Viven, "afortunadamente" como dicen ellos, entre libros. Crecieron como ávidos lectores, y desde hace tres décadas transmiten esa pasión a sus clientes. Hoy, como cada 23 de abril desde hace dieciséis años, los libreros son protagonistas. Su modo de vida, en el que la vocación tiene tanta importancia como el negocio -si no más, porque lo primero impulsa lo segundo-, pervive en medio de un panorama de crisis económica y cambios sociales a los que ellos, profesionales y apasionados de los libros, se van adecuando para seguir ofreciéndonos la oportunidad de leer. De vivir dos veces.
¿un nuevo modelo de negocio?
El mercado hoy: concentración y dispersión de la oferta
Ante la pregunta de si, dados los cambios económicos y sociales -nuevas tecnologías, Internet, piratería...-, el sector del libro necesita hoy un nuevo modelo de negocio, los libreros lo tienen claro: "Ya existe desde hace años ese nuevo modelo, y se va adecuando a los tiempos". Iosu Múgica, encargado de Auzolan, destaca que "en este momento nosotros, los libreros, no somos el único negocio respecto a los libros. Ahora los venden grandes superficies, gasolineras y demás instalaciones del extrarradio. Sin olvidar los periódicos, que se han convertido en tiendas; los bancos, que los regalan... No sé si dinero, pero prestigio debe dar una barbaridad, porque hoy todo el mundo pretende vender libros". Y "ese intrusismo que no es nuevo", afirma Patxo Abarzuza, coordinador de librerías Elkar, "no es bueno en absoluto para nosotros. La mayoría de los libros que se venden hoy en el Estado pasan por manos no profesionales". El responsable de Gómez y presidente de la Asociación de Libreros de Navarra, Jesús Sancha, no cree que haga falta otro modelo de negocio: "Las librerías están actualizadas, nos estamos adecuando en la medida de nuestras posibilidades a lo que la realidad social nos pide, en cuanto a informatización, páginas web, venta por Internet, edición de catálogos, etc". Javier López de Muniáin, de El Parnasillo, apunta que "lo que sí se nota en estos años es el derrumbe de cantidad de pequeños negocios que se han ido al garete, y está habiendo una invasión cada vez mayor de las grandes cadenas de librerías". Aunque, apunta Abarzuza, "como el libro siempre ha sido un mercado en crisis, porque no es de venta masiva, ahora se ve un poco menos afectado que otros sectores". Eso sí, los cuatro libreros notaron el año pasado el bajón en las ventas.
El mercado del libro vive un proceso de concentración en grandes superficies, lo que lleva consigo una dispersión de la oferta. Y los libreros pamploneses acusan esta realidad en su ciudad. Se quejan de que los gobernantes han fomentado las grandes superficies comerciales, "y ahora que la parte vieja y el centro están muertos, peatonalizan, revitalizan... Todo eso llega tarde. Es desolador, los fines de semana te paseas por el centro y está todo vacío, mientras que en las grandes superficies hay colas para poder entrar", dice Sancha. Aunque Abarzuza percibe que en otros sectores ha habido "más desbandada" y más cierres de negocios que en el del libro: "Yo diría que históricamente los libreros, al tener unos márgenes tan escasos, nos hemos conformado con menos, hemos adecuado más los gastos generales a nuestros resultados, y hemos aguantado más".
