A Matxín, su director de ahora y de siempre -le fichó en 2000 para su equipo aficionado y le pasó a profesionales, al Saunier Duval en 2004-, la cosa le sonaba ya de otras ocasiones. "No era la primera vez que lo decía". Por eso sabe cómo llevarle. Le respondió que de acuerdo, pero que, por favor, corriese la Vuelta a Austria porque el equipo andaba sin gente y que, también por favor, entrenase algo para poder acabar la carrera. La acabó y hasta hoy, hasta esta Vuelta que tiene al alcance de la mano.

Antes del Campeonato de España Matxín solo le dijo una cosa: "En lo que queda de temporada, corre y disfruta de la bicicleta". "Cobo necesita motivación propia, la que sale de dentro. No sirve que se lo digas. Tiene que sentirlo. Si no, puede pasar de andar como un tiro a quedarse encerrado en casa sin querer tocar la bicicleta. Tiene sus rarezas, como todos, pero es muy buena persona. Y honrado. Yo le acepto, le respeto y le quiero. Le conozco bien. Podría escribir un libro sobre él".

Tiene un carro de historias que contar. De momentos en los que ha sido imparable, como en la Vuelta al País Vasco de 2007; de puntazos y cabezonerías. Claro, es de Cabezón de la Sal. Por allí pasaba el Campeonato de España de contrarreloj de profesionales, en 2004. En 2003 había ganado el de aficionados con el maillot del Saunier Duval y aquello le catapultó al primer equipo, el de Matxín. Un año después, profesional, el campeonato en casa… "Estaba en una forma excelente". Ocurrió que arrancó, no se vio bien, las sensaciones no le convencieron, se le cruzó el cable y a mitad de recorrido se bajó de la bicicleta. Un año antes, en el Mundial de Hamilton, en la crono sub'23, quiso hacer lo mismo, pero le obligaron a acabar.

Subida a Urkiola, 2004 El primer año de profesional se le hizo cuesta arriba. No conseguía acabar las carreras. "Pero yo sabía que era bueno, que ese no era su verdadero nivel", dice Matxín, quien, para incentivarle, le tuvo que lanzar un ultimátum. "Como te retires en la siguiente vas a la calle", le dijo. La siguiente era la Subida a Urkiola y Saunier corría para ganar. El director puso a tirar al equipo. A Cobo, el primero. Y, claro, en la primera subida a Urkiola lo pagó. Se quedó en un grupito y Matxín se olvidó de él. Se jugaba la carrera con Piepoli. Camino de la segunda subida el ertzaina que cerraba la carrera se puso a la altura del coche del Saunier y le contó que por detrás había un ciclista de su equipo a una burrada de minutos que decía que no se bajaba de la bici porque si no le echaban de la empresa. "¿Es verdad eso?", le preguntó a Matxín. "Sí, es verdad". La Subida a Urkiola la ganó Piepoli, y cuando ya no quedaba nadie en el santuario allí apareció él. "Venía solo. Le paré en la curva, a 200 metros de meta, y le dije que se subiera al coche".

La primera vez que Cobo quiso dejar la bici fue allá por 2006. Llamó a Matxin y le dijo que lo dejaba para ser cocinero, lo que había estudiado. Eso fue antes de su gran 2007 y su irrupción en la Vuelta al País Vasco.

"Me paro aquí mismo" Tiene más cosas que contar Matxín. En 2008, su mejor año, "iba como un tiro", debutó en el Tour. Antes de que su equipo se viera obligado a abandonar por el escándalo de Riccó, Cobo brilló en Hautacam. Fue segundo tras su compañero Piepoli, junto al que llegó tras tirar toda la subida. El italiano solo le dio un relevo. Fue el que enfureció a Cobo. Gritó a Matxín por el pinganillo. "¡El ritmo lo marco yo!". Piepoli siguió tirando. "¡Dile que se ponga a rueda o me paro aquí mismo!", farfulló el cántabro. Matxín tuvo que ordenar al italiano que lo hiciera. "Si no lo hago, seguro que aquel día se baja de la bicicleta aunque estuviese a un kilómetro de meta, en el Tour, con las cámaras enfocándole en directo y rodeado de público".

En 2009, con el maillot del Fuji, le contó a Matxín que, esta vez sí, lo dejaba porque había aceptado un buen trabajo como electricista. Acabó siendo una temporada fenomenal. Le ganó a Alberto Contador una etapa en la Vuelta a Castilla y León y se llevó otra en la Vuelta, en la que acabó entre los diez primeros pese a llegar a la presentación de equipos con un brazo en cabestrillo".

Cambio de maillot Tras aquella Vuelta decidió cambiar de aires y se separó de Matxín. Fichó por el Caisse d'Epargne. "Allí no cuajó. No anduvo. Le dieron cariño y le cuidaron, pero… Es muy especial". Este año ha vuelto junto al basauritarra. "Conozco todo de él. Lo bueno y lo malo", asegura. Tras el enésimo amago de colgar la bicicleta en mayo, Matxín le habló de que correría la Vuelta estuviese como estuviese, sin presión. "Nadie te va a exigir nada", le prometió. "Ahora está disputando la carrera. Aunque se derrumbe estaré orgulloso".