Ha pasado casi un año desde que se decretó el uso obligatorio de la mascarilla en Navarra, en concreto 344 días. Fue el 17 de julio de 2020, en pleno inicio de la desescalada. Aún así, el Gobierno Estatal ya había regulado su uso el 21 de mayo del mismo año, para las personas mayores de 6 años siempre y cuando no se podía mantener la distancia de seguridad en la calle o en interiores.

A pesar de que en la actualidad la situación epidemiológica es muy similar a la de aquel momento, la buena marcha del proceso de vacunación permite desprendernos de la mascarilla al aire libre siempre y cuando mantengamos la distancia de seguridad y se tenga sentido común. En cuanto a la ciudadanía, los hay quien ya está con ganas de desprenderse de este EPI aunque sea al aire libre, siempre y cuando se pueda y no se ponga en peligro a los demás.

Pero también hay de los que son prudentes y esperarán hasta que las aguas vuelvan a su cauce para desprenderse de las mascarillas por miedo a las nuevas variantes del coronavirus o por miedo a contagiarse.

Proteger a los seres queridos

Este es el caso de Lourdes Gracia, de 61 años, que por no querer contagiar a su hermana, que pertenece a la población de riesgo, a pesar de desaparecer la obligatoriedad, continuará haciendo uso de esta barrera frente al virus. "Es un engorro llevarla pero soy de las que no me lo voy a quitar. Sólo tengo una dosis puesta y con las variantes que están saliendo, prefiero estar con mascarilla y aguantar", ha reconocido este viernes mientras cuidaba de su nieto en el parque de la plaza San#Francisco. En esta misma línea, añadía que "si hemos estado un año, puedo aguantar otro".

Los hay quien también cogen la nueva flexibilización con ganas, como Elena González de 33 años, que mientras paseaba a su hija en las inmediaciones del paseo Sarasate ha expresado que tiene muchas ganas, porque al aire libre, "siempre he pensado que manteniendo la distancia y siendo responsables, vamos a disfrutar más de poder pasear, hacer ejercicio o simplemente estar jugando, además, con los críos, ya que para el calor la mascarilla es un engorro".

González ha manifestado que cuando va con su hija por la calle, "si tengo que parar en la calle a darle el pecho, me la quito, porque es que me resulta imposible estar con ella con la mascarilla." Al respecto, ha añadido que al final, es su conviviente y cuando ocurre esto, "siempre evito ponerme al lado de gente, y si estoy haciendo una cola o lo que sea procuro mantener más distancia".

Prescindir sí, pero con prudencia

A pesar de considerar un avance, Verónica, de 42 años, se mostraba algo reticente con esta nueva medida, ya que ha incidido en la importancia de ser responsables y conscientes de que en ocasiones, aún habrá que hacer uso de la mascarilla para evitar contagios. Al respeto, ha destacado que "hay que ser muy prudente y aunque sea en el exterior, hay que respetar mucho la distancia de seguridad y tener cuidado con las aglomeraciones. Aunque estemos en el exterior, si hay mucha gente, cada uno ser consecuente y ponerse la mascarilla".

Como madre de una niña y un niño, Verónica ha expresado que los más pequeños acatarán las nuevas medidas sin problema porque "son muy obedientes y sé que no se la van a quitar si no tienen quitársela y si tienen que ponerse lo van a hacer". En esta línea, ha reconocido que los menores son los que "mejor se han adaptado a este sistema de mascarillas e incluso las han llevado durante un montón de horas".

A pesar de ello, ha manifestado que todos van a agradecer esta nueva flexibilización siempre y cuando se prescinda de la mascarilla "respetando la distancia y cuando no haya nadie excesivamente cerca. Los críos también podrán disfrutar y estar tranquilos en la playa, piscina o en el monte, porque ellos también lo van a agradecer".

El joven Fernando G. Merchán, de 18 años, se ha mostrado escéptico de cara a estas nuevas medidas, ya que consideró que no se van a cumplir las nuevas normas y muchos vamos a empezar a ir sin mas carilla a todos lados". Por su parte, su amiga Nerea Cenborain, de 16 años, ha considerado que le parece una medida positiva, ya que "se sigue manteniendo la obligatoriedad de uso si no se puede cumplir la distancia de 1,5 metros, si no se trata de un conviviente o en los interiores.