na sensación de tranquilidad se ha instalado en las distintas dependencias de la residencia San Jerónimo de Estella-Lizarra, tras la vacunación de todos sus 61 residentes y la gran mayoría de los trabajadores, según comentó su actual directora Sonia Cabrero. Así se cierra un ciclo que comenzó casi hace un año, cuando un grupo de trabajadores decidió confinarse junto con los residentes. "Fueron momentos muy difíciles aquí creamos una burbuja que nos protegió. Creamos un espacio de libertad durante los 35 días, donde conseguimos que la covid estuviera de puertas para afuera", comentó Andrea Muntoi, una de las supervisoras de San Jerónimo que, a sus 31 años, ha trabajado once en el centro. "Lo duro vino después cuando tuvimos que volver a la normalidad y pasamos de bailar la conga a que, al día siguiente, estuviéramos todos con mascarillas y que ya no nos pudiéramos tocar".

La vacunación, con todo, no ha revolucionado la vida en este centro "antes de la vacuna estaba siempre tranquila pero después de ser vacunada estoy mejor, eso sí, sigo teniendo cuidado; sigo protegiéndonos y manteniendo las normas sanitarias" comentó Edelfa Mariscal, una boliviana de 38 años que vive en la calle Zaldu de Estella, "esto se va a acabar, tarde o temprano, la vacuna es una herramienta para protegernos. Las vacunas curan enfermedades, nos permiten inmunizarnos, protegernos, prevenir, nos permiten la inmunidad necesaria para afrontar esta pandemia que está diezmando a la población, que se está llevando sobre todo a nuestros mayores que son los más propensos; los que tienen más patologías".

Para su compañera Yovy Alicia Reinoso "la vacuna es algo tan esperado, tantos meses pasándolo mal, hablo de los residentes, hablo de nuestras familias, era algo que deseabas hasta que por fin ahora es una sensación de tranquilidad y de optimismo porque esto ya pase de una vez". "Nos ofrece la tranquilidad que nos permite mantener un trato más cercano con los abuelitos, seguimos guardando las medidas sanitarias pero la vacuna nos ofrece la oportunidad de que te acerques más a ellos y les toques con más tranquilidad y es eso lo que quieren. Ya que no nos ven en la cara si estamos riendo o no, este contacto les transmite tranquilidad" comentó Alicia, auxiliar de geriatría de 57 años y procedente de Perú. Las tres trabajadoras aseguraron que en la residencia habían recibido todos los medios para que residentes y trabajadores fueran vacunados, así como evaluaciones constantes "para ver cómo vamos". "Es la mejor forma de proteger nuestro tesoro, que son los residentes que tanto hemos cuidado y para tranquilidad de sus familias".

La condición de trabajadoras emigrantes hizo que la pandemia se viviera de manera especial para alguna de las asistentes de San Jerónimo. "Nosotras, al no ser de aquí estaremos de por vida divididas. Por un lado extrañadas de lo que hemos dejado allá y, por otro, valorando lo que tenemos aquí". Por su parte, Edelfa sacaba el lado más positivo de su experiencia en este último año: "Ha sido duro pero, de todo lo malo, pienso que ha habido también cosas buenas. Te has acercado más a la familia. Has tenido más comunicación. Yo siento que he conocido más gente. El confinamiento en San Jerónimo nos hizo unirnos a todos los trabajadores, por muy diferentes que fuéramos, con un solo objetivo: estar aquí en primera línea, en el frente de esta batalla; cuidándolos a ellos y ellos lo agradecen muchísimo". Para acabar, Alicia Reinoso quiso mandar un mensaje: "Yo quería avisar a la juventud y a toda la población para que no bajen la guardia; que esto no ha pasado; que tomemos todas las medidas y cuando tengan programada la vacuna, por favor, tienen que ponérsela".

"Seguimos manteniendo las distancias pero la vacuna nos permite acercarnos más a los residentes"

Auxiliar de geriatría

"Esto se va a acabar tarde o temprano. La vacuna es la herramienta para protegernos"

Personal de limpieza

"Aquí creamos un espacio de libertad en el que conseguimos que la covid estuviera de puertas para afuera"

Supervisora