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El RMS Titanic no responde

Ningún otro barco a lo largo de la historia, salvo quizás el Arca de Noé, ha provocado tanto interés y pasión, y menos aún si se considera su efímera existencia. En una muestra excepcional, "Titanic: The Exhibition" ha atracado en Pamplona.

El RMS Titanic no responde

Alas 2 horas y 20 minutos de la madrugada del 15 de abril de 1912 según coinciden todas las versiones, la barandilla de popa del Titanic, el trasatlántico más grande y lujoso de la época desaparecía bajo las aguas y ponía fin a su primer y último viaje. En efecto, fue la única travesía que con una duración aproximada de cuatro días, 12 horas y 20 minutos haría en su breve existencia y que no le llevaría al destino previsto pero le hizo inolvidable.

Es sobradamente conocido que el RMS Titanic (su auténtica denominación en inglés y siglas de Royal Mail Steamship Titanic, buque de vapor del Correo Real Titanic) colisionó contra un iceberg y se hundió dos horas y 40 minutos después. La catástrofe se saldó con la muerte de 1.517 pasajeros de los más de 2.200 que viajaban a bordo, lo que supone uno de los peores desastres marítimos en tiempo de paz que se recuerdan, y sin duda el más glamouroso y famoso.

Se va a cumplir un siglo y el naufragio del Titanic fascina, conmueve, provoca emociones y despierta el interés popular como ningún otro de los acontecidos a lo largo de la historia. ¿Por qué la sola mención de su nombre, Titanic, despierta semejantes pasiones? El cúmulo de casualidades, la expectación que suscitó su tamaño y las sensacionales cifras de sus características, su lujo exagerado y sus adelantos tecnológicos (con la euforia e imprevisión que ocasionarían), la personalidad de algunos de los pasajeros desaparecidos, emotivos detalles revelados por los supervivientes junto a otros que nunca tuvieron lugar pero enriquecen el mito, han contribuido a hacer del Titanic el barco de los sueños, como en la celebrada película de James Cameron.

Todavía hoy y es muy probable que continuará ocurriendo así por mucho tiempo, todo tipo de documentos, periódicos, libros, revistas y publicaciones, fotografías y tarjetas postales, copias de objetos, gadgets y recuerdos, se siguen vendiendo a diario en todo el mundo y los más cercanos a su época alcanzan cifras millonarias. No digamos los objetos que han sido recuperados desde que el 1 de septiembre de 1985 el investigador Robert Ballard y su equipo localizaron los restos sumergidos del Titanic dormido a 4.000 metros de profundidad.

interrogantes

Ya no quedan testigos

Las numerosas preguntas sin respuesta, apenas hace un cuarto de siglo que se ha comprobado que el buque se partió en dos antes de hundirse, son la mayor fuente de alimentación de la leyenda del desastre. Probablemente, salvo cuestiones mecánicas que puedan resolver las nuevas tecnologías, se trata de interrogantes a las que nadie puede responder.

Millvina Dean, la última superviviente del Titanic falleció el 31 de mayo de 2009 y ni siquiera ella pudo aportar noticias de ninguna clase ya que apenas tenía dos meses y medio de edad al sobrevenir el naufragio. Y la última que podía recordar algo, Lillian Asplund, que cuando ocurrió tenía 5 años, falleció el 6 de mayo de 2006 y como su madre siempre se negó a dar su testimonio del desastre. Por lo tanto, no quedan testigos.

El del Titanic ni siquiera fue el naufragio con más víctimas de la historia, triste marca que ostenta el trasatlántico Wilhlem Gustlof que se hundió el 30 de enero de 1945 con 8.000 refugiados a bordo por el impacto de un torpedo (contra un buque mercante repleto de civiles, gran hazaña) del submarino soviético S-13. Fallecieron más de 7.000 pasajeros, cinco veces más que en el caso del hundimiento del Titanic.

También es comúnmente aceptado que la colisión no se hubiera producido de adoptarse unas mínimas medidas de precaución y atendido las advertencias continúas recibidas desde el 13 de abril de otros buques que navegaban por la zona. ¿Por qué no lo hizo?

Modernidad y carencias

Coincidencias fatales

Cuando Frederic Fleet (¡no disponía de prismáticos!) da la alarma, el iceberg se encuentra a unos 600 metros de distancia, concluyente por las dimensiones del Titanic y la dificultad para desviarse, unidas a la velocidad máxima que desarrolla por el empeño del armador Bruce Ismay en batir la marca de navegación a través del Atlántico Norte.

El SS Californian, un mercante mixto estaba a menos de una docena de millas de distancia (lo tenía prácticamente a la vista) y hubiera podido llegar en una hora, pero no hizo caso a las bengalas lanzadas desesperadamente desde el Titanic cuya luz era blanca (¡al parecer no tenía bengalas rojas!) ni atendió los mensajes de auxilio porque había desconectado el telégrafo y el encargado se fue a la cama. ¿Por qué?

Aún más, en opinión de ingenieros navales y expertos en marinería, si se hubiera advertido la presencia del iceberg a proa 5 segundos antes o 5 segundos después, el desastre habría podido evitarse. Los nervios del primer oficial Wiliam Murdoch le impulsaron a adoptar decisiones que podrían ser correctas (una por una, evitar el obstáculo) pero que se revelaron desacertadas. De haber ordenado parar las máquinas y todo atrás, hubiera chocado pero se hubiera mantenido a flote, incluso con serias averías hasta la llegada de auxilios. No advirtió que la masa mayor del iceberg es la que permanece bajo el agua y no se ve. ¿Por qué? Sobre todo ello, y mucho más aún puede usted preguntarse mientras visita Titanic: The Exhibition en Baluarte.