Navarra ha registrado en los últimos días el ritmo reproductivo básico más bajo desde el inicio de la pandemia, establecido en la última semana en 0,53, una cifra muy por debajo de los 1,38 de mediados de enero y casi 2 puntos inferior al máximo registrado en la 29ª semana de 2020, entre el 19 y el 25 de julio, que representa el punto más alto desde que se tiene en cuenta este valor.

Esta evolución, que aparece en el último informe epidemiológico elaborado por los expertos del Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra (ISPLN) y el departamento de Salud, muestra de otra forma la contención en el número de casos que se está llevando a cabo en las últimas jornadas, en línea con la evolución de los contagios notificados diariamente y que hoy ya ha sumado el noveno día por debajo del centenar.

Asimismo, este ritmo de reproducción es uno de los valores más fáciles de entender y más visuales para reflejar la evolución de la pandemia, ya que con él se estima la intensidad con la que la enfermedad puede propagarse en una población. Mientras otros indicadores epidemiológicos como la incidencia acumulada se calculan sobre una gran cantidad de gente (se suele tomar los contagios acumulados cada una o dos semanas por cada 100.000 habitantes) y son números con difíciles referencias -aunque ya nos hayamos aprendido unas cuántas después de casi un año conviviendo con el virus-, este índice es mucho más simple.

Qué significa

El ritmo de reproducción básico representa, en pocas palabras, los contagios medios que provoca cada persona infectada. Una cifra cercana a 1 reflejaría un contexto de estabilidad, ya que significaría que cada caso traspasa el virus a otro, que haría lo mismo con otro, etc.; por lo que el número de casos sería el mismo cada día.

Continuando el ejemplo, un número por encima de la unidad, por ejemplo con un valor 2, se traduce en que cada persona infectaría a otras 2, por lo que el crecimiento sería exponencial y, en tan solo cuatro saltos en la cadena de contagio el virus habría llegado a 16, alertando de una situación de grave progresión que Navarra ya alcanzó a mediados del mes de julio, cuando se pasó en una semana de 223 casos semanales a 585.

Por contra, en un estado como el actual, se muestra un panorama de contención, con tan solo cerca de 0,5 casos de contagiados, lo que indica que cada dos personas ahora mismo solo causarán otra infección, remitiendo la enfermedad en cada semana, lo que llevaría a alrededor de la mitad de casos que la siguiente. En un escenario teórico, la enfermedad desaparecería al cabo del tiempo, pero la rapidez con la que cambia la evolución de la pandemia hace que no se pueda ser tan optimista.

Un dato que se toma con "cautela"

De hecho, Manuel García Cenoz, facultativo del ISPLN, trata con "cautela" este dato, ya que hay que tener en cuenta que, en esta fase de la pandemia, los contagiados tienen contactos "con gente que ya ha pasado el virus o ya se ha vacunado", por lo que esto hace reducir el número de nuevas infecciones a partir de un caso.

También se debe poner en valor que ésta ha sido "una segunda ola sostenida o una tercera pero con menor impacto", por lo que a pesar de que "cuantos más personas contagiadas, más se dispara el ritmo" y el gran aumento de contactos estrechos en estas Navidades -cuando diez positivos reportaron entre 24 y 45 tras la Navidad, cuando la media llegó a 20- no se han disparado los contagios hasta llegar a números que sí se vieron en anteriores etapas.

Aunque esta cifra se encuentre en valores mínimos, García señala que "aún tenemos la incidencia acumulada en

niveles altos, y esto puede cambiar rápido", una previsión prudente. "En la semana 45 del 2020 también tuvimos niveles bajos, en torno al 0,6, y luego se ha vuelto a subir por encima del 1", recuerda el facultativo.

El ritmo del virus

Según un estudio del Imperial College de Londres, el ritmo reproductivo básico del SARS-CoV-2, el virus que provoca la enfermedad de la covid-19, tiene un R0 que varía entre el 1,5 y 3,5, valores que García cifra "entre un 2,2 o un 2,3", lo que significa que, en condiciones normales, el máximo potencial epidémico del patógeno en una comunidad totalmente susceptible -sin medidas de protección ni restricciones- se iría multiplicando por este número a diario.

Este ritmo se vería incrementado en la variante británica, que podría sumar en torno a un 0,4 según los cálculos del Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC). Pero, para García, esto no debe aumentar el temor. "Tenemos que tener tranquilidad porque no podemos hacer nada para prevenir la aparición de nuevas variantes. El virus muta por naturaleza, y no sabemos cuántas variantes pueden llegar", señala, y pone de ejemplo al virus de la gripe, que cada año cambia, lo que obliga a vacunarse cada año. "Las vacunas de momento responden, pero no se sabe si a los 2 o 3 años debemos volver a ponérnosla", sentencia.