La familia: el orgullo de los Induráin
Prudencio cuenta cómo vivieron el Tour de 1991 los allegados del gran campeón navarro
mientras Miguel Induráin pedaleaba hacia su primer Tour de Francia, en su casa en Villava su familia sufría, disfrutaba y se ponía de los nervios en cada etapa. Todos, encabezados por su hermano Prudencio, se reunían delante del televisor para empujar a Miguel. "Que tu hermano sea un supercampeón te deja sin palabras", comenta su hermano Prudencio, escudero en otras victorias de su hermano.
Miguel ya había estado cerca de poder llevarse el amarillo en el año 90, pero una serie de circunstancias se lo impidieron. En el año 91, las críticas no arreciaron, especialmente tras la etapa de Jaca, pero entonces, en Val Louron, emergió una de las mayores figuras de la historia del ciclismo. "Habíamos visto como Miguel lo había hecho muy bien en la anterior edición, que incluso podía haber ganado el Tour del 90. Pero ni mucho menos esperábamos que podía ganarlo como lo hizo y encima con aquella escapada que llegó a Jaca y que tanto criticaron algunos", comenta su hermano Pruden, que ese año no fue de la partida del Banesto para el Tour y lo vivió desde su casa en Villava con el resto de la familia.
Pruden sabía lo duro que había trabajado su hermano en los entrenamientos para poder llevarse el maillot amarillo. "No nos lo esperábamos, pero sí que sabíamos que estaba preparado. Ganar un Tour no es una cosa que suceda de hoy para mañana".
Los Induráin sufrieron pero "seguro que Miguel lo pasó peor". "Cuando logró coger el amarillo, la familia se puso muy contenta; sabíamos que quedaba todavía mucho Tour, pero también creíamos que lo iba a hacer bien en la contrarreloj", confirma un Prudencio que no pudo asistir a la llegada de su hermano a Paris porque estaba compitiendo. "Fue toda mi familia, yo estaba corriendo por aquí. Sientes una alegría inmensa, después de estar sufriendo todo el Tour lograr un hito como tal te llena de orgullo. La celebración en la embajada, con las autoridades del Gobierno de Navarra".
Luego llegó el recibimiento en su pueblo, Villava. Todos sus familiares estaban muy emocionados, pero el protagonista se mostró totalmente calmado. "Miguel siempre ha sido muy tranquilo. Me acuerdo que vino en helicóptero a Villava, donde le esperábamos toda la familia y recibió muchos homenajes del pueblo, pero a los dos días ya estábamos con la bici otra vez porque a los dos o tres días era la Clásica de San Sebastián. Y luego la Vuelta a Galicia. Entre hermanos ya me contó más batallitas y anécdotas, pero siempre pausado", cuenta Prudencio.
Aprovechando la efemérides, los Induráin estuvieron repasando el primero Tour de Miguel. "Esa victoria nos alegró a todos muchísimo. El otro día estuvimos viendo las fotos en familia y parece que no pasa el tiempo hasta que las ves y te das cuenta de que éramos unos críos. Además, estaba mi padre, que ya no está...", cuenta con nostalgia el que más adelante sería gregario de lujo en Banesto.
Pero ese no fue el único gran hito de Miguel, solamente el inicio de una saga de éxitos. "Cada Tour es diferente, la carrera y las estrategias cambian. No es ninguno fácil, pero una vez ganó el primero siempre quieres más y teníamos la ilusión y la creencia de que podía ganar más Tours".
Pero si para cualquier navarro tener una figura de la historia del ciclismo es algo que le llena de orgullo, para su hermano, más. "Es tremendo. Fue el doble de emoción , de alegría... como hermano es lo más emocionante que me pudo pasar. Miguel es un grande".
Prudencio siente verdadera pasión por su hermano y por su carrera. "Ganar una etapa es la leche; lograr un Tour, ni te cuento; y ya cuando se llevó el segundo, el tercero, el cuarto y el quinto pues nos acostumbró mal. Nos acostumbró a la familia y a todos en general. Pero todo tiene un principio y tiene un final".