Salvador Macip se considera de igual modo médico, científico y escritor. Dirige desde 2008 un grupo de investigación sobre el cáncer y el envejecimiento en la Universidad de Leicester (Reino Unido), que ha conseguido "frenar el envejecimiento" celular en ratones. Asimismo, han logrado definir los marcadores para intentar medir el envejecimiento a nivel biológico y trabajan en el diseño de "posibles terapias de futuro que vayan a buscar las células viejas para matarlas", sin dañar al resto.

¿Qué retos de salud tenemos ante el envejecimiento de la población?

-Yo creo que esto va a ser la clave. Hoy estamos hablando de maneras de mejorar el envejecimiento, de vivir más tiempo, y el hecho de que tenemos cada vez más población mayor es un problema para nosotros. Queremos vivir más pero no sabemos qué hacer con los viejos y quizás teníamos que haber empezado al revés: primero pensar cómo adaptamos la sociedad a la gente mayor y después ver cómo llegamos más personas a edad avanzada. El reto principal, teniendo en cuenta que las sociedades occidentales son cada vez más viejas, es cómo integramos a la persona mayor en la sociedad, cómo no la aparcamos. Creo que la pandemia de covid ha sido un ejemplo de que teníamos algo que quizá preferíamos ignorar, que aparcamos a nuestros mayores en las residencias, los olvidamos ahí y no hacemos nada, y hay estudios que demuestran que en los países en los que se hace activamente estrategias para que la gente mayor se implique en la sociedad viven más y mejor. Que tú seas mayor no significa que tengas que desaparecer. Una persona mayor puede contribuir a la sociedad, no quizá de la misma manera que una joven, porque tiene limitaciones físicas o incluso mentales, pero sí que puede, implicándose en charlas en colegios, en el tejido social del barrio... Si miras una ciudad media europea ni siquiera físicamente está adaptada a la gente mayor, hay obstáculos para ellos.

¿Qué podemos hacer para atenderlos mejor?

-Esta es la clave: ¿cómo podemos cambiar incluso arquitectónicamente nuestras sociedades, las ciudades? Es difícil. La respuesta no es fácil. Yo creo que sobre todo lo que hace falta es más voluntad para buscar soluciones. No plantearnos el envejecimiento como un problema, ahí tenemos una población vieja y no sabemos qué hacer con ella, sino al revés, como un reto y como una oportunidad porque podemos sacar provecho. Todo el conocimiento y la experiencia que tiene una persona mayor la perdemos a partir del momento que la apartamos de la sociedad. Creo que junto con todo lo que estamos haciendo para intentar frenar el envejecimiento a nivel celular, hay que intentar actuar sobre el envejecimiento a nivel social; que quizá no se hace tanto.

Dice que "envejecer es un riesgo para la salud porque implica un aumento de enfermedad y del riesgo de mortalidad". ¿Si envejecer es una enfermedad, se puede curar?

-Esta es la pregunta. En la gente que se dedica a investigar las bases del envejecimiento hay puntos de vista muy amplios y algunos muy extremos. Hay personas que creen que si entendemos todas las bases del envejecimiento a nivel molecular no hay nada que nos impida ser inmortales. Yo creo que esto es un poco extremo quizás, aunque la inmortalidad existe, hay algunas medusas, la hidra... O sea, la inmortalidad no es biológicamente imposible, pero si en humanos puede ser factible o no ya es otra historia. La inmortalidad no me interesa, me interesa más el punto medio: ¿Podemos fomentar un envejecimiento más saludable durante más tiempo? Creemos que es posible y factible.

¿Cómo podemos? La sociedad siempre ha buscado el elixir de la eterna juventud, ¿hay alguna receta para vivir más años y con salud?

-Lo que es importante es decir lo que ahora no y ahora se está hablando, se están vendiendo incluso suplementos, productos, dietas mágicas que en teoría frenan el envejecimiento. La mayoría de estas cosas están basadas en estudios científicos, pero ninguno de estos estudios se ha confirmado en humanos. En el futuro creo que sí habrá esta receta de la píldora de la juventud, pero dudo que una sola intervención realmente pueda reducir el envejecimiento de una forma sustancial. Si tenemos nueve factores que determinan el envejecimiento, si actuamos en dos o tres a la vez creo que sí. Por ejemplo, en mi caso eliminando las células viejas y a la vez fomentando la regeneración, aumentando las células madres, quizá podría tener un impacto clínico relevante en el envejecimiento en humanos. ¿Cuánto tardaremos? No sé, pero no mucho. Estamos en la recta final de la traslación de los datos del laboratorio al uso clínico. Estamos en los últimos 10 ó 15 años y creo que al acabar este proceso veremos las primeras pastillas antienvejecimiento que tendrán una cierta utilidad, que se irá mejorando con el paso del tiempo.

