Tres visiones desde la élite
los pritzker renzo piano, jacques herzog y glenn murcutt inauguraron la citaLa ecología y la búsqueda de la belleza, así como las modas, fueron los temas que más debate suscitaron
pamplona. Baluarte pasó ayer de ser un edificio silencioso y tranquilo a convertirse en una especie de edificio institucional en el que los arcos y escáneres de seguridad ocuparon el amplio y diáfano vestíbulo del inmueble diseñado por Patxi Mangado. Y es que, coincidían dos actos. Por un lado, la inauguración del Congreso Internacional Arquitectura: Más por menos, que, precisamente, organiza la fundación que creó el arquitecto estellés, y la entrega de los Premios Príncipe de Viana de la Cultura, de la Atención a la Dependencia y de la Solidaridad. Galardones que entregaron los Príncipes de Asturias por primera vez en Pamplona, de ahí las medidas de seguridad y la confusión entre los periodistas que acudían a una y a otra cita.
Ambas citas se encontraron a la hora del almuerzo, presidido por don Felipe y doña Letizia y con la presencia de las principales autoridades de Navarra, así como de los responsables del Congreso, con Patxi Mangado y el ex ministro Carlos Solchaga como cabezas visibles. Sin olvidar, claro, a los ponentes, de entre los que destacaron, sin duda, los tres Premios Pritzker que protagonizaron la jornada inaugural del Congreso: Renzo Piano (Italia), Jacques Herzog (Suiza) y Glenn Murcutt (Australia). Los tres desplegaron a lo largo de la mañana de ayer sus respectivas visiones acerca de lo que es o debe ser la arquitectura, de su poder, de las modas, de la búsqueda de la belleza, de su papel en el desarrollo sostenible, coincidiendo y discrepando a partes iguales.
los maestros El primero en intervenir fue Renzo Piano (Génova, 1937), ganador del Pritzker en 1998 y autor de obras emblemáticas como el Centro Georges Pompidou de París o la reconstrucción de la Postdamer Platz de Berlín. Para él, definir la arquitectura con exactitud es "imposible", ya que, en su opinión, se trata de una profesión que puede calificarse como "el arte de responder a los deseos, a los sueños" ; el arte de "dar respuesta a una necesidad", de modo que el profesional tiene que ser tanto un albañil como un sociólogo. El italiano repasó su trayectoria apoyado con fotografías de sus proyectos y, recordando sus inicios, mencionó al que considera uno de sus maestros, Franco Albini, "que me animó a trabajar con las manos". Así estuvo, haciendo manualidades hasta que fue a más. Como consejo a las nuevas generaciones, Piano subrayó que los arquitectos "son como icebergs; sólo se ve una parte", y por debajo está "la cabezonería suprema", el "tesón" que, a su juicio, todo buen profesional debe cultivar "para no quedarse en la supercicie de las cosas y saber profundizar". Del mismo modo, recomendó a los principiantes que aprendan a trabajar en equipo y a "robar" las ideas buenas que se vayan encontrando por el camino.
El segundo en intervenir fue Jacques Herzog (Basilea, 1950). Autor, junto a Pierre de Meuron, del CaixaFórum de Madrid, del Edificio Fórum de Barcelona o de la Tate Modern de Londres, Herzog, Premio Pritzker en 2001, expuso varios de sus proyectos a los asistentes, dejando notar su gusto por los nuevos materiales o por la creación de espacios públicos y de tránsito en sus estructuras. Para el suizo, "una de las cosas que puede hacer la arquitectura es ser arquitectura", convertirse en "un medio lo suficientemente fuerte como para perdurar en el tiempo", teniendo la capacidad de "inspirar a las personas" de "atraerlas o rechazarlas". "Esto es lo que hace que la arquitectura sea aún necesaria hoy en día". En definitiva, para Herzog "la arquitectura funciona o no, sin más; y lo hace independientemente de la filosofía que haya detrás de ella". En ese sentido, "las piezas que nos impresionan e impactan siguen ahí", de lo que se deduce que el éxito de un edificio "no es un premio o una portada en una revista"; el éxito "está en las personas que lo visitan, sólo ellas pueden decidir si lo hacen suyo". Por lo tanto, "es la respuesta emocional la que hace funcionar un edificio o una ciudad", añadió Herzog, que también habló de sus maestros, Aldo Rossi entre ellos. "Un maestro es algo maravilloso que te inspira y te seduce, pero del que coges lo suficiente para luego matarlo", apuntó.