las bazas de los libreros
Dar calidad, servicio, informar, "estar muy al tanto"
Ofertar calidad, servicio, información y, sobre todo, brindar una atención personalizada a sus clientes y cuidar especialmente a los más fieles son las bazas con las que cuentan los libreros a la hora de hacer pervivir su oficio. "Las grandes superficies cuidan el gran libro y el movimiento rápido, en cambio nosotros mimamos autores, temas, secciones...", dice López de Muniáin. "Lo más importante, por encima de todo, es la atención al cliente; estar muy atento a lo que nos demanda", comenta Jesús Sancha. "Un arma fundamental es que la gente sabe que nosotros leemos y nuestro consejo es muy valorado. Eso, fuera de las librerías o se da muy poco, o no se da", añade Patxo Abarzuza. Para él y para Iosu Múgica "es clave la selección del fondo, eso es lo que nos puede diferenciar de ese otro tipo de comercios". En este sentido, el responsable de Auzolan comenta que "en Pamplona se da un fenómeno importante, y es que las librerías especializadas adecuamos el fondo incluso respecto al resto de librerías de la ciudad. Cada una tenemos una característica específica, una tendencia, y eso ayuda a que no nos pidemos excesivamente unos a otros. Trabajamos todos con bastante tranquilidad".
el libro electrónico
¿Amenaza u oportunidad?
El e-book plantea muchos interrogantes a los libreros. "En principio, todos nos lo hemos tomado como una amenaza, pero el propio mercado dirá si es válido o no y si se implanta o no", dice Patxo Abarzuza. Eso sí, recalca que "en el momento en que eso llegue, es obligación de las librerías estar preparadas. Porque sólo faltaba que encima de que nos menguan la venta en soporte papel, el soporte electrónico termine vendiéndose fuera de las librerías". De momento, en Pamplona se vende en las tiendas Elkar y Auzolan. Para Javier López de Muniáin, así como la imprenta, supuso una revolución, hizo que subiera el índice de lectura y la transmisión de ideas, y abarató la posibilidad de acceso a la literatura, con el e-book "esto va a ocurrir, porque se va a abaratar el comercio del libro. Y sobre todo se va a extender en determinados entornos sociales, por ejemplo rincones de África o Asia que no estén en las ciudades, que es donde siempre se han vendido los libros... Aunque no creo que llegue a desbancar al soporte papel", dice el librero de El Parnasillo.
Iosu Múgica opina que más que en el soporte, el problema del libro electrónico está en la piratería. "En el modo de acceder, si el cliente lo va a pagar, cómo, a quién, quién va a comercializarlo... Eso será decisivo en la evolución de los hechos a partir de ahora". En Estados Unidos el e-book ya es todo un fenómeno de ventas. "Pero es que en Norteamérica la piratería es casi imposible, mientras que en Europa es más que posible, y sobre todo en España mucho más; en este Estado es impresionante, somos todos una banda de piratas en todos los niveles", opina Iosu Múgica. "Aquí hay una falta de ética mercantil muy grande", dice López de Muniáin. Quien es más escéptico respecto al libro electrónico es Jesús Sancha. "No lo acabo de ver como producto de consumo masivo de ocio. Cuando salió el audio book también se pensaba que iba a haber una revolución, lo mismo cuando salió el CD-ROM, y en este momento el CD-ROM en el tema del libro es completamente residual... Pero en todo caso está ahí, y si nuestros clientes nos demandan e-books, pues tendremos e-books".
Los libreros ven en este nuevo invento un soporte de futuro para ciertos contenidos técnicos, de enciclopedia, para ediciones que son difíciles de encontrar, para clásicos de la literatura que no son demasiado populares, y lo consideran un buen canal para esos autores que quieren editar y se arriesgan a perder dinero continuamente. "Lo digital es el medio idóneo para entrar en contacto directo con la gente y darte a conocer sin riesgo de hundirte económicamente", dicen. Otro interrogante es cuánto costará el título de un libro electrónico. "En América no es tan barato, hoy en día supone para el cliente un 20% menos que el libro en soporte papel. Y en un país como España es más que improbable que la gente esté dispuesta a pagar por un libro en digital 16 ó 17 euros costándole en papel 22", auguran.
¿Ayuda de las administraciones?
