La familia de la víctima quiere donar el dinero que reclama al acusado como indemnización a actividades de educación vial o asociaciones que trabajen en ese ámbito y en la lucha contra el consumo de alcohol y drogas. "A todo lo que sea concienciar. Ese dinero nos quema, pero sería un alivio que sirviera para que nadie vuelva a subirse a un coche en un estado así y que no haya más sufrimiento. Nos duele que le dejaran allí tirado, y que muriera delante de la casa de mis padres", declaró la hermana del fallecido. Su madre dijo que tiene "más rabia que dolor dentro" y que, después de mucho tiempo y de los tratamientos psicológicos y psiquiátricos que sigue "he podido asomarme al balcón de casa", desde donde puede ver el lugar del atropello. "Es terrible, he tardado tiempo en sanarme. Vi su chaqueta en el suelo y supe que era él, me volcó el corazón".

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Los padres de Pablo recordaron que casi todos los días acudía a a comer al domicilio familiar y que aquel día había cogido el coche para ir a trabajar a Diario de Navarra y lo aparcaba muy cerca. El joven vivía también en el barrio de San Juan. Por ello, a medianoche, cuando ocurrió su atropello, sus padres se asustaron porque era su hora de llegada habitual de salida del trabajo. Su madre se levantó de la cama al escuchar el fuerte golpe y le preguntó a su marido: "¿No será Pablo?". Le empezaron a llamar al móvil y no respondía. El padre bajó a la calle para ver si el coche de su hijo estaba aparcado. Vio una chaqueta y una mochila como la de Pablo esparcida en la calle. "Eran inconfundibles". Habló con la Policía. Y confirmó la tragedia. "El dolor que llevo dentro no sabría expresarlo. Paso a diario varias veces por allí, miro unas estrellas que pintaron sus amigos y pienso que está con nosotros".