ANDAN los profesionales de Radio Nacional de España de celebraciones porque acaban de cumplir setenta y cinco años de cita diaria con los oyentes, nacida en pleno enfrentamiento civil y con monopolio informativo durante cuatro décadas de dictadura y censura y la obligatoriedad de conectar con El parte, producto informativo del régimen que dominaba todos los postes emisores del Estado. Como el resto de la radio española, RNE liberó sus micrófonos con la llegada de la Transición y el régimen constitucional. Al amparo de TVE, las emisoras públicas de cobertura estatal han desarrollado un grupo empresarial que abarca desde la programación generalista (RNE) hasta las emisiones de Radio Exterior, Radio 3, Radio 5 todo noticias, pasando por Radio Clásica y Radio 4 en Catalunya. A través de sus micrófonos han crecido cientos de profesionales con señeros ejemplos de conductores de magacines o informativos como Luis del Olmo, Pedro Piqueras, Matías Prats, Alejo García, Juan Manuel Gozalo, Julio César Iglesias, Pedro Ruiz o los actuales Juan Ramón Lucas, Toni Garrido o Pepa Fernández, lista cuajada de comprometidos hombres y mujeres con la radio pública y cantera para las empresas radiofónicas. La radio pública legitima su existencia y presupuesto en principios de servicio público, pluralidad informativa y criterios formales de rigor, calidad e innovación. El gran riesgo de la radio pública está en la tentación manipuladora y acaparadora de los gobiernos de turno, que no acaban de entender que el medio no es suyo y que son gestores del común y se deben a la audiencia plural y diversa y a las minorías sociales. La larga singladura de RNE enseña que la libertad hace crecer al medio y asienta lo público y que la manipulación, la asfixia informativa y la censura empequeñecen la radio y la hacen poco visible. Zorionak.
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