Suspertu nació en 1997 como respuesta a la demanda de ayuda que muchos padres y madres de adolescentes solicitaban a Proyecto Hombre preocupados por el consumo de drogas de sus hijos e hijas. No obstante, el perfil era diferente al que solía atender esta institución, ya que eran chicos muy jóvenes, por lo general estudiantes, que convivían con sus progenitores y que consumían alcohol, tabaco, cannabis y, en menor medida, otras drogas como el éxtasis, el speed y, en algunos casos, cocaína.

Por lo general, como han explicado desde Suspertu, su consumo no reunía las características propias de una adicción y precisaba una intervención de corte más preventivo (a modo de intervención temprana) que terapéutico. Además, este consumo estaba asociado a otro tipo de conductas o situaciones de diferente intensidad, como la agresividad, los problemas psicológicos, el absentismo, los conflictos familiares o, incluso, problemas de justicia.

Así las cosas, con el tiempo, este programa se ha orientado a la atención de estos comportamientos, y no únicamente a los consumos de drogas, especializándose en la atención a los adolescentes con edades comprendidas entre los 13 y 20 años que tienen comportamientos de riesgo.

El director del programa, Garikoitz Mendigutxia, ha querido aclarar que “muchas veces tendemos a pensar que la mayoría de los adolescentes consumen, que es algo muy normalizado y no es verdad. La gran mayoría en Navarra y también fuera no consumen; otra cosa es el alcohol, pero otras drogas no. Por eso es importante mandar ese mensaje”, para evitar también que las familias asuman ese discurso y puedan actuar cuando empieza a descender el rendimiento académico de su vástago, comienza a haber más conflictos de lo normal a nivel familiar, cuando hay problemas escolares, abandono de actividades de ocio...

De autoritario a permisivo

Ahora, cuando se cumplen 25 años de trayectoria, los responsables del programa han hecho balance de la actividad desarrollada en este tiempo. Al echar la vista atrás para analizar cuáles han sido los cambios más significativos que han constatado en este tiempo han coincidido en uno y se refiere “al estilo educativo de las familias que acuden al programa”, ha afirmado Mendigutxia.

En este sentido, ha explicado que “hace bastantes años el perfil predominante entre estas familias era autoritario. Se daban pocas explicaciones, había muchos conflictos, muchos problemas de comunicación con los hijos...”. Y, sin embargo, en los últimos años “hemos pasado a un estilo extraordinariamente permisivo por parte de los padres, muy contemplativo, muy servicial y que generalmente provoca bastantes desajustes en el desarrollo de los menores”, ha afirmado el psicólogo, que ha apuntado que los chicos y chicas de estas familias “suelen tener una autoestima muy baja, muy desestructurados, con poquísima capacidad de esfuerzo, conflictivos, que valoran muy poco las cosas, absolutamente desorientados...”.

El director de Suspertu ha considerado que “no siendo ninguno de los dos estilos buenos, es más pernicioso para los adolescentes el permisivo”. Por su parte, desde el programa lo que pretenden precisamente “es encontrar el término medio entre el autoritario y el permisivo, e intentar fomentar o generar un estilo más democrático”, en el que “haya normas y límites claros”, pero también espacio para “intentar consensuar cosas y que se fomente una buena relación con los hijos”. Y es que, como ha sostenido, “nuestro objetivo para el futuro es seguir ayudando en la educación y desarrollo de los adolescentes a través de las familias”, ya que “la clave, el motor de cambio de los adolescentes, son las familias”.