Los 130 habitantes de Morentin lo convierten en la localidad navarra más grande, cuyos vecinos y vecinas siguen manteniendo a raya el coronavirus que provoca la covid-19. Un dato del que están muy orgullosos y, en especial, su alcaldesa Pilar Barbarin. "Al principio nos activamos muy rápido: primero con la entrega de paquetes casa por casa, con mascarillas y touch (llaves de plástico para no tocar las superficies). Cerramos la sociedad que todavía no la hemos abierto y el parque de juegos infantiles", recuerda Pilar, funcionaria y jotera, además de ser, alcaldesa en su tercera legislatura, "la finalidad de todo lo que hicimos fue de proteger la salud, en especial de los más mayores que en Morentin son una amplia mayoría".

A pesar de su cercanía a Estella apenas a 8 kilómetros, en Morentin se echa de menos no contar con el servicio de transporte público Tierra Estella Bus "algo que podría dar mucha independencia a nuestros mayores", comenta la alcaldesa del pueblo. También en los últimos años en Morentin han proliferado los niños, actualmente cuentan con 17, de los que una buena parte son trasladados por un autobús de La Estellesa hasta su centro de estudios.

David Ancín, un joven de Morentin de 37 años y padre de una niña de 8 años, relata cómo mantuvieron a rajatabla el confinamiento "sin juntarnos mucho, solo salimos para sacar a los críos y, desde luego, teniendo un poco de cuidado". Con todo, David se muestra contrariado porque, a su juicio, "esta pandemia es una manera de encarrilarnos; de meternos a todos en la rueda para que pasemos por el aro que les conviene", asegura.

Más optimista se muestra Paula Pérez Barbarín, hija de la alcaldesa que con 16 años y a pesar ser la única chica de su edad en el pueblo, "desde los 11 años llevo viendo sin chicas de mi edad en el pueblo, pero lo llevo bien", una vivencia que le ha hecho tener su cuadrilla en Estella y, sobre todo, en Cárcar", el pueblo de su padre.

Maite Rebolé es otra vecina de Morentin que le tocó moverse durante el confinamiento al regentar una tienda de comestibles en Estella-Lizarra. "Recuerdo aquellos primeros días con terror porque la gente estaba muy preocupada y se bloqueaba". "Días que los pasamos como pudimos a fuerza de gel y mascarillas". Un periodo que le ha hecho decidir que, en cuanto pueda, se va a vacunar. "Lo tengo muy claro y lo voy a hacer, sobre todo, por mi madre y por mi hija que es enfermera", finaliza Maite.

Jesús Martínez es un jubilado que nació en Arróniz y lleva viviendo 40 años en Morentin, "ya me considero de aquí". Afirma que a sus 68 años, nunca imaginó que sucediera una cosa así como esta pandemia. También asegura que el trabajo y la salud es lo más importante y que es una "tontada" no vacunarse. Lo que pide es que todo el mundo lo haga y que sea rápido, "para que en el futuro, aunque no sea como antes, por lo menos tengamos un poco más de libertad".

EL ÚNICO BAR, CERRADO Uno de los detalles que más llama la atención con respecto a otras localidades es que en Morentin el único bar del pueblo ha estado cerrado desde el principio de la pandemia, algo que no ha sucedido en la mayor parte de las localidades pequeñas. "Pensamos que la limpieza es de mucha responsabilidad y hemos decidido que el local permanezca cerrado", destaca la alcaldesa, para quien uno de sus objetivos en el futuro será "terminar el frontón que lo estamos haciendo por fases. Ponerle un tejado con lo que ganaríamos una plaza cubierta". Un buen lugar, sin duda, para poner las vacunas pero, de momento, el frontón está descubierto y los vecinos de Morentin que han mantenido a raya al coronavirus, tendrán que desplazarse en sus coches hasta Estella-Lizarra.