Director del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, Miguel Ángel Martínez-González ha sido reconocido esta semana con el Premio Nacional Siglo XXI, otorgado por El Suplemento. Su contribución a prevenir enfermedades, a proteger la salud pública a través de la alimentación y su conocimiento de los beneficios de la dieta mediterránea le sitúan como un referente mundial en este campo. Va a publicar próximamente una investigación sobre la relación entre una dieta sana con la protección frente al coronavirus cuyas conclusiones avanza en esta entrevista y que suponen un estupendo descubrimiento. Tras dos décadas estudiando la pandemia de la obesidad, con la covid lo tiene claro: "Vacuna, vacuna y vacuna... bajar de peso y dieta mediterránea".

¿Qué come hoy (el viernes fue el día de esta entrevista)?

-Vamos a celebrar una tesis doctoral. Vamos a comer en petitcomité, no va a ir el tribunal ni nada, en el comedor de empresa dentro de la universidad. Ya nos gustaría poder hacerlo de otra manera. Voy a tomar una menestra de primer plato, merluza de segundo y una copa de vino tinto porque tengo más de 50 años. Si tuviera menos años, no pediría el vino. Y fruta fresca de postre que es lo propio de la dieta mediterránea.

¿En casa propondría un menú similar o no cocina?

-No es mi punto más fuerte la cocina, cocino de vez en cuando. Estamos en Navarra y hay que decir de primer plato espárragos, que estamos en temporada. Como dice el refrán: "En abril para mí, en mayo para el amo y en junio para ninguno". Tenemos en Navarra una abundancia de verdura, por lo que haría una verdura preparada de cualquier forma. Soy muy forofo de la alcachofa, el cardo a la navarra es un plato delicioso preparado con almendras. De pensarlo se me abre el apetito (ríe). Sobre el segundo plato me gustaría decir que hay gente que tiene el mito en su cabeza, el bulo o la creencia en su cabeza de que si no come carne no ha comido y es un error terrible. Las proteínas pueden venir del pescado, de huevos, de la legumbres... Se puede tomar de primer plato espárragos y de segundo unas alubias con un pequeño trozo de carne, tampoco hace falta un chuletón que se salga del plato. Eso hay que dejarlo para ocasiones extraordinaria. Y, para beber, el vino tinto es mejor que el blanco, porque tiene más polifenoles y el vino es mejor que otras bebidas alcohólicas. Pero siempre y cuando se tenga más de 50 años. Por debajo de esa edad, las principales causas de mortalidad son los suicidios, los accidentes de tráfico, el cáncer de mama en el caso de las mujeres y todo esto aumenta por poco alcohol que se tome ya es un factor de riesgo. Hay que segmentar el mensaje de esa copa de vino mediterránea. Y de postre, hay una variedad terrible de frutas a medida que se acerca el verano, como ciruelas, melocotones, las cerezas de Milagro que son una maravilla...

Se identifica la obesidad como un o de los principales factores de riesgo para contagiarse de covid. Tienen más evidencias a este respecto.

-Hay varios estudios que han valorado los hábitos alimentarios durante la pandemia. Hay un estudio muy sólido que se hace en Francia, a través de cuestionarios por internet, que supone una monitorización de los hábitos alimentarios y diversos indicadores de salud. Evidencia que se ganó peso durante el confinamiento, la gente tiene apetencias de productos más dulces, ultraprocesados. El sobrepeso les sitúa en una posición desfavorable de cara al riesgo de infectarse de covid-19 y, si se infectan, hay más riesgo de que acaben en el hospital y un mayor riesgo de mortalidad. No hay ninguna duda científica de que el sobrepeso y la obesidad dejan muy mal preparadas a las personas para afrontar la enfermedad.

Lleva más de dos décadas estudiando este ámbito.

-Tenemos datos ahora muy buenos y recientes, que presenté en febrero cuando me dieron el premio de Carles Martí Henneberg. Hemos valorado a más de 9.000 participantes del proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra). En ellos hemos visto que si siguen bien la dieta mediterránea, sea cual sea la masa corporal, es decir tengan sobrepeso o no lo tengan, van a tener menos riesgo de adquirir la infección. Si dicha dieta se cumple de manera estricta tienen un 64% menos de riesgo. Si se sigue de manera moderada, un 56%.

Esos datos son elocuentes.

