El de 1994 era el primer Tour de DIARIO DE NOTICIAS, y para que la gerencia no pusiera pegas se le hizo una propuesta prudente: no vamos a cubrir las 21 etapas, que vale una pasta en alojamientos, comidas y gasolina, por lo que no hace falta ir al Grand Depart en Lille, que está casi en la frontera con Bélgica –es, por cierto, mucho menos famosa en el ciclismo que la anexa Roubaix–, sino que nos centramos en el cogollo de la alta montaña y nos incorporamos, casi al paso, en la primera jornada pirenaica. Es decir, en semana y media, apenas 11 etapas, 7 de montaña, una cronoescalada y el fin de fiesta en París. Más condensado, imposible. Y allí que nos fuimos, redactor y fotógrafo, a la cima de Lourdes Hautacam a esperar al pelotón, dejando Pamplona en pleno bullicio, ya que era el 13 de julio.

Miguel Indurain se proclamó ganador del Tour en 1994, haciéndose con el maillot amarillo por cuarta vez consecutiva. DIARIO DE NOTICIAS

"Volveos ya a casa. Esto ha acabado", nos decían los colegas en Lourdes Hautacam

Miguel Indurain ya lucía el maillot amarillo porque dos días antes, en la crono de 64 kilómetros entre Perigueux y Bergerac, se había ganado el sobrenombre de Tirano de Bergerac: 2:00 al segundo –su principal rival, Toni Rominger (Mapei Clas)–, 4:22 al tercero –Armand de las Cuevas (Castorama)–, etcétera. Sus típicas masacres en esa modalidad. Pero, claro, ahora había que verlo en la alta montaña. Y no es que viéramos mucho, porque la niebla nos dejó a todos casi sin imágenes. Pero lo poco que se pudo atisbar fue suficiente: el villavés surgiendo entre la niebla junto al francés Luc Leblanc, que ganó la etapa, y luego un rosario de ciclistas: Pantani a 18 segundos, Virenque a 56... y, en el 16º puesto, Rominger a 2:21.

Acabábamos de llegar y varios colegas de diferentes medios nos vacilaban: “¿A qué habéis venido? Volveos a casa. Esto ya se ha acabado”. Y el argumento principal era cómo había quedado la general, con Rominger ya a 4:47, De las Cuevas a 5:36 y Piotr Ugrumov a 8:32. Pero hablabas con el propio Induráin, que veía en el Libro de Ruta todo lo que quedaba aún por delante –Tourmalet y Luz Ardiden; Alpe d’Huez; Glandon, Madeleine y Val Thorens; Croix-Fry y Colombiere; y cronoescalada en Morzine Avoriaz– y decía casi lo contrario: “El Tour solo acaba de empezar”. Hay que recordar que después de cinco victorias consecutivas en grandes vueltas –Tour 91, Giro y Tour 92 y Giro y Tour 93–, Miguel Indurain no había ganado el Giro 94, y demasiada gente –rivales y periodistas– se había precipitado al anunciar el definitivo declive deportivo del corredor navarro.

Indurain fue igual de dominador que en 1991, 1992 y 1993, pero es cierto que esta vez se le hizo largo el Tour

Un fatalismo que en absoluto había compartido el equipo Banesto, en el que se sabía que las puñeteras alergias, un par de catarros más molestos de lo habitual y una tendinitis en la Vuelta al País Vasco habían impedido que Indurain llegara en plenitud al Giro. Y, aún así, estuvo a punto de ganarlo en la etapa del Mortirolo, pero “una grande pájara” (como él mismo dijo en la televisión italiana) en el último puerto le había impedido hacerlo (ganó el ruso Eugeni Berzin, con 2:51 sobre Pantani y 3:23 sobre Indurain). Y, claro, después de sembrar tantas dudas sobre el nivel deportivo del villavés y de vaticinar su hundimiento, mucha gente se tenía que tragar los dos mazazos que casi sentenciaban el Tour 94. La carrera prosiguió, con Miguel Indurain igual de dominador que en 1991, 1992 y 1993, pero cierto es que esta vez se le hizo larga. Ya se había retirado Toni Rominger –que había creído que estaba ante su gran ocasión de ganar el Tour–, pero apareció el principal adversario del navarro: él mismo. Los esfuerzos le pasaron factura en las últimas etapas de montaña, en las que surgió el letón Piotr Ugrumov, el mismo que le había puesto en apuros en la etapa de Oropa del Giro 93, un ciclista diesel que ganó de manera consecutiva en Cluses, tras larga escapada, y en la cronoescalada casi final. Por fortuna, el navarro tenía una renta sobre Ugrumov que pudo administrar para ganar ese Tour con 5:39 de ventaja sobre el letón y 7:19 sobre Pantani. Y se aprendió tan bien la lección que renunció a los Giros de 1995 y 1996 para llegar más fresco al Tour. Lo consiguió en 1995 y no le sirvió en 1996, pero ésas ya fueron otras historias.