No son pocos los padres y madres que viven una lucha diaria para que sus hijos no se conecten a internet más de lo necesario y saludable, aunque no es fácil controlarlo y menos al estar los smartphones tan extendidos entre los jóvenes.

Por intentar que sus hijos se acostaran pronto y no trasnocharan trasteando por la red (estaban muy enganchados a diversas redes sociales y otras aplicaciones), un padre de la turística localidad francesa de Messanges, en las Landas, la ha liado muy bien liada al dejar varios días a la ciudad entera sin conexión a internet.

Por suerte la caída de la red se producía desde las doce de la noche y hasta las tres de la madrugada, horas en las que la población en Francia suele estar durmiendo (cenan en torno a las siete de la tarde). Se entiende la desesperación del padre si a esas horas de la noche sus hijos se conectaban a internet.

¿Qué pasó para dejar a la ciudad aislada digitalmente? Que el padre, después de buscar soluciones en foros de internet, pensó que adquirir un inhibidor de frecuencia era la mejor opción: sin red, sus hijos no podrían navegar. Lo que el señor no sabía es que estos aparatos, que lo que hacen es emitir señales más fuertes para interferir, interrumpir o bloquear señales o servicios de radiocomunicaciones y que los receptores no puedan captarlas, tenían un radio de acción bastante amplio.

Así que es cierto que a las horas en las que conectaba el inhibidor dejaba a su casa sin internet, pero con ella a todo el municipio costero y al municipio de al lado.

Multa e incluso cárcel

Las horas tan tardías hicieron que no demasiada gente se diera cuenta el primer día o que lo vieran como algo normal, porque a veces las redes se caen. Pero cuando se cumplieron varios días en los que se perdía la conexión a las mismas horas, un operador de telefonía informó a la Agencia Nacional de Frecuencias (ANFR), que comprobó que se estaba utilizando un inhibidor.

Aunque la intención del padre no era dejar a todo el vecindario sin conexión a internet, usar un inhibidor es algo ilegal en Francia y se castiga con una multa de hasta 30.000 euros y seis meses de cárcel. La ANFR denunció la situación a la Fiscalía francesa, que se incautó del inhibidor y ahora investiga el delito.