- Dos años después de sus primeras movilizaciones, el regreso de los chalecos amarillos ayer en Francia no consiguió la movilización “masiva” que esperaban sus organizadores, y estuvo protagonizada por enfrentamientos aislados con la Policía que concentraron la atención. Pese a la expectativa de este 12 de septiembre, que servía de hashtag en redes sociales para reagrupar a los manifestantes, la convocatoria del líder Jérôme Rodrigues contra “las injusticias sociales y fiscales que no dejan de crecer” no logró el seguimiento esperado.

En el margen de las protestas en París, 256 personas fueron interceptadas por la policía durante la marcha, en la que pusieron además 90 multas, según fuentes de la Prefectura de Policía, y 147 de ellas fueron puestas bajo arresto, según indicó la Fiscalía. Las detenciones se debieron sobre todo a la requisa de objetos peligrosos, como martillos, destornilladores, palos de metal y barras de madera, principalmente, pero también botellas de alcohol y caretas, según varias fotos compartidas por la Prefectura de Policía de la capital en Twitter. Además, algunos manifestantes quemaron basuras y se sirvieron de contenedores para hacer barricadas ante el fuerte dispositivo de antidisturbios.

Las concentraciones se sucedieron en las principales ciudades del país, como Burdeos, Toulouse y Marsella, mientras en París varios miles de personas salieron a la calle en un contexto poco favorable a las multitudes por la fuerte circulación del coronavirus en Francia, donde ayer se registraron más de 9.000 contagios. A la prenda reflectante que ha dado nombre al movimiento, se le sumaron en esta ocasión las mascarillas sanitarias, obligatoria en numerosas ciudades del país pero requerida además en este caso por las autoridades que pedían también un respeto a las distancias físicas que fue difícil mantener.

En esta ocasión, la convocatoria de Rodrigues en Facebook, víctima del impacto de una bola de goma en 2019 que le provocó la pérdida de visión total en el ojo derecho, obtuvo más de 7.000 “me gusta” y algo más de 2.000 confirmaciones de asistencia, aunque su vídeo llamando a la desobediencia civil registró más de 150.000 visualizaciones. “No es la rentrée o el regreso de los chalecos amarillos, eso es una construcción mediática. Nos han metido en el armario, destrozados, destartalados, pero la rabia está ahí, en los hogares, en las reuniones en torno a la máquina de café de las empresas. Puede que no sea amarilla pero ahí está”, dijo Rodrigues ayer en la manifestación. “Los que han soportado el peso de Francia durante dos meses de confinamiento, los sanitarios, las cajeras, los basureros, ellos son los ‘chalecos amarillos’”, añadió.

La Prefectura de Policía había prohibido el día anterior que las marchas tuvieran lugar en la avenida de los Campos Elíseos, donde el prefecto de policía, Didier Lallement, quería evitar a toda costa el caos y la destrucción de comercios, que aparecían esta mañana blindados ante el temor a nuevos desbordamientos. Finalmente, las marchas arrancaron antes de la hora establecida, las 12 del mediodía hora local (10.00 GMT), en la plaza de Wagram, al noroeste de la ciudad, y a excepción de pequeños cortejos independientes, cada uno con líderes distintos, se mantuvieron en ese sector de la capital.

Octubre de 2018. El movimiento de los chalecos amarillos nació a finales de octubre de 2018 en Francia a raíz del alza de los precios de los combustibles. Es un movimiento social que comenzó desvinculado de cualquier partido político o sindicato. Inicialmente se centró en el rechazo al alza del impuesto sobre el carbono, pero se amplió rápidamente a otras reivindicaciones. Los chalecos amarillos organizaban sus acciones en las redes sociales. En su primera protesta nacional, el sábado 17 de noviembre, unas 300.000 personas salieron a las calles. Las protestas continuaron en el país y volvieron ayer sábado.