No debe de ser agradable enterarse de que solo se tiene un riñón -de nacimiento o por un accidente que ha obligado a extirparlo-, pero la experiencia aún será peor cuando el cuerpo es la herramienta de trabajo.

El vizcaíno Joserra Uriarte (Igorre, 21 de enero de 1967) tenía 24 años y estaba apenas en su segundo año como profesional en el equipo Banesto cuando sufrió una grave caída en la segunda etapa de la Vuelta'91.

Lo más grave de su caída fue que se rompió la clavícula izquierda, pero el verdadero susto se lo llevó al comprobar, con las radiografías que le hicieron por sufrir molestias en la zona lumbar, que solo tenía un riñón.

Juan María Irigoyen, médico de la Vuelta, también se asustó, porque al ver la primera radiografía temió que el riñón derecho se hubiera desplazado de su sitio por el golpe. Pero luego comprobó que ese riñón era inexistente, y fue el primero en tranquilizar al corredor: "Uriarte tiene que estar tranquilo, porque ya ha comprobado a lo largo de toda su vida que solo con el riñón izquierdo funciona perfectamente... Enterarse de que solo tiene un riñón puede ser para él un golpe psicológico, pero físicamente ha demostrado que su función renal es perfecta".

Para calmar aún más al joven corredor, Irigoyen añadía: "Al ciclista Philippe Bouvatier se le tuvo que extirpar el riñón derecho y sigue en el pelotón profesional".

En efecto, dicen los especialistas que tener un solo riñón no da problemas para hacer deporte de elite -con la única excepción de los deportes de contacto, por el riesgo que supondría un golpe en el único riñón-, y ha habido muchos casos, sobre todo en el fútbol -Santillana, Alexanco, Pizzi, Ivan Klasnic-. Y, mucho más reciente, el ciclista Christophe Brandt.

Joserra Uriarte continuó sin problemas en el ciclismo y, por su condición de ciclista todoterreno, fue uno de los gregarios más habituales de Induráin en sus grandes gestas.