Nerea Pena deja un legado único en el mundo del balonmano. Se retira una jugadora con un palmarés incuestionable, con una infinidad de éxitos y títulos que han engrosado su vitrina particular, y una trayectoria deportiva larga y fructífera. Pero, además, las pistas pierden a una deportista carismática, icónica, líder, capaz de echarse al equipo a sus espaldas en los momentos de debilidad, que siempre ha ido de frente en todo, sin ambages. Que era mejor tenerla del mismo lado y no como rival.

Las lesiones –las malditas lesiones– han sido el peor lastre para la que ha sido la mejor embajadora del balonmano navarro. Y uno de los nombres propios de las Guerreras. Un nombre muy adecuado para definirla.

Su vida deportiva ha estado ligada a cinco clubes en la elite: el Itxako, el Ferencvárosi húngaro, el Siófok magiar, el Team Esbjerg danés y el Vipers Kristiansand noruego. No obstante, hay un club que jamás olvidará y siempre será especial: el Loyola. Empezó a jugar con 9 años al balonmano y la entidad pamplonesa la acompañó en su formación. Fue la que se fijó que en esa jugadora había un diamante en bruto que había que pulir poco a poco. Y el trabajo obtuvo sus frutos: Pena creció y sólo era cuestión de tiempo que otros equipos se fijaran en ella. Y ese día llegó.

En 2006, la navarra vivió su debut profesional con el Itxako estellés. Un equipo de la tierra llamado a convertirse en uno de los grandes exponentes del balonmano nacional e internacional, tal y como ocurrió. Con su equipación amarilla y negra ganó cuatro Ligas ABF, tres Copas de la Reina, una Copa EHF y fue subcampeona de la Champions League. Casi nada.

Sin embargo, con los problemas económicos que empezaban a aflorar, Nerea Pena decidió en 2012 hacer las maletas y poner rumbo a Hungría. Al Ferencvárosi TC, club al que estaría vinculada durante siete temporadas. Lo hizo, además, tras sufrir en febrero de ese año, durante un partido internacional del Itxako en Noruega, su primera lesión grave: una rotura del ligamento cruzado anterior y del lateral interno de su rodilla derecha, con afección también en el menisco. Un contratiempo que le hizo perderse los Juegos Olímpicos de ese año en Londres, en los que España obtuvo un histórico bronce.

En Hungría se fue recuperando y creciendo cada vez más como jugadora. Integrándose en una cultura muy distinta, pero a la que acabó muy apegada. De hecho, una vez que abandonó el Ferencvárosi fichó por el Siófok KC, de la misma Liga. Sin embargo, la experiencia no fue muy positiva y, tras algunas desavenencias, en noviembre de 2020 fichó por el Team Esbjerg danés. Su paso en el nuevo club fue efímero y en la siguiente temporada se incorporó al Vipers Kristiansand. Pena decía lo siguiente cuando se anunció su marcha a Noruega: “Gracias al Team Esbjerg por haberme permitido disfrutar de nuevo del balonmano, por salvarme de una mala situación y hacerme sentir como en casa”.

Con el club noruego, la primera línea navarra alcanzó uno de los grandes objetivos que le quedaban: ganar la Champions League. Lo hizo por partida doble –en las temporadas 2021/2022 y 2022/2023– aunque con menos participación en la competición de la deseada, al arrastrar una a tendinopatía crónica en su rodilla izquierda que le llegó a acarrear fuertes dolores. Pese a ello, su alegría era inmensa al recoger su primera Chamions. “Por fin tengo este título tan especial y encima conseguido en Budapest, mi casa también”, declaraba a este periódico. Además, levantaba el trofeo junto a otra navarra, Lysa Tchaptchet, a la que facilitó en su día su incorporación al Vipers.

176 internacionalidades

En paralelo a su éxito deportivo en los clubes, estaba su liderazgo con las Guerreras. Fue el gran referente ofensivo de una selección que hizo soñar y con la que ganó tres medallas: el bronce en el Mundial de Brasil en 2011; y las platas en el Europeo de Hungría y Croacia en 2014 y en el Mundial de Japón en 2019.

Nerea Pena ha sido internacional en 176 ocasiones y ha marcado 595 goles con España. Debutó en un torneo amistoso en octubre de 2008 en Holanda y de manera oficial un año después, el 18 de octubre de 2009, en un partido clasificatorio para el Campeonato de Europa en Grecia, en el que contribuyó con cuatro goles al triunfo de la selección. 

La pamplonesa jamás olvidará tampoco sus dos JJOO: Río 2016 –fue diploma– y Tokio en 2021. Como seguro llevará siempre en el recuerdo la Medalla al Mérito Deportivo que le otorgó el Gobierno foral en 2022 o el momento en el que fue elegida la mejor deportista navarra de 2015. Distinciones bien merecidas para una jugadora insustituible.