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Fernando León regresa con "Amador", la historia de una huida hacia delante

lo nuevo del director de "los lunes al sol" llegará a las salas este viernesEl filme cuenta la relación entre una inmigrante y el anciano al que cuida

Fernando León regresa con "Amador", la historia de una huida hacia delanteEFE

madrid. Fernando León de Aranoa cuenta desde que empezó a hacer cine con el galardón más preciado, el reconocimiento del público, que espera el estreno, este viernes, día 8, el estreno de Amador, una cinta que habla de la cruda historia de una huida hacia delante con sutiles toques de humor y mucha comunicación sin apenas palabras.

León de Aranoa, que ha ganado todos los premios posibles del cine español y se quedó a las puertas de los Oscar de Hollywood con Los lunes al sol (2002), acaba de hacer "la película que quería hacer", casi cinco años después de Princesas (2005), también multipremiada y reconocida por crítica y público. El empuje de esta última cinta le sumió en un lapsus que ha pasado "volando": más de dos años escribiendo el guión de Amador y al menos otro con las labores de producción, junto a Javier Bardem, de Invisibles, donde también colaboró con una de las historias, Buenas noches, Ouma (2007).

"Estaba haciendo otro guión cuando, de repente, una imagen puso en marcha Amador y tuve que cambiar de camino", afirma el director de Familia (1996). Se refiere a la escena con la que empieza la película, casi a ritmo de western: un grupo de inmigrantes se lanza colina abajo levantando una enorme polvareda a la caza y captura de las flores frescas desechadas en Mercamadrid. Ése es sólo es el principio de la cadena. Luego, se revenderán, limpias y perfumadas, a pakistaníes y subsaharianos.

Pero el creador de Barrio (1998) asegura que sólo toma la realidad como punto de partida: "Me gusta que las historias no se queden pegadas al realismo y si algo puede pasar, contarlo". Por eso, en Amador lo que de verdad importa es la historia de Marcela (la peruana Magaly Solier), una inmigrante que pasa por un momento crítico en su vida, no sólo por los aprietos de una vida de supervivencia, sino porque su interior se está quedando vacío y siente la soledad como un cuchillo. Necesita dinero y lo consigue cuidando a un anciano inmovilizado en una cama: es Amador (Celso Bugallo), un hombre amante del mar y aficionado a los puzzles al que su familia no visita muy a menudo. Poco a poco, entre sutiles confidencias y medias palabras que les llevan el uno hacia el otro, se crea un vínculo entre ellos que se rompe de repente. Y Marcela debe tomar una determinación. A partir de ahí, la película sobrevuela situaciones que el espectador conoce, pero los personajes no, y que acaba cuadrando de forma similar a los puzzles que componen, primero, Amador, y luego Marcela.

"La vida de Marcela es como esos dibujos animados donde se van abriendo vías de agua y aunque metas los dedos en los agujeros, siempre se abre uno más. Es una huida hacia adelante, porque ella no tiene un plan; se mete en ese camino movida por la necesidad y por la vida y la situación se va haciendo progresivamente más difícil", explica el director. "Me interesaba mucho el conflicto que se plantea en ella, igual que los contenidos acerca de la culpa, la religión o la esperanza. Esta película habla de la vida, de cómo a veces ni la muerte basta para detenerla", resume.