Por su parte, Glenn Murcutt, nacido en Londres en 1936, aunque criado en Australia, coincidió con Renzo Piano en unos comienzos marcados por las manualidades. "De niño, en vacaciones me encantaba ir a la carpitería y construir cosas o ver cómo otros lo hacían", contó, y dijo sentirse afortunado porque en la Universidad de Nueva Gales del Sur tuvo un profesor, Beasley, que les enseñó, primero, cómo crecen las estructuras de la naturaleza (plantas, árboles, telas de araña, etcétera), para estudiar, después, objetos hechos por el hombres como puentes colgantes y otros. "Fue una base fundamental para mí; con él llegamos al corazón de la verdad de la construcción, y eso, junto con los consejos de mi padre, fue lo que encendió mi llama por esta profesión", explicó Murcutt, Pritzker en 2002. A diferencia de sus dos colegas, este arquitecto tiene una forma muy peculiar de trabajar, y es que lo hace casi todo solo y de vez en cuando cuenta con colaboradores, como su esposa, también arquitecta. "No creo en la propiedad intelectual, yo he hecho muchas cosas para que otros las aprovechen y creo que debemos compartir elementos con arquitectos cuyo trabajo sí tiene un impacto público". "El papel que entiendo que yo debo jugar no está en el dominio público", dijo, sino "investigando y buscando soluciones en mi contexto", de ahí que trabaje en su entorno más inmediato, con obras residenciales que prestan atención a los materiales, al entorno, a la luz, al clima, conservando siempre un carácter marcadamente australiano.
belleza y ecología Precisamente, la sostenibilidad y la ecología fue uno de los puntos más debatidos en la jornada de ayer, sobre todo entre Murcutt y Herzog. Para este último, la belleza es "lo más importante del mundo". Y citó a Marcusse, para quien la belleza era "el único momento revolucionario porque seduce a todos", y esto, dijo, ese "propósito" es "lo que me hace levantarme todas las mañanas". Piano coincidió en que la belleza es "fundamental", la "base de todas las emociones humanas" y la única que "puede competir con el dinero, el poder", etcétera. Sin embargo, para Murcutt, la belleza "es un resultado, no un objetivo". "Hay un montón de cosas que suceden por el camino y al mismo tiempo (la luz, la ubicación, el clima...) Y esas son las cosas que uno debe tener en cuenta". La ecología debe, pues, "desempeñar un papel importante en la arquitectura y tenemos que sentarnos a hablar de ello", aunque Herzog disiente. Considera la ecología importante, pero sólo como "un ingrediente más, como la funcionalidad". "Nosotros incorporamos elementos sostenibles en nuestros proyectos, pero no hay que llegar a un punto radical; ésta es una herramienta más y yo he visto que algunos proyectos no son correctos, aunque tienen muchos elementos ecológicos", indicó el suizo.
poder y liderazgo En cuanto a la moda, que ya dura años, de contratar a una arquitecto famoso para que realice un edificio emblemático en la capital de turno, Glenn Murcutt confirmó que esa tendencia "sigue viva y coleando"; mientras que Jacques Herzog defendió que la imagen de marca existe desde hace tiempo, caso de Bernini, por ejemplo. "A veces es importante que venga alguien de fuera y haga su contribución y, en ocasiones, las propuestas de los arquitectos famosos son, además, las más adecuadas", insistió. Eso sí, coincidió con Renzo Piano en que la arquitectura no es un arte efímero, de ahí que no pueda ser una moda. Al contrario, el arquitecto trabaja a largo plazo y es el tiempo el que juzga su trabajo, aunque "supongo que a veces la gente se te acerca porque tienes un nombre", reconoció el italiano.
Sobre la evolución, paralela o no, de la arquitectura y la sociedad, Herzog afirmó que los edificios "son la expresión de su tiempo", aunque a veces anticiparse al siguiente paso de la sociedad es complicado. En todo caso, todos coincidieron en señalar que los arquitectos siempre dan "más por menos"; es decir, según Piano, "siempre dan más de lo que se espera de ellos", haciendo suyo, de este modo, el lema de este Congreso Internacional de Arquitectura.