La higiene personal agrupa distintos hábitos que se nos inculcan desde pequeños y entre ellos está el de la ducha diaria. Bien por la mañana para arrancar la jornada o por la noche para dormir relajados, pasar unos minutos bajo el chorro de agua caliente es un auténtico placer.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su decálogo para el buen baño, señala que la ducha perfecta debería tener una duración máxima de 5 minutos y un gasto de agua no superior a los 100 litros, dos requisitos que no siempre son fáciles de cumplir. 

Un hombre en albornoz tras salir de la ducha. Freepik

A estos descuidos, bastante habituales, hay que añadir otros fallos que estás cometiendo tal vez sin saberlo y que pueden acabar causándote algún que otro perjuicio. Algunos de los errores en los que incurrimos a la hora de ducharnos son:

1- Ducharse muchas veces. Lo ideal es ducharse una vez al día ya que, si lo hacemos con más frecuencia, el uso excesivo de agua, gel de baño y champú te resecarán la piel y el cuero cabelludo, impidiendo además el desarrollo de las bacterias buenas que te defienden de los gérmenes y de las infecciones.

2- Duchas demasiado largas. Nos encanta quedarnos atrapados por el chorro de agua caliente, sin embargo, según los expertos, la ducha no debería exceder en ningún caso los 10 minutos. Si se prolonga demasiado tiempo, la capa protectora de grasa que tiene la superficie de la piel disminuye y quedaremos más expuestos a los microorganismos patógenos.

3- Ducharse con agua muy caliente. Aunque en invierno nos apetezca ducharnos con agua muy caliente, no es recomendable, ya que nuestra piel perderá grasa protectora, se resecará y favorecerá la aparición de acné o eccemas. Si los cristales o el espejo de tu baño se empañan, no lo estás haciendo bien y estás usando agua demasiado caliente. Dúchate con agua tibia y en ningún caso rebases los 35 grados.   

Una mujer moja un cristal empañado con la alcachofa de la ducha. Freepik

4- No usar los productos adecuados. Los geles demasiado agresivos con la piel acaban con las bacterias buenas y estropean la barrera de protección cutánea; mejor utiliza productos con ingredientes nutritivos y humectantes. Ten especial cuidado con las zonas íntimas, ya que son muy sensibles a la mayoría de los geles de ducha y pueden provocarte picazón o ardores. Huye también de los productos demasiado perfumados que pueden causarte alergias. En el caso del champú, este debe ser suave para que no te reseque el pelo ni maltrate el cuero cabelludo. Lo ideal es no lavar el cabello a diario, salvo que sea imprescindible. 

5- ¡Cuidado con las esponjas! Si utilizas esponja para enjabonarte y aclararte, ten mucho cuidado. Debido a la humedad pueden convertirse en un nido de bacterias, hongos y moho. Lo mejor es ducharse con la mano, de forma que evitarás que los perjuicios causados por una excesiva exfoliación. Si no te apañas sin esponja, elige una de malla que no acumula humedad, y si la prefieres natural, cuando salgas de la ducha escúrrela bien y guárdala en un lugar seco. 

6- Lavarse la cara en la ducha. La excesiva temperatura y la fuerte presión del agua de la ducha no son adecuadas para lavarnos la cara. Además, los productos que utilizas para ducharte pueden resultar demasiado agresivos y provocarte enrojecimiento, irritación y un envejecimiento prematuro de la piel del rostro. Mejor lávatela con agua tibia en el lavabo después de ducharte.

7- Envolver el pelo con la toalla. Recoger el pelo mojado con una toalla no es malo, pero sí lo es dejarlo demasiado tiempo. En 30 minutos, la toalla habrá absorbido toda el agua y a partir de ahí a tu pelo le faltará aire y cogerá formas que lo harán totalmente indomable. Lo mejor es presionar el pelo con una toalla, pero no frotar para no dañar las fibras capilares.

Una mujer con el pelo recogido en una toalla. Freepik

8- Frotarse con la toalla para secarse. Al salir de la ducha, la piel está todavía sensible al agua y al gel. Evita secarte frotándote con fuerza y hazlo con ligeros toques y, aún mejor, si tienes tiempo, envuélvete en la toalla y deja que tu piel se vaya secando poco a poco.

9- No darse crema hidratante. Habitualmente, producto de la pereza o de las prisas, nos vestimos nada más salir de la ducha y nos olvidamos de darnos crema hidratante. Este gesto es esencial para recomponer la capa protectora de la piel, equilibrar su pH e hidratarla.

Ahora que eres consciente de todos esos malos hábitos en los que incurres a la hora de ducharte, trata de evitarlos y tu piel te lo agradecerá profundamente.