-Nuestro estudio es muy conocido y es la primera vez en el mundo que se tiene pruebas de que un patrón alimentario de alta calidad protege frente al coronavirus. Se ha hablado de la protección de vitaminas sueltas, como la vitamina B o D, pero son como solistas en un coro. Toda la sinfonía suena bien cuando todo el patrón alimentario es correcto y por eso lo que hicimos fue no ver alimentos aislados, sino el patrón en su conjunto. Esto va a publicarse en la revista Clinical Nutrition. Hemos anunciado los resultados antes de que se publiquen, que no suele ser común por el tema de la confidencialidad, pero dada la situación de riesgo de la población los intereses de salud pública están por delante y hay que comunicarlo a la ciudadanía. Los detalles se conocerán en unos días. Este estudio es una gran noticia porque demuestra los beneficios de la dieta mediterránea o cualquier patrón de dieta sana, y ofrece unos resultados muy sólidos, que esperemos que se le vayan añadiendo otros informes similares. Tuvimos una precaución a la hora de elaborar este informe que fue la de retirar a los profesionales sanitarios de las muestras, por la lamentable escasa protección de materiales que tuvieron en la primera ola. Sus factores de riesgo no tenían nada que ver con la nutrición y estaban más relacionados con sus factores de riesgo y el tipo de paciente al que han atendido. Cuando retirábamos de la muestra a los sanitarios es cuando se veían todavía más claras las dosis y respuestas.

Supongo que las conclusiones de un estudio en el que ha invertido más de dos décadas y en una situación como la actual le pueden alegrar más que cualquier premio.

-Yo era escéptico cuando empecé con estos temas porque pensé que tenía mucho de chauvinismo, charlatanería, teorías... Hasta que empecé a recoger miles y miles y miles de datos. Ahora tenemos más de 100 millones de datos recogidos. El estudio de la Universidad de Navarra empezó en 1999, en el mismo han participado más de 23.000 personas, hemos visto muchos efectos de la dieta mediterránea, y cuando uno lo ve así rigurosamente con los datos, y valorando cada infarto que se produce, cada cáncer, no tiene vuelta de hoja. Es lo que da la última respuesta. Muchos de los primeros estudios se basaban en deducir a partir de análisis químicos de la dieta lo que podía pasar, una cosa es deducir y especular y otra cosa es contar cuántos casos se han producido. Y vemos que esto reduce el riesgo de una manera espectacular. Y lo mejor es que muchos de nuestros hallazgos con el proyecto SUN han sido replicados con el proyecto Predimed, que consistía en dar dieta mediterránea a los participantes. Gracias a la conexión que tenemos con Harvard lo hemos podido replicar allí. Todo esto es una satisfacción inmensa porque todos estos estudios se han empezado en Pamplona. Es una larga historia. Llevo 25 años en Navarra y ha habido una gran participación de voluntarios navarros en todo esto.

La pandemia afecta de una manera más relevante a poblaciones con menos recursos socioeconómicos y ello también tiene que ver con peores hábitos alimentarios.

-Eso suele repetirse una vez tras otra en muchas enfermedades, hay alguna excepción como el cáncer de mama y el infarto de miocardio en España, pero la mayor parte de enfermedades afectan más a las personas más desfavorecidas desde el punto de vista económico y social y pienso que en esto también tiene que ver que la comida basura sea muy barata y que existe un patrón alimentario de peor calidad. Nosotros, en el libro Qué comes, criticamos el hecho de que se pongan impuestos a las bebidas azucaradas pero no se usen esos impuestos para abaratar los productos que verdaderamente son saludables como el aceite de oliva virgen extra, las frutas, las verduras... La función del Gobierno no debería ser incrementar su apetito recaudador, sino redistribuir riqueza. Es absurdo que se destinen esos impuestos a recaudar más, o a más asesores, y no a abaratar los productos que son sanos. No se nos puede engañar y decir que se hace eso para contribuir a la salud pública y que esos ingresos no se destinen precisamente a ello.

Las vacunas son la solución para esta pandemia. Pero otro factor de protección decisivo, por lo que dice, es la buena alimentación.

