La respuesta a la pandemia y la crisis que ha provocado, el impulso del pilar social y el relanzamiento de la política exterior serán los ejes de la presidencia portuguesa de la Unión Europea (UE) que empieza el 1 de enero, tras tomar el relevo de Alemania.

El último empujón de la canciller alemana, Angela Merkel, para superar el veto de Hungría y Polonia le ha ahorrado muchos dolores de cabeza al primer ministro portugués, el socialista António Costa, que tendrá ahora que poner sobre el terreno las decisiones adoptadas en el semestre anterior.

Será tempo de agir (tiempo de actuar), como reza el lema de la presidencia portuguesa, durante la cual deberán concluir los trabajos de reglamentación para ejecutar los fondos del plan de recuperación y del presupuesto para el período 2021-2027, un paquete global de 1,8 billones de euros.

Y no tiene por qué ser fácil. “El diablo está en los detalles”, señala el vicepresidente del Instituto Europeo de la Facultad de Derecho de Lisboa, Nuno Cunha Rodrigues, que recuerda que la propuesta de reglamento recientemente acordada tiene que ser todavía formalmente refrendada por el Consejo.

También es necesario que, antes de finales de abril, cada país apruebe su plan nacional de recuperación y resiliencia.

Portugal continuará las líneas de actuación europeas para impulsar la economía digital -se acaban de presentar las futuras leyes de servicios digitales y mercados digitales- y la transición ecológica, pero durante su presidencia quiere darle un especial empujón al pilar social.

El combate a las desigualdades, al desempleo, a la pobreza y a la exclusión estarán en el centro de la Cumbre Social prevista para mayo en la ciudad de Oporto, que también acogerá un Consejo Europeo informal para aprobar una declaración vinculante sobre el pilar social.

“El Gobierno de Portugal quiere darle una preocupación social a la Unión Europea”, señala Cunha Rodrigues, que recuerda que el país “fue afectado por una dimensión excesivamente económica de la Unión Europea”, con el cumplimiento del pacto de estabilidad y crecimiento y las medidas de la troika tras la crisis de 2010.

Lisboa también pretende relanzar la política externa del bloque, que ha sufrido cierta paralización debido al coronavirus, y aprovechar las relaciones históricas que le unen con países de casi todos los rincones para abrir Europa al mundo.

“Es un país pequeño en tamaño y población, pero en presencia internacional es grande”, asegura el vicepresidente del Instituto Europeo, que defiende el “prestigio” de la diplomacia lusa, que entre otros hitos puede presumir de tener a un portugués, António Guterres, al frente de Naciones Unidas.

En su estrategia exterior, la joya de la corona -en palabras del propio Costa- será la cumbre con la India, un país con el que Portugal guarda lazos debido a la excolonia de Goa y con el que la UE negocia un acuerdo comercial.

Relación con África. Portugal quiere aprovechar sus lazos históricos para reforzar el diálogo con África, con la que ya organizó una cumbre durante la presidencia del 2000, que supuso la primera cita de este tipo entre la UE y el continente africano. Al otro lado del Atlántico, no se dejarán de lado las relaciones con Latinoamérica y también será crucial la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca.