El feminismo proporciona herramientas para la emancipación, la autonomía y la libertad de todas las mujeres. El movimiento feminista debe luchar por los derechos humanos de todas las mujeres, no debemos permitir que los intereses económicos de algunos primen sobre la integridad psíquica y física de muchas.

Nuestro sexo establece que suframos distintas formas de violencia a lo largo de nuestra vida. Violencia sexual, física, psicológica, reproductiva, educativa, laboral, matrimonios infantiles, mutilaciones genitales, violencia vicaria... El colmo de esta espiral de violencia y represión la ocupa el feminicidio: ser asesinadas por el hecho de ser mujeres. La lucha contra todo tipo de violencia contra las mujeres pasa por modificar la LO 1/2004, introduciendo la identidad de género en su articulado porque la violencia machista se inflige a la mujer por su sexo.

Hoy en día, donde muchos abogan por que las leyes estatales e internacionales reconozcan derechos individuales fundados en identidades sentidas, y no en realidades, a las mujeres nos siguen matando. Nos matan por nacer niñas, nos masacran por ser mujeres. Nos asesinan hombres que sienten que nuestras vidas son de su propiedad. Todas las mujeres hemos sufrido alguna vez violencia sexual, física o emocional. Ser mujer no es un sentimiento, es una realidad de violencia y opresión. La pobreza y la desigualdad sigue teniendo nombre de mujer.

Los que niegan nuestra realidad biológica intentan borrar nuestra existencia y son cómplices de la violencia que sufrimos como mujeres. La violencia contra la mujer es uno de los más altos índices de criminalidad. Los delitos contra las mujeres siguen creciendo, y no solo en número. La violación, el maltrato en todas sus vertientes, la ablación, la esclavitud, matrimonios forzados, la trata, el asesinato infantil, considerar que las mujeres deben recluirse al ámbito doméstico y que no deban trabajar fuera de casa, por no hablar de los suicidios derivados de todas estas situaciones.

El feminismo abolicionista lucha por la abolición de la prostitución que violenta a las mujeres y las deshumaniza, alimenta el tráfico sexual y es resultado de la misoginia y el capitalismo. Los hombres fantasean con la subordinación femenina. Cosifican a la mujer para satisfacer los deseos masculinos. La mujer se convierte en un objeto de compra y venta. La prostitución ha existido y sigue existiendo porque hay un consentimiento social y porque existe un mercado prostitucional que incluye una gran variedad de industrias que adquieren beneficios, legal o ilegalmente, de la explotación sexual de mujeres y niñas.

Luchamos por la abolición de la pornografía y de los estereotipos sexistas. No existe educación sexual y el sector pornográfico “educa” a los jóvenes y fomenta la cultura de la violación; el deseo sexual de los adolescentes se erige, muy a menudo, en el consumo de pornografía. Esto deshumaniza completamente a las mujeres, cuyo cuerpo pasa a ser un objeto al que doblegar. La pornografía es una de las causas del aumento de las agresiones sexuales y de la violencia que estas han tomado, al además realizarse de manera grupal.

El abolicionismo lucha contra el alquiler de vientres, es decir, contra la explotación sexual y reproductiva de las mujeres porque transforma el cuerpo de las mujeres “en una propuesta adquirible a través de la venta y alquiler de seres humanos”. Este negocio recurre a mujeres de escasos recursos, aprovechándose de esto para explotarlas, por lo que no se trata de una elección libre. Como siempre pobreza y mujer van de la mano. Además, las mujeres arriesgan sus vidas.

El feminismo abolicionista aboga por la derogación de la Ley Trans impulsada por el Ministerio de Igualdad de Irene Montero que permite la autodeterminación de género. Esta ley intenta borrar a las mujeres. Por ello incluimos en nuestra ideología la abolición del género. No podemos permitir que el sexo desaparezca de las leyes, porque “entonces desaparece la explicación de por qué nos matan y nos violan”. Abolir no es prohibir, es cambiar prácticas patriarcales a base de educar. Ser mujer no es un sentimiento. Hay que transformar en el subconsciente colectivo las relaciones entre hombres y mujeres y entre hombres con hombres y mujeres con mujeres, creando una sociedad más igualitaria. El género ha provisto a las mujeres de diversos estereotipos, roles y prejuicios que desde siempre las han oprimido.

Se deben tener en cuenta los Derechos de la Niñez, que, si bien establecen derechos humanos para los niños y las niñas desde el nacimiento, también establece obligaciones para su cuidado y desarrollo. Los inhibidores de la pubertad son bombas de hormonas y un gran negocio de las farmacéuticas, que tienen un costo promedio mensual de entre 200 a 800 dólares y tienen efectos muy perjudiciales para la salud.

El feminismo abolicionista sí tiene en cuenta realmente a las mujeres y cada vez son más y más las que se suman a esta corriente para evitar que seamos borradas de la historia. Os esperamos a todas las abolicionistas el 8 de marzo. Por una plataforma navarra de Mujeres abolicionistas, que nos englobe a toda la comunidad. La unión hace la fuerza. Muy pronto nos veremos en las redes sociales.

*La autora es periodista, terapeuta feminista y presidenta de la Asociación feminista TLP España y Latinoamérica