En Mallorca, donde el pasado año la nieve se personó como un turista accidental y del frío surgió Kobe Goossens, lucía el cielo azul, desmaquillado de nueves. Un friso recién lavado y el calor acogedor. Piernas al sol.

En la Challenge quedaron atrás los kilos de más y la paciencia de antaño, donde los ciclistas se probaban y hacían series. La mayoría entrenaba y algunos, que adelantaban su puesta a punto, competían. El ciclismo isleño era una hamaca.

En los tiempos urgentes y galopantes no hay lugar para la serenidad. Tampoco para la contemplación. Todo sucede deprisa, a chupitos. No hay deleite, solo competición. Los veteranos han de tener la energía de los jóvenes y los más inexpertos, el arrojo, la voracidad y la determinación del que sabe que el mañana es hoy, como si todo acabase mientras el suelo se mueve bajo sus pies.

En ese ecosistema que es el ciclismo veloz y eléctrico, flamígero, la juventud estupenda, pespuntó Igor Arrieta, de estreno en el UAE después de dos cursos en el Kern Pharma.

Pelayo Sánchez festeja la victoria emulando una llamada telefónica. Movistar / Getty

Victoria de Pelayo Sánchez

El navarro se subrayó en el cuarto trofeo de la Challenge, que logró Pelayo Sánchez en el esprint de los mejores, con una fuga valiente que exigía calidad. En las carreteras sinuosas y turgentes de la isla no hay espacio para la pereza y tampoco parece un lugar para la paz espiritual.

Arrieta, extraordinario, se planchó la felicidad para brotar y alumbrar su nombre en un equipo que colecciona estrellas, que sedimenta astros y acumula copas y trofeos. Pogacar, Ayuso, Adam Yates, Joao Almeida, McNulty, Marc Soler o el novicio Isaac del Toro, que conquistó una etapa en el Tour Down Under, pertenecen al paisaje de Arrieta.

El navarro sabe dónde está. El UAE, capaz de captar a los mejores ciclistas, se fijó en Arrieta. Con la confianza en el morral y la esperanza deletreándole la ruta, Arrieta se estiró en el Coll de Sa Gramola. Se encorajinó el de Uharte Arakil a 40 kilómetros de Port d’Andratx, donde se embocaba el cuarto episodio de la Challenge.

Encabezó la prueba durante un buen puñado de kilómetros hasta que después de que se le uniera Van Eetvelt, se fuera al suelo tras resbalar en un paso de peatones.

Alex Aranburu se fractura la clavícula

El navarro, con el costado izquierdo tocado, la sangre decorándole la carrocería, recobró la figura, pero cualquier opción se le escurrió como lágrimas en la lluvia. Una caída también fulminó a Alex Aranburu a poco más de 30 kilómetros de meta.

El de Ezkio se fracturó la clavícula derecha según confirmó su equipo después de la pruebas médicas que realizaron al guipuzcoano. Nicolás Alustiza, debutante del Euskaltel-Euskadi, también se fue al suelo. A consecuencia de la caída sufre una fisura en la clavícula izquierda a la espera de nuevas pruebas.

El de Ezkio, que estaba mostrando un buen nivel en la Challenge, tuvo que abandonar la carrera por culpa de la caída. Con Aranburu fuera de foco y Arrieta mascullando el resbalón, se prensó el grupo que garabateó el esprint. En el Movistar tuvieron que improvisar.

Engullido Van Eetvelt, Mayrhofer, que era el más veloz, secó la rebelión de Soler, que lo intentó a larga distancia. Era su carta. Marcada. Ese desgaste extra descartó al alemán cuando Pelayo Sánchez, hábil, esperando su momento, le dobló el espinazo. Vlasov fue tercero en el impulso definitivo a Andratx.

Allí dedicó el triunfo a César Alierta, antiguo presidente de la compañía telefónica fallecido recientemente. A Pelayo Sánchez le agarró la euforia. Igor Arrieta, raspado, alcanzó el final a 1:45 del vencedor tras dejar su sello.