En 10 ó 15 años habrá una pastilla...

-Creo que sí. A lo mejor soy optimista, pero no es algo del siglo que viene. Seguramente la primera persona que se va a tomar una primera pastilla antienvejecimiento ya ha nacido.

¿Por qué envejecemos?

-Esta es la pregunta -sonríe-. Llevo 20 años estudiándolo y aún no tengo la respuesta. Es tan difícil responderla porque es multifactorial. La respuesta que te hubiera dado hace 15 ó 20 años hubiera sido envejecemos porque estamos vivos, pero ahora quizá ya no es tan claro esto. Probablemente sí que hay manera de vivir sin que el proceso propio de la vida te lleve a esta degradación. Envejecemos porque nuestras células lo hacen; esa sería una de las respuestas.

¿Por qué envejecen las células?

-Ahí estarían quizá las diferentes versiones: porque acumulan daños, porque tienen un problema genético, por las dos cosas; creo que hay una combinación de estos factores. Obviamente, cada especie tiene un límite: los ratones viven 2 años, los humanos 80. ¿Por qué esto? Hay algo que está determinado ahí. Tenemos un programa de envejecimiento seguramente en nuestras células. Aparte de esto, hay gente que envejece mejor y peor.

Por otro lado, hace 10 años predijo en un libro la actual pandemia. ¿Cuándo podremos decir que la hemos superado?

-De momento no. Está claro que hacemos como si se hubiera acabado y obviamente no. Hemos optado por asumir el coste que tenemos ahora. La pandemia existe, está igual, corre la idea de que el virus que circula en la actualidad es menos agresivo que el de hace unos meses, pero es falsa. Hay estudios recientes que demuestran que la variante ómicron es tan agresiva como la delta o casi, pero mucho más que la primera. Seguimos en pandemia, con mucho virus, lo que pasa es que estamos muy bien protegidos por las vacunas, pero cuánto va a durar esta protección. La pandemia hemos decidido que se ha acabado pero sigue en marcha. Hasta que todo el planeta no esté a un nivel de inmunidad bueno no creo que podamos decir que vamos a estar tranquilos.

Todos coinciden en que habrá más pandemias, pero ¿si hay otra vamos a estar mejor preparados?

-Eso es lo que me pregunto. Me gustaría pensar que sí, pero en mi libro salíamos de la pandemia de la gripe A de 2009 y pensaba que a lo mejor nos había ayudado a prepararnos para la siguiente, pero no. No estábamos nada preparados. Espero que después de esto aprendamos cuáles son los déficits que hemos tenido, nos falta más colaboración, más coordinación, más rapidez a la hora de coordinar la primera respuesta, más vigilancia para prevenir, más transparencia con los datos... Cosas que todo el mundo ha identificado y que podríamos mejorar de cara a la próxima.

¿Cuál es la mayor lección que ha aprendido con esta pandemia?

-Que la comunicación es casi tan importante como los avances científicos, porque no importa que tengas la mejor vacuna del mundo, que si no sabes explicar bien que esa vacuna es importante para superar la enfermedad y no se la ponen... La ciencia no sirve si no puedes transmitir la información correctamente a la población. Hay que trabajar con las dos cosas porque uno de los problemas que ha habido es que la comunicación ha fallado en algunos momentos.

Ficha personal

Nombre y lugar de nacimiento. Salvador Macip Maresma (Blanes, 1970).

Trayectoria. Es médico, investigador y escritor. Estudió Medicina en la Universidad de Barcelona, en la que se doctoró en Genética molecular y Fisiología humana. Durante 9 años fue investigador en el campo de la Oncología en el Hospital Mount Sinai de Nueva York. Desde 2008 dirige un grupo de investigación sobre el cáncer y el envejecimiento en la Universidad de Leicester, donde es catedrático del departamento de Biología Molecular y Celular. Desde 2020 también es catedrático e investigador de los Estudios de Salud de la Universitat Oberta de Catalunya.

Divulgador. Ha publicado 40 libros, entre novelas, ensayos y literatura infantil, que han sido traducidos a nueve idiomas. Colabora regularmente en los medios haciendo divulgación científica.