Pesimismo entre los libreros
En Francia, un país que tenemos tan cerca, las pequeñas librerías y librerías independientes gozan de un estatus al estar protegidas por una ley específica que está haciendo por que pervivan frente a las grandes cadenas. "Por tener determinados m2 dedicados al libro de fondo o al libro especializado que no sea estrictamente la novedad, reciben un tipo de subvención", cuenta Jesús Sancha. Iosu Múgica añade que "en varios lugares de Europa hay un inicio de corriente por la cual se pretende declarar a las librerías de corte tradicional, del tipo de las nuestras, algo así como pertenecientes al acervo cultural de la ciudad o de la autonomía en cuestión... Un reconocimiento que les haría estar sujetas a unos apoyos o subvenciones".
Respecto a la posibilidad de que todo esto se dé en España, y en concreto en Navarra, los libreros se muestran pesimistas. "Aquí la atención por parte de las administraciones a nuestro sector y a la cultura en general brilla por su ausencia. No son nada sensibles a nuestras demandas, y los hechos lo demuestran", señalan. Según Abarzuza, "la política municipal o foral lo tiene muy fácil para adecuarse a lo que necesitamos, y es hacer todo lo contrario a lo que ha hecho hasta ahora. Así como nos hemos gastado millonadas en rotondas y en accesos a las grandes superficies, con la mitad de ese dinero estaríamos muy contentos si pudiéramos acceder a la ciudad, al centro histórico y a cualquier barrio, para que la gente pudiera comprar el espacio natural donde tradicionalmente se hacían los negocios y las compras".
el ser librero
Pasión, vocación, empeño y adecuación a los nuevos tiempos
Les gusta su oficio, y sus clientes lo saben. Lo notan. "¡Cuántas veces vienen y nos dicen ¿y estás aquí aún?!... Y estás a gusto", dice Sancha. El responsable de Gómez lleva 22 años como librero y algún otro anteriormente como bibliotecario. A Javier López de Muniáin se le van todos los males en cuanto entra en su tienda, El Parnasillo. "Me olvido de todo, tú, es increíble", apunta. Y eso a pesar de los años: él es el más veterano, en agosto cumplirá 40 en el oficio. El responsable de Elkar Comedias, antes Xalbador, Patxo Abarzuza, le pisa los talones: 36 años. O le gana, según se mire. Porque 36 son los años que lleva a jornada completa y de manera profesional, "pero como mis padres tenían una librería, desde los 13 años ya trabajaba allí, todos los días después del colegio", recuerda. Iosu Múgica tampoco se queda atrás: 33 años suma su trayectoria como librero desde que él, junto a otros socios fundadores, abriera Auzolan.
Mucho han cambiado las librerías desde que ellos empezaron. "Hace 40 años se vendían más libros en la trastienda que en la tienda, la mitad de las luces estaban apagadas, y casi hacía falta santo y seña para entrar. A la gente le daba corte, le parecía que si no era una persona muy culta o intelectual no podía acceder...", dice Abarzuza. "Y los libros estaban detrás del todo y en vitrina, no se podían tocar", recuerdan. "Había editoriales contadas, muy fijas, muy determinadas, y tú recibías la novedad en depósito, un ejemplar de cada, lo veías y en función de eso pedías. Eran años en que estaba prohibido todo, jugabas con el morbo del escondite... Era una cosa demasiado bonita", dice López de Muniáin con nostalgia. Pero sus colegas apuntan, a lo que él termina asintiendo: "Qué va, cualquier tiempo pasado fue peor. Los libros son ahora mejores que antes. Hay mejor papel, mejores traductores, mejores impresores, mejores fotógrafos, mejores máquinas y mucha inmediatez...". También, dicen, cada vez hay más lectores, y sobre todo más lectoras. "La mujer es el elemento fundamental en estos años como compradora", aseguran. Hoy Internet, aunque en cierta manera es una competencia, también es un aliado: los blogs literarios animan a consumir libros. Eso sí, antes se vendían más autores y temas -sobre todo, en esos años de prohibición, la política y el sexo-, y ahora imperan en la demanda los títulos comerciales. "Lo marcan las grandes campañas y los grandes medios, el cine... No es casualidad que vendamos muchos Crepúsculos...", cuentan.