Estella-Lizarra - Respeto y un silencio y un halo especial de alto ciclismo presidieron las honras fúnebres con la que familia, amigos, vecinos y el mundo de la bicicleta despidieron ayer a Jesús Galdeano, el ciclista de Igúzquiza que, tras la misa en la iglesia estellesa de San Juan Bautista, fue enterrado en el cementerio de Estella-Lizarra, ciudad que lo acogió hace muchas décadas, donde residía y donde mantuvo el conocido comercio de Cafés Lesaga en la misma plaza, junto con su esposa Amparo Lesaga y con sus hijos.

El respeto que sus vecinos le tenían quedó expresado también ayer en los funerales, caso de miembros del Club Ciclista Estella como Ricardo Ugarte, para quien Jesús fue “todo un referente aunque ya estaba bastante enfermo”.

Un acto al que no podía faltar tampoco José Miguel Echávarri, la otra gran figura del ciclismo en Tierra Estella, para quien “Jesús Galdeano fue grande pero más que eso es importante la huella que ha dejado”, comentaba emocionado el ya retirado técnico de Abárzuza, que a duras penas logró contar la anécdota que les unió hace mucho tiempo: “Cuando yo era juvenil nos encontramos con todo el equipo Faema. Entre todos aquellos ciclistas estaba Jesús Galdeano. Unos días después me armé de valor y fui a la tienda de Jesús a pedirle una camiseta del equipo. Y me la dio. Yo le dije a ver qué le debía y el me contestó: “Mira majo, cuando salgas adelante y triunfes yo ya te pediré un autógrafo”, contó Echávarri, y añadió: “Galdeano tenía esos detalles y otras anécdotas con todo el mundo”.

Miguel Induráin fue otro de los que quiso estar ayer en ésta su última etapa y expresó su admiración por Jesús Galdeano: “Él fue de los primeros. Un gran corredor con mucha fuerza, un percherón que lo daba todo en cada etapa y un buen ciclista de equipo. Y además en aquellos años en que había peores condiciones en las carreteras y en las bicicletas”, comentó Miguel, que añadió: “Solía pasarme a verlo cuando venía a Estella, y daba gusto charlar un rato con él”.

Pero su biografía vital y deportiva quedó recogida en su autobiografía titulada Mile Grazie, Galdeano, título tomado de la frase de agradecimiento que el gran ciclista italiano Fausto Coppi le dedicara por su ayuda a conseguir uno de sus triunfos.

Entre los asistentes no podía faltar el cronista José Torrecilla, que siguió de cerca la trayectoria del ciclista de Igúzquiza y que recordó ayer la fuerza portentosa que demostraba Jesús Galdeano sobre la bicicleta. “Ha sido el más duro de los ciclistas navarros. Fue un gregario de lujo y corrió las tres grandes carreras -Vuelta, Tour y Giro-. Corría junto a los grandes y ayudaba a todos”, aseguró Torrecilla y añadió que “los corredores buenos confiaban en él porque era un ciclista de mucho poderío y mucha voluntad”.

Torrecilla recordó la saga de ciclistas que dio a la historia del ciclismo la pequeña localidad de Igúzquiza, de donde eran oriundos los hermanos Galdeano (Jesús, Ignacio, Clemente y Javier) y los Vidaurreta (Félix, Hortensio y Miguel), así como Ángel Ciordia. “Varios de ellos venían de su pueblo a trabajar a Estella y venían en bicicleta. Tenían 7 kilómetros de ida y 7 de vuelta, de subir y bajar cuestas, y allí se hacían ciclistas. Y no cabe duda que los logros que consiguieron y su papel en las distintas carreras han influido en la enorme afición que existe en Tierra Estella al ciclismo”.

Asimismo, recordó que la primera bicicleta que pudo adquirir Jesús Galdeano fue fruto de su trabajo en el monte. Así, Galdeano cortó y picó 800 gavillas de abarras o leña de encino, con las que obtuvo 800 pesetas para comprar su bicicleta. “Con él se podía hablar, entendía muchísimo de ciclismo, era muy rocero y le ponía mucho énfasis a las conversaciones”, relató con cariño José Torrecilla.

La despedida de Jesús Galdeano sirvió para que los viejos aficionados reconocieran también otros nombres legendarios que son la historia viva de este deporte de la bici. “Mira ese es Txomin Perurena y ese Javier Elorriaga y mira ¿ése otro no es Otaño?”. Jesús Galdeano llegó ayer a la meta y el sentimiento general de quienes le conocieron no puede ser otro que recordar en su honor la frase de Fausto: “¡Grazie, mile grazie, Jesús Galdeano”.