SON mujeres, tienen estética japonesa y visten kimono, pero si algo las diferencia es que están hechas de lino, y viven en frágiles mundos de cristal o madera. Así son las 17 muñecas que Berta Osés, o Beruta, ha creado para la exposición Geruzak, 12 escenas orientales, que acoge el Planetario estos días con motivo del Festival Anime de Navarra.

La muestra, que estará abierta hasta el sábado, busca retratar escenas de la vida cotidiana, en este caso de mujeres orientales. "Con este trabajo he tratado de plasmar distintos grados de intimidad de la mujer, por eso he dividido la muestra en dos zonas. En la primera, las muñecas representan escenas que se encuentran entre lo privado y lo público: en balcones, terrazas, etc. Y en la segunda he retratado momentos más íntimos, como la hora del baño o durmiendo en la cama", señala Osés, quien reconoce que esta es la primera vez que expone su material.

"Recrear estos momentos con las muñecas me permite hacer referencia a las distintas facetas de nuestras vidas. Es decir, las personas no nos comportamos igual cuando estamos en casa que en la calle, por ejemplo, y, sin embargo, todas esas caras son parte de nosotros. Conforman nuestra personalidad", apunta la creadora, quien explica, así, en parte, el porqué de que las muñecas no tengan rostro. "Prefiero conformar la personalidad de cada una a través de todas esas capas que tenemos los seres humanos, tanto exterior como interiormente. En este caso, lo que me ha servido para darles vida ha sido la vestimenta, algo por lo que siempre he tenido especial predilección", reconoce.

No en vano, Beruta estudió Comunicación Audiovisual en Guipúzcoa. "Llegué a crear vestimenta para cine y fue algo que siempre me llamó la atención, por eso me ha influido tanto. El haber estudiado esa disciplina también me permitió ser más creativa al plantear las escenas de la exposición con las muñecas", señala la artista. Y es que las figuras están protegidas por jarrones de cristal dados la vuelta y por jaulas para farolillos de jardín. "Me pareció una idea original, y una buena forma de mantenerlas protegidas del exterior", explica.

Así, las muñecas representan, en el interior de sus habitáculos, diferentes escenas cotidianas. En el jardín, la muñeca se sitúa bajo una rama de flor de palmera, que representa el típico cedro japonés; en la cama, la mujer está tumbada en un armazón de madera y tapada por sábanas cuidadosamente cosidas a escala; y en la bañera, la muñeca disfruta de una relajante inmersión en agua y jabón, recreada con algodón blanco. Además, la iluminación, más fuerte en el caso de las escenas de la vida pública y más tenue en las de la vida privada, ayuda a crear una atmósfera cinematográfica.

"Tal y como están presentadas parecen muy frágiles, sólo protegidas por un cristal. Sin embargo, son todo lo contrario, están hechas con lino y relleno duro. No obstante, sí tienen pequeñas piezas que deben ser tratadas con delicadeza, como debería ser, en el fondo, tratada cualquier mujer", admite la autora.