-Sin duda. Un patrón de dieta mediterránea saludable reduce el riesgo de infectarse. Por supuesto que hay que dejar claro a toda la población que hay una urgencia por vacunarse. El ritmo de vacunación hasta el momento ha sido desesperadamente lento. Cuanto más tardemos en vacunar a toda la población, más fácil es que surjan cepas resistentes. Mientras esté circulando el virus, se multiplica, se recombina, hay mutaciones, algunas pueden generar que sea más letal o resistente a las vacunas y eso puede estropear todo porque es como si surgiera otro virus. El riesgo de AstraZeneca es de 4 casos de trombosis por millón de vacunados, el riesgo de esas mismas trombosis para anticonceptivos orales, que toman muchas mujeres, es de mil por millón al año. ¿Cómo se ha podido generar este pánico a la vacuna de AstraZeneca cuando el riesgo es bajísimo? Toda vacuna puede tener una pequeña molestia, escalofrío, catarro, un poco de temperatura, reacción local pero compensa con mucho porque el riesgo del coronavirus es de otro orden de magnitud. Primero vacuna, vacuna, vacuna, y después, perder peso, se ha demostrado que la gente con sobrepeso y obesidad tienen más riesgo, y se tienen que poner en su peso. Y por supuesto dieta mediterránea clásica.

Se preguntaba cómo se ha podido generar esto.

-Creo que hay que tener en cuenta que los ensayos de aplicación de vacuna que se hacen se hacen a tantos miles y miles de personas que es inevitable que algún efecto adverso se note en los vacunados. Es un exceso de precaución lo que ha llevado a esto y un alarmismo por radio macuto y por el boca a boca. A veces puede haber cierto interés de algunos países en que su vacuna sea mejor y critica a la otra y cuando se mete la política se estropea. Es lo que más ha estropeado la gestión de la pandemia. El 9 de junio saco un libro con mi hermano, que es médico internista en Málaga, titulado La sanidad en llamas (Editorial Planeta), en el que criticamos todos los errores de gestión de la pandemia por priorizar los intereses políticos por encima de la salud pública.

¿Cuál ha sido el principal error?

-Ha habido tantos...Creo que en España fue no proteger a los sanitarios durante los meses de marzo y abril. No dispusieran de mascarillas, se les hiciera PCR antes a los futbolistas que a los sanitarios, no se les hicieran PCR continuas, que no tuvieran EPI y el material de protección indispensable... Ello hizo que los hospitales se convirtieran en nido de contagio. No solo es que el sanitario se contagiara él, sino que tenemos el récord de porcentaje de sanitarios contagiados. Y no te quiero decir esto en las residencias de ancianos. Todo esto provocó que tuviéramos la deshonra y el bochornazo de que fuéramos los peores gestores de la pandemia. No hacemos en el libro críticas personales a nadie. Se trata de un homenaje a los sanitarios y de mirar hacia adelante con los errores del pasado.

¿Se ha vacunado?

-Esta tarde (la entrevista fue el viernes) estoy citado a las 19.50 con AstraZeneca. Es la que me ha tocado por edad (nacido en 1957). Las vacunas han pasado todas las cribas. He participado en muchos procesos de vacunación. No hay que tener un miedo infundado a las vacunas.

Le toca ahora hacer más proselitismo del que está habituado para reforzar el discurso de la vacunación es la que nos sacará de esta.

-Tengo la oportunidad estupenda de poderme dirigir a los alumnos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra. Muchos se plantean la dedicación profesional a la salud pública y tengo que suscitar en los alumnos esa pasión. No se trata de curar personas enfermas, sino curar sociedades enfermas que es lo que hace la medicina preventiva y la salud pública. Muchos de los problemas de salud que tenemos se deben a un entorno cultural, a unos condicionantes más remotos, y que hay que actuar escribiendo libros, interviniendo en medios, diciendo cosas claras para que salud pública esté en la prioridad de todos los Ministerios. Nos jugamos el prevenir la enfermedad antes que a curarla. Se calcula que se podría ahorrar el 75% del gasto sanitario con una serie de medidas como no fumar, hacer ejercicio físico, tener una dieta sana, estar delgado, poner las vacunas que a uno le corresponden, y hacer las pruebas de detección precoz que están indicadas. ¿No va a ser importante la salud pública?

"El ritmo de vacunación es desesperantemente lento, cuanto más tardemos más riesgo de que surjan cepas resistentes más letales"

"Me vacuno con AstraZeneca. El riesgo de trombo de esta vacuna es de 4 por millón, el de los anticonceptivos orales es de 1.000 por millón al año"

"No hay ninguna duda científica acerca de que la obesidad deja muy mal preparada a las personas para afrontar la covid"

"Es absurdo poner impuestos a bebidas azucaradas por el apetito recaudador del Gobierno y que esos ingresos no abaraten productos sanos"

"Para la covid lo primero es vacuna, vacuna y vacuna y luego una dieta sana y bajar de peso. La vacuna se para por un exceso de precaución"