, donde “levantaron construcciones precarias con los materiales que encontraron a su paso”.

“Tal fue la magnitud del éxodo que hacia los años sesenta Madrid era la capital europea con mayor cantidad de asentamientos chabolistas”, concluye Sainz, informaciones a las que Alberto Mesas, igualmente en las páginas del grupo El Salto ya el día 5, enfrenta otras de actualidad: “Según los últimos datos del barómetro de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), en España 41 de cada 100 jóvenes está en el paro”. Y uno de ellos, José, le confiesa “que gran parte del tiempo que ha trabajado, sobre todo en el campo, lo ha hecho en negro, sin estar dado de alta en la Seguridad Social”.

Vuelta al campo, la última urgencia; trasladarse hasta aquellos lugares en los que la explotación y la marginación parecen menores, la eterna necesidad.