Quedan apenas dos días para que comience el Festival de Teatro de Olite y el pueblo se prepara para los últimos detalles. Las calles están llenas de turistas, como acostumbra en verano y los vecinos están “encantados” de que en su pueblo sucedan espectáculos de circo, danza, música y teatro. Por su lado, los escenarios cuentan las horas para que los artistas provoquen aplausos.

Entre el 21 de julio y el 6 de agosto, Olite, Tafalla, Beire y San Mrtín de Unx, que se estrena en esta edición, serán los encargados de cobijar en sus plazas y calles las 36 actuaciones, diversas, contemporáneas y sobre todo, repletas de arte. 

El festival comenzará este viernes 21 de julio en Olite con un espectáculo de danza y fútbol llamado La partida, de la Compañía Vero Cendoya, que se podrá disfrutar en la Plaza Teobaldos a las 19.30 horas. Para celebrar el inicio del festival, se ofrecerá una segunda cita, la actuación nocturna La infamia, basada en la historia real de la periodista mexicana Lydia Cacho, que se dará a conocer a través de la combinación de una narrativa teatral y cinematográfica. El espectáculo, que recibió el Premio Max 2023 a mejor actriz ex aequo para Marta Nieto y Marina Salas y fue finalista al mejor espectáculo de teatro, tendrá lugar en La Cava a las 22.00 horas.

UNA GRAN ACOGIDA

Ante la cuenta atrás del festival, los vecinos de Olite esperan a las compañías de teatro y al público con los brazos abiertos. El característico color verde chillón del cartel da la bienvenida a La Cava, que envuelve el castillo y anuncia algo evidente, la llegada del teatro al pueblo navarro.

A escasos metros del castillo, en la plaza Carlos III de Olite, camuflado entre la piedra que uniforma las fachadas del pueblo, se encuentra el bar Mesón el Sol. En la entrada, un gran portón de madera con un sol brillante recibe cada mañana a Igor Bayona, que trabaja como camarero en el bar desde  hace tres veranos. Como vecino de Olite, y tras tantas ediciones, el festival le resulta familiar. La llegada de numerosos vecinos de Navarra y de otras localidades “supone una inyección económica para el pueblo”. Igor aguarda la llegada del viernes “como todos los años”, para poder disfrutar del buen teatro y de las vistas, en definitiva del turismo. Para los asistentes es habitual acudir a bares como Mesón el Sol para cenar antes de las funciones, ya que suelen ser nocturnas. Los más animados, una vez la cocina ha cerrado, se animan a tomar el vino local de las bodegas Ochoa y disfrutar de las vistas y el ambiente de la plaza, que con el palacio tan cerca, recuerda al medievo. Para el joven camarero, como para tantos otros compañeros de profesión, el festival es sinónimo de trabajo. Los refuerzos en la plantilla del bar incluso aumentan en los fines de semana debido a la gran demanda de clientes. “El festival da vida a Olite, que es de lo que se trata; atraer a gente y generar trabajo siempre es una buena noticia”, declara Igor.

Además de los bares, las tiendas también aplauden la llegada de turistas, que son el grueso de la clientela en verano. María Cruz Echarri, que atiende uno de los locales de souvenirs de camino al castillo, cierra a las 21.00 de la noche, por lo que coincide más con los clientes que asisten al festival en familia. Aunque afirma que “Olite tiene turismo durante todo el año, me sigue pareciendo fantástico que en el pueblo se sigan haciendo cosas tan maravillosas”. Hubo una época en la que incluso cerraba la tienda para asistir a las citas que marcaba el festival, pero con los años ha pasado de ser una espectadora a recibir al público tras el mostrador.

Entre diferentes tiendas de regalos en las que se ofrecen vino de Olite, armaduras y espadas de corcho infantiles, el exterior de la librería El Kiosko, de Luis Miguel Escudero, sorprende a quienes pasan por allí con un photocall de una armadura en la que los turistas aprovechan para sacarse fotos. Luis Miguel es vecino y comerciante de Olite, y ha visto transcurrir más de 40 festivales, así como la evolución del mismo, que ha pasado por el teatro clásico, una oferta que este año se ha vuelto más “versátil y abierta”. El propietario considera un lujo poder disfrutar de los espectáculos “en la puerta de casa y con un precio asequible, sin tener la necesidad de desplazarse a Pamplona o a Madrid” para disfrutar de ellos. Reconoce que el cartel del festival atrae a “un montón de gente y que es una ventana de Olite al mundo”. “En el pueblo somos gente receptiva, estamos acostumbrados a los turistas y el teatro redobla la experiencia”. El vecino destaca la ampliación de escenarios más allá de La Cava, que ofrece la oportunidad al público de descubrir el resto de “rincones maravillosos”, como la plaza de Teobaldos, que se encuentra a un paso de su tienda, espacios que permiten hacer teatro de calle, que se encuentra entre las apuestas de esta edición. 

El cartel de la edición de este año. Unai Beroiz

ESCENARIOS SINGULARES

Hay quienes, que como Ariane Echenique, también admiran el entorno y consideran un privilegio poder disfrutar de una experiencia teatral “preciosa” desde lugares como La Cava. La joven es de Tafalla y en su primer año como recepcionista en el Museo del Vino ha vivido en primera persona cómo hay visitantes que han llegado “por y para el festival”, interesados en las obras que se interpretarán y en las entradas, que durante el fin de semana están a la venta en el museo. Este año experimentará por primera vez como trabajadora, además de espectadora la acogida del festival. Como asistente a ediciones anteriores, Ariane percibe un gran interés por la gente de los alrededores debido a la amplia oferta de compañías, así como de sus procedencias. “Estamos emocionados, porque además de obras, los jóvenes cuentan con la oferta de talleres”, destacaba Ariane. 

Además de la plaza Teobaldos y La Cava, otro de los rincones con encantos es el que ocupa el Hotel Merindad de Olite, un negocio familiar en el que trabajan Deme Escudero y su hijo Álvaro Celayeta. La parada en su establecimiento se hace obligatoria para aquellos que en su ruta por navarra han acudido a los Sanfermines o a visitar las Bardenas, al igual que sucede con el festival, el cual trae a su hotel a actores de diferentes compañías y también a miembros del público. Deme Escudero considera que celebrar el festival en su pueblo y no en otro “es un motivo de orgullo, ya que es un signo de que merece la pena y es un espacio culto”. 

Encantados y con orgullo de que después de más de 40 años, Olite siga siendo el escenario principal del festival, los vecinos esperan el desembarco de los actores y del público con una sonrisa.