Eddy Merckx, El Caníbal, epítome del ciclismo, el mito, cumple este martes 80 años. El hombre del palmarés infinito, el de las 279 victorias, el Dios de los cinco Tours, cinco Giros, una Vuelta, tres veces campeón del Mundo, siete Milán-San Remo, cinco Liejas, tres París-Roubaix, dos Tour de Flandes y dos Il Lombardia, 34 etapas en la Grande Boucle, observa en Tadej Pogacar a su heredero natural.

Nadie encarna el hambre de victoria y la capacidad para someter a sus rivales como el esloveno volador. El chico de las piernas de oro, el de la sonrisa cómplice y la mirada traviesa, posee tres Tours, un Giro, un Mundial, cuatro Il Lombardia, tres Liejas, dos Tour de Flandes, 17 etapas de la carrera francesa, además de otros logros estupendos como tres Strade Bianche y dos Flecha Valona.

El último de su lista de deseos lo ocupa el Dauphiné (en 2026 se llamará Tour de Auvernia-Ródano-Alpes), que situó en otra peana de su maravilloso museo. 

A los 26 años, Pogacar cuenta con 99 victorias. Parece reservar la celebración del triunfo número 100 para el Tour, el gran teatro del ciclismo, que abrirá el telón el 5 de julio en Lille hasta alcanzar los Campos Elíseos de París el día 27.

“Es difícil verme mejor que ayer en el Tour”, expuso el esloveno tras la demostración de la sexta etapa, en la que fulminó a Jonas Vingegaard, el único candidato a la corona de Francia que puede hacer peligrar la dinastía del esloveno. Desde que fuera sometido por el danés en el Tour de 2023, Pogacar se ha convertido en un ciclista imbatible. 

Pogacar está por encima

El esloveno es una figura intimidante no tanto por su fastuoso palmarés, sino por cómo vence. Además de ser capaz de ganar en todos los escenarios posibles, de estar en forma desde la esquina de febrero hasta el rincón de octubre, Pogacar pasea varios peldaños por encima del resto.

Mientras los que aspiran a derrotarle, o al menos aproximarse a él, sufren en la agonía, con los cuerpos quejosos y los rostros ajados por puro sufrimiento, Pogacar vence de forma despiadada sin un ápice de fatiga.

Al esloveno le acompaña el gesto sereno, la respiración queda y la armonía en cada pedalada mientras reprime cualquier clase de afrenta con un rendimiento metahumano. En el Dauphiné evidenció ese manual de estilo.

En realidad, nadie parece estar en disposición de merodear las performances del esloveno, que, por momentos, ofreció un perfil bajo y atemperó el grado de sus exhibiciones en las dos últimas jornadas alpinas de la carrera francesa.

Pogacar, campeón, y Vingegaard, en el podio. Europa Press

Frente a esa realidad, Vingegaard, de regreso a su mejor versión tras la pasada campaña, mediatizada por la brutal caída en la Itzulia, que le llevó al Tour apenas reconstruido y al límite, está obligado a elevar varios grados el nivel competitivo si no quiere asistir a un paseo triunfal de Pogacar, todopoderoso en el Dauphiné.

Vingegaard necesita mejorar

El danés fue el mejor de los mortales, pero lejos de la deidad eslovena, que manejó la carrera a su antojo. El Tour postula una competición más exigente, pero se antoja complicado que incluso el mejor Vingegaard pueda irrumpir en el palacio de Pogacar para destronarle.

“Tengo que trabajar en la aceleración y también en las subidas más largas. Espero poder dar un paso adelante en las próximas tres semanas hasta el inicio del Tour y luego ya veremos. Tadej está muy fuerte; es difícil ver una debilidad. Nos centramos en nosotros mismos y, aunque viera algo, no lo diría”, dijo Vingegaard a la conclusión del Dauphiné, donde se certificó el poder omnívoro del esloveno, que establecerá su campamento base en Isola 2000 para la aproximación al Tour, donde presentará la candidatura a su cuarta corona.

El favoritismo del esloveno es una verdad escrita en piedra. Si bien las carreras son impredecibles, multifactoriales e infinitas sus variantes, nada hace indicar que pueda haber un sorpasso siempre que el esloveno pueda retener el estado de forma que le ha convertido en imparable en los dos últimos cursos. El Dauphiné redactó las jerarquías con nitidez de cara al Tour.

El reto para Evenepoel

Remco Evenepoel, tercero en la pasada edición de la Grande Boucle, no pudo pisar el podio, adelantado por Lipowitz. Aunque lideró la carrera después de desplegar lo mejor de su repertorio en la crono, las montañas le negaron con vehemencia. El belga admitió que está “bastante lejos de Pogacar y Vingegaard”.

Asumió Evenepoel que le desanima ver a Pogacar y Vingegaard “atacar a toda velocidad” mientras él va al limite. “Tengo que mejorar en las subidas. Mi contrarreloj es perfecta, pero tengo que trabajar subiendo. Estoy lejos de los dos grandes”, sentenció. A la sombra de Pogacar.