La plaza del Ayuntamiento se tiñe del rojo de los pañuelos que apuntan al cielo esperando al estruendo del cohete más famoso del mundo. Cuando las agujas del reloj del Ayuntamiento de Pamplona marcan las doce del mediodía del 6 de julio, un sonido cambia la vida de toda persona presente en Pamplona para los próximos nueve días. Sin embargo, aunque la pólvora es protagonista de muchos de los momentos más importantes de los Sanfermines, las manos detrás de los cohetes y los fuegos artificiales son para la mayoría desconocidas.

Desde 2017, el Chupinazo de San Fermín corre a cargo de Pirotecnia Fiesta, una empresa de distribución de este tipo de artículos festivos cuyo relevo adquirió Andrea López Lana en 2011, tras 23 años de tradición pirotécnica por parte de María Teresa Lana y Lorenzo López, sus padres. “Como pamplonica de toda la vida, es un momentazo estar en el Ayuntamiento y tener parte de responsabilidad ese día”, cuenta Andrea. No obstante, también admite que “los nervios están al nivel de la ilusión” y por eso aún no ha podido disfrutarlo del todo.

Pese a ser famoso a nivel internacional, el cohete de San Fermín, al contrario de lo que podría esperarse, “no tiene ninguna particularidad más allá de que el Ayuntamiento pide que sea rojo, cuando de normal son grises”, menciona Andrea. Es decir, el famoso petardo del 6 de julio es el cohete número 9, el modelo más potente que existe, pero no es un modelo especial ni un diseño exclusivo para ese acontecimiento, sino que cualquier ayuntamiento puede adquirirlo para sus fiestas. “Sí que destaca el hecho de que los cohetes de trueno (los típicos que emiten un silbido antes de explotar) suelen tener una división de riesgo de 1.1, pero la de este es de 1.3, por lo que tiene una carga mayor y explota más”, añade. Mientras, los cohetes que indican el comienzo del encierro sí tienen una característica identitaria: suben más alto para que el sonido se propague mejor y cumplan con su función de avisar a la ciudad de que empieza la carrera.

Fuegos artificiales

Además de ser la mujer al frente de la empresa encargada de la pólvora de San Fermín, Andrea es la primera persona navarra en participar en el Concurso Internacional de Fuegos Artificiales. “Va a ser una experiencia única”, reconoce. Como la mayoría de personas de Pamplona, ella lleva toda su vida viendo los fuegos artificiales, que al mismo tiempo la han visto crecer a ella. “Recuerdo cuando mis padres me llevaban a verlos, cuando después empecé a ir con mis amigos y ahora que soy madre y llevo a mis hijas para que los vean”, rememora emocionada.

De hecho, para la segunda sección de su espectáculo, Andrea ha decidido inspirarse en eso mismo, en el fuego que ella veía de pequeña, cuando las barracas todavía estaban en la Vuelta del Castillo. “Yo veía las atracciones subiendo y bajando, llenas de brillo, con los fuegos artificiales por detrás... Para mí, como niña pequeña, era una imagen muy bonita y estimulante ver todas esas luces brillando a la vez”, cuenta ilusionada. Participar en el concurso significa formar parte de la ilusión de los niños que verán su diseño acompañados de sus padres; de los jóvenes que lo contemplarán mientras cenan y se preparan para la noche de fiesta; de los padres que, ilusionados, llevarán a sus hijos a ver los fuegos para seguir con la tradición; e incluso de aquellos a los que el paso de los años les ha alejado del bullicio del centro, pero que cada noche asoman la cabeza por la ventana para ver, aunque sea entre tejados, una pequeña parte del cielo iluminado.

Los padres de Andrea se dedicaban a la pirotecnia, por lo que ella ha visto cantidad de espectáculos de fuegos artificiales desde que tiene uso de razón. “Al final, la vida y mi trabajo me han ido formando para esto”, explica. Para preparar el espectáculo, la pamplonica comenta que se utiliza un programa informático llamado Finale3D, que facilita el proceso de diseño. Sin embargo, admite que la Ciudadela de Pamplona es un espacio muy grande y multiposicional, mucho mayor a lo que ella está acostumbrada, por lo que “es muy difícil cuadrar los disparos”. No obstante, es precisamente esa complicación la que lo convierte en “un lugar especial, donde el resultado luce mucho más que en casi cualquier otro sitio de España”, asegura.

En su opinión, para que un espectáculo sea bueno, “tiene que tener un poco de todo”. A ella, cuenta, le gusta el fuego progresivo. Es decir, que cada conjunto lleve su ritmo y vaya de menos a más. “Por ejemplo, que un disparo empiece a cuatro segundos y vaya reduciéndose hasta llegar a un arrebato, pero teniendo en cuenta que la famosa traca final no es lo único que importa”, relata. Todas estas consideraciones son las que Pamplona, color y emoción (su propuesta) presentará el 10 de julio en la Ciudadela ante el público. Un público complicado, bajo su opinión: “La gente de Pamplona sabe mucho de fuegos y es muy crítica”. Por todos los factores que hay que tener en cuenta para diseñar un espectáculo, participar en este concurso constituye lo más complicado que Andrea ha hecho hasta la fecha. “Es un proceso muy tedioso, lo que significa que no lo haré nunca más”, confiesa entre risas. “Me ha llevado tanto tiempo que no lo volveré a hacer, pero sin duda es un honor y un reconocimiento hacia mi trabajo”, concluye.

Los retos de la pirotecnia

Por su parte, los toros de fuego ocupan un lugar especial en los recuerdos sanfermineros de la infancia de la mayoría de pamplonicas, y Pirotecnia Fiesta es también la encargada de esta parte de la programación. De hecho, incluso las personas que portan la estructura metálica son trabajadores de la empresa. Al mismo tiempo, la mezcla de fuego y niños pequeños puede resultar, nunca mejor dicho, explosiva. Por ello, Andrea apuesta por un toro de fuego totalmente seguro. “Es imposible que los cartuchos, que suelen ser el principal problema, salgan erráticos porque elegimos unos muy seguros. Nada que suponga un peligro puede fallar”, asegura. Además, subraya que los portadores son especialmente cuidadosos a la hora de realizar el recorrido: “Ellos tienen muy claras las pautas. Van despacio, siguen el ritmo de los niños, no hacen movimientos bruscos...”.

En cuanto a materiales tóxicos, Andrea asegura que se han eliminado componentes nocivos para la salud (como el azufre, por ejemplo) que los objetos pirotécnicos solían contener. Además, casi todos los cartuchos de Pirotecnia Fiesta están libres de plásticos. “No llevan bolsas ni cápsulas de este material porque es importante preservar los ríos, montes y campos que acostumbran a rodear las localidades donde se hace uso de la pirotecnia”, contempla.

Si bien es cierto que uno de cada tres puestos directivos del sector de la pirotecnia está cubierto por una mujer, Andrea denuncia haber visto su trabajo cuestionado y entorpecido por el hecho de ser mujer. En cambio, ella tiene claro que “las barreras se saltan o se apartan”. Gracias a su esfuerzo, su insistencia y su convicción, se ha convertido en la primera persona navarra en participar en el Concurso Internacional de Fuegos Artificiales, además de ser la mano que lleva siete años consecutivos cargando a los Sanfermines de pólvora.