Estas aplicaciones necesitan acceder a información de nuestros dispositivos para poder realizar sus funciones. Por ejemplo, una aplicación de mensajería pide acceso a las fotos para que podamos mandar imágenes, pide acceso al micrófono para poder mandar notas de voz o hacer llamadas de voz, a la cámara para poder sacar fotos o para poder hacer videollamadas, a la localización para poder mandársela a otras personas, a los contactos para poder enviarles mensajes€ La información que exigen es en estos casos necesaria para realizar su función.

Desde los ajustes del teléfono podemos conceder o retirar permisos para utilizar la información de nuestros contactos, micrófono, cámara€ en cualquier momento y a todas las aplicaciones.

Hay apps muy cotillas que recopilan toda la información que pueden, aunque en principio no sepamos para qué la pueden utilizar y no la necesiten para realizar su función. WhatsApp, por ejemplo, recopila el nivel de la batería del teléfono, cuál es nuestra compañía telefónica, nuestro nivel de cobertura, el lenguaje en el que tenemos la aplicación, nuestra zona horaria€ Eso, al margen de lo que es más conocido: información de pago si usamos sus servicios de compras o envío de dinero, número de teléfono, contactos, email, número de identificación del dispositivo, historial de compras, e información de interacción con el producto (a quién escribimos, cuánto, con qué frecuencia, a que hora, a qué hora nos conectamos por primera vez cada día, a cuál por última vez cada día, cuánto tiempo estamos conectados, localización€) entre otras cosas.

Está claro que nadie regala nada, y si algo no se paga con dinero, se paga con información. Si algo es gratis, los usuarios somos el producto. Por eso hay muchas aplicaciones que se crean con el único objetivo de recopilar información y venderla para obtener beneficio económico. No tienen funciones complejas ni se tarda mucho en programarlas; son aplicaciones genéricas y gratuitas. Pueden ser de edición de fotos, linternas, notas, juegos sencillos para adultos o muchas veces pensados para que los niños los instalen en los teléfonos de sus padres. Estas aplicaciones y juegos piden permiso para acceder a mucha más información de la que necesitan para realizar sus funciones y hay una específica que buscan: piden acceso a la galería y van a por fotos que sacamos a documentos importantes como DNIs, pasaportes, tarjetas€ Ese tipo de información privada está muy cotizada y hay quienes la guardan en la galería por comodidad. No se recomienda hacerlo, ni en la galería ni en aplicaciones en la nube.

Si decidimos tenerlas porque las necesitamos para nuestro día a día o nuestro trabajo hemos de ser muy cuidadosos con las apps que instalamos y los permisos que les damos. También debemos tener cuidado con las personas a las que mandamos este tipo de información. Si enviamos nuestro DNI o el DNI de los hijos a alguien para que haga alguna gestión, debemos asegurarnos de que esa persona también sigue las pautas de seguridad, porque si nosotros tenemos mucho cuidado pero la persona a la que le mandamos esa información no sabe protegerla, estará circulando por ahí y podrá ser utilizada de diferentes formas: suplantación de identidad, contratación de servicios€

Si tenemos que mandar DNIs, pasaportes, etc. a terceros se recomienda insertar esas imágenes en documentos de texto o PDFs y proteger dichos documentos con una contraseña. De esa forma, si ese documento es interceptado va a ser mucho más difícil que se pueda ver su contenido.

También se recomienda instalar solo las apps que necesitemos y usemos habitualmente y que descarguemos solo desde las tiendas oficiales como Google Play o App Store. Antes de hacerlo es conveniente mirar los permisos de acceso que nos van a pedir o leer su política de privacidad.