Cierra los ojos, ¿qué ves? Nada ¿Y qué color ves? Negro. Respuesta inmediata. Es normal, es lo que pensamos todos o la mayoría, no obstante, estamos equivocados. Creemos y estamos seguros de que cuando cerramos los ojos o estamos en completa oscuridad, el color que vemos es el negro. Pero lo cierto es que, realmente, no es el color negro lo que vemos. 

Si nos fijamos bien, al cerrar los ojos lo que percibimos es un gris oscuro que puede llevar a confusiones con el color negro. La diferencia entre ambos radica en que éste es un color más claro que el negro y viene acompañado de pequeños destellos brillantes. Mientras tanto, el negro es la percepción de la máxima oscuridad, solo es negro.

'Eigengrau'

Esta tonalidad grisácea que confundimos con el negro tiene un nombre específico y se le conoce como eigengrau, un término alemán acuñado por el filósofo Gustav Fechner en el siglo XIX. En su traducción al castellano significa gris propio o gris intrínseco (Eigen, deriva de propio y Grau significa gris).

Eigengrau y el color negro.

Pero, ¿qué es este color? El eigengrau se encuentra muy cerca del negro, pero no llega a ser negro del todo, de ahí las confusiones que se derivan entre las dos tonalidades.

También se trata de un color inestable, ya que su percepción puede variar dependiendo de la persona y del paso del tiempo.

Si mantenemos los ojos cerrados o estamos en la oscuridad durante cierto tiempo, al menos 20 minutos, el gris parece hacerse más claro e incluso pueden aparecer imágenes de color borrosas

¿Cómo surge? La respuesta se encuentra en nuestro sistema nervioso. La percepción de este color se considera un fenómeno generado por la retina o por sus conexiones nerviosas con el cerebro.

Nuestro sistema mantiene los nervios visuales en constante movimiento aunque tengamos los ojos cerrados y esto genera que el cerebro no pueda distinguir si los nervios trabajan con luz o sin luz.

Es decir, el cerebro no deja de funcionar aunque estemos con los ojos cerrados ni los nervios se relajan aunque mantengamos los ojos cerrados. A su vez, que no haya luz no significa que sea oscuridad total lo que vemos.

El sistema nervioso de una persona.

Conos y bastones

En este fenómeno también intervienen las células fotorreceptoras que se encuentran en la retina del ojo. A estas células se les denomina conos y bastones.

Los conos perciben los colores y nos permiten ver cuando disponemos de suficiente de luz. Por otro lado, los bastones no pueden discriminar los colores, pero son más sensibles a la luz.

También nos ayudan a percibir la luz gracias a una proteína llamada rodopsina. Cuando cerramos los ojos y nuestros ojos reciben un estímulo visual mínimo, nuestros fotorreceptores de bastones no se apagan por completo. La rodopsina de los bastones permanece activa y puede continuar enviando señales al cerebro que se perciben como destellos de luz. 

El ojo abierto de una persona.

Alucinaciones

No obstante, la percepción del eigengrau ha sido vinculada en ocasiones con las alucinaciones. Esto es así por la forma en la que el cerebro procesa la información visual en ausencia de estímulos externos. Tanto el eigengrau como las alucinaciones son productos de la actividad neuronal en el cerebro y su tendencia a interpretar y crear percepciones incluso en ausencia de estímulos externos.

También se ha considerado el eigengrau como ruido visual. Esto quiere decir que en una situación de penumbra o de oscuridad total percibimos un fondo de pequeños puntos negros y blancos que se mezclan continuamente. El ruido visual solo es visible en la oscuridad.