os jóvenes de Navarra tampoco lo tienen nada facil para conseguir una vivienda en la que emanciparse. "Precios estratosféricos" y exigencia de nóminas, tipo de contrato y su duración, empresa en la que trabajan y fianzas muy altas son los obstáculos que deben superar en su camino a esta nueva etapa, pero en un contexto de crisis con empleo precario y pérdida de puestos de trabajo no todos lo que desean abandonar el hogar familiar lo consiguen. Dos jóvenes emancipados en el último año relatan el proceso que les ha llevado a vivir por sí mismos.

Amaia Moracho, pamplonesa de 25 años, consiguió independizarse a finales de diciembre con su pareja. "No tengo un contrato como tal, es la casa de los padres de mi pareja, pero sí que estoy independizada", comentó. No deja de ser una forma de emanciparse, ya que "cada uno saca de donde puede". Anteriormente, intentaron alquilar piso en la Comarca de Pamplona, pero les fue imposible por la gran cantidad de exigencias que les ponían previamente a la firma del contrato. "Estábamos muy ilusionados pero nos acabamos desilusionando porque lo veíamos muy difícil", lamentó.

Considera que "para poder independizarte necesitas unos ingresos mínimos". Ella tiene trabajo indefinido, junto a su pareja pueden permitirse la emancipación, pero los requisitos que les exigían lo hicieron imposible. "Nos preguntaban por el tipo de contrato que teníamos, nos pedían una fianza estratosférica, el nombre de la empresa en la que trabajábamos, la nómina, nuestros ingresos anuales... todo", denunció. Al final, consiguieron instalarse en la casa de Barásoain. "Salió la oportunidad y decidimos aprovecharla", aseguro, ya que "todo está por las nubes".

Otro joven pamplonés de 23 años confirma esta versión. "Es muy difícil emanciparte por tu cuenta", declara. En su caso, no le exigieron tanta demostración para alquilarle el piso de Iruña en el que reside porque la dueña era conocida. Decidió dar el paso porque "llevaba un par de años trabajando, con algo ahorrado, y tenía ganas de irme", aunque para él no era una necesidad abandonar la casa de sus padres. "Surgió la oportunidad y me tiré a la piscina", añade.

Está acogido al programa de ayudas EmanZipa. "Me informé de los requisitos, y como los cumplía, me la concedieron", aseguró. Explica que mes a mes tiene que enviar el recibo de pago para que se le haga el ingreso, pero avisa que la burocracia suele poner bastantes trabas. El procedimiento a realizar cada mes está publicado en el Boletín Oficial, pero según comenta,no es explicado con claridad cuando se solicita, por lo que al mínimo fallo formal "te quedas sin la ayuda". Así, la considera una buena medida pero cree que debería facilitarse el trámite y no "poner trabas".

"Teníamos ingresos y trabajo, pero aun y todo lo veíamos muy difícil por los precios y los requisitos "

Pamplonesa de 25 años emancipada