¿Qué beneficios aporta la protonterapia?

-Es una radioterapia personalizada, se hace un tratamiento de mucha precisión y un traje de dosis de radiación a medida para el paciente. Es una radioterapia a la carta. La diferencia con los fotones es que con protones excluimos la mayoría del tejido sano de alrededor del tumor y evitamos a medio y largo plazo complicaciones que en mucho casos pueden ser severas.

LEA TAMBIÉN Unidad de Protonterapia de la Clínica Universidad de Navarra | El futuro de la lucha contra el cáncer

¿Qué beneficios produce esto?

-En personas que se han sometido a radioterapia convencional aumenta el exceso de mortalidad cuando son adultos por problemas cardiacos y pulmonares.

Tras un comienzo en pandemia, ¿espera que con el fin de las restricciones aumenten los pacientes?

-Tuvimos bastante dificultad en el inicio por el tema de la movilidad, aunque para el cáncer había muchas más facilidades con permisos. Por eso pudimos empezar con la protonterapia en plena pandemia y hasta ahora hemos tratado 365 pacientes. Tenemos la Unidad llena, con una jornada que va desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche y estamos mirando para instalar el segundo gantry y la segunda sala, que no precisaría de mucha más inversión que al principio porque el motor ya está instalado.

LEA TAMBIÉN Diego Azcona: "Que tu trabajo tenga un beneficio en la gente es muy gratificante"

La Unidad requiere de un trabajo interdisciplinar.

-Si no existe un trabajo en equipo entre físicos, otros médicos y otras especialidades esto no podría funcionar. Hoy en día la medicina es una medicina de equipo, multidisciplinar, y nadie toma una decisión por su cuenta. Estamos completamente integrados en el Centro de Cáncer de la Universidad, que empezó a funcionar hace unos años, y la protonterapia es una herramienta más del centro.

Sobre todo tratan pacientes pediátricos. ¿Cómo es?

-He tratado siempre muchísimos niños, pero aquí más. Yo digo que son pequeños grandes pacientes, es una gozada trabajar con ellos y con las familias, poder ayudarles y tener la satisfacción de que dentro de unos años van a tener una vida normal, y van a poder estudiar, trabajar... y todo ello sin secuelas. Y eso a mi me parece que es una cosa preciosa y por la que merece la pena ser médico en estas ocasiones.

LEA TAMBIÉN El gantry: una máquina de precisión de 140 toneladas de peso