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"En los conventos parece que ocurren muchas cosas; igual no pasa nada, pero apetece mirar por un agujero"

Antonio Gómez Rufo vuelve a las librerías con una historia ambientada en el reinado de Jaime I de Aragón, en 1229. Uno de los personajes claves es Constanza, una monja navarra, del monasterio de Tulebras, con dotes detectivescas. El autor presentó la obra en Tudela

"En los conventos parece que ocurren muchas cosas; igual no pasa nada, pero apetece mirar por un agujero"D.N.

tudela. Afirma que su último trabajo contiene los siete ingredientes fundamentales de una buena novela: Humor, historia, aventuras, intriga, un poco de sexo, otro poco de violencia y un final feliz. Gómez Rufo retoma su presencia en el mercado literario con Los crímenes de la abadía, una novela de intriga con tintes paródicos que sitúa en una abadía benedictina y en la que no escatima tintes paródicos.

Si realmente ha conseguido mezclar los siete elementos de una buena novela. ¿Asegura su éxito?

Lo que opino que toda novela hoy en día es multigenérica, es decir, contiene distintos géneros; y esta novela aúna todos los que yo creo que hacen falta para un buen argumento. Además, a los lectores de hoy en día les gusta las novelas que contengan entretenimiento, algo de aprendizaje y diversión. Creo que todas estas características las reúne Los crímenes de la abadía o, al menos, yo he pretendido que sea una novela de lectura ágil con la que se pueda aprender algo de un periodo histórico muy poco conocido en España y en la que haya un sentido del humor que casi he personalizado en la monja Constanza, que es mi personaje favorito porque me ha dado mucho juego.

Ya que nombra a Constanza. Hablamos de una monja detective, descarada y navarrica. ¿Cómo ha creado semejante personaje?

Decía que hay muy poco investigado de la Edad Media, también hay muy poco investigado en torno a la personalidad de Jaume I. Si nos fijamos en que don Jaime era un hombre que nació contra la voluntad de su padre, que a los 3 años era huérfano, que fue educado por un consejo regente sin ningún afecto, que lo casaron a los 13 años sin él planteárselo, y que el afecto con doña Leonor de Castilla era el justo de la fascinación por una persona mayor (ya que una mujer de 19 años para un chico de 13 es una vieja), ¿qué nos queda? De ahí la importancia del encuentro con Constanza, un personaje en el que convergen sencillez, simpatía… Que ejerce una especie de papel maternal que provoca la complicidad. Ahí es cuando don Jaime empieza a encontrarse protegido, con esa madre que nunca ha tenido. Al principio de la novela, es un tipo bastante antipático, brusco, arisco, pero poco a poco, según va avanzando su relación con Constanza, se acerca el abrazo. Psicológicamente, el personaje del rey tiene una evolución en la novela gracias a esta monja, que es deductiva, muy lista, simpática, muy sagaz… Pero sobre todo que se toma al rey como lo que es, un niño de 13 años. A ella no le pongo edad, pero bueno…

Tanto ella como el resto de los personajes femeninos están minuciosamente definidos y tienen gran peso en la historia. ¿Por qué?

Eso es, un poco, el resultado de mi propia biografía. Siempre he vivido rodeado de mujeres: Soy el único varón entre cuatro hermanas, tengo una hija, en las pandillas desde pequeño me iba con las chicas... Siempre me ha parecido un mundo mucho más fascinante el de la mujer que el de los hombres. No he tenido que esforzarme nada para conocer el alma de la mujer. La verdad es que en todos los personajes de la novela, no sólo los femeninos, he intentado mostrar caracteres y tipos clásicos de las mujeres de hoy. Cada una tiene su carácter y las conversaciones entre las damas, por ejemplo, son muy actuales porque mis amigas y mis hermanas hablan de esas cosas.

¿Piensa que sigue fascinándonos la parte oscura de las monarquías más que su faceta glamurosa?

Sí. Son seres humanos que, al final, son como todos, pero que están investidos de un áurea de poder, de magisterio y de solemnidad que es puro protocolo, pura fachada. La Monarquía es una institución, pero los monarcas y figuras reales son personas que tienen problemas igual que cualquier ser humano y eso no está mal.

Por no hablar del interés que suscita lo que hay al otro lado de los muros de un convento.

En este caso concreto, como yo quería que la acción transcurriese en muy poco tiempo y en un solo escenario, el convento me pareció un lugar ideal. Además las monjas de San Benito me ha permitido conocer la vida de los conventos, sus horarios… Eso a mí me ha ayudado mucho a la hora de estructurar la novela, saber que vas siguiendo las horas según el maitines, o la hora prima o laudes o vísperas... En los conventos, desde fuera, parece que pasan muchas cosas y seguramente no pasará nada; pero nuestra sensación es la de que nos gustaría estar mirando por un agujero para ver qué hay.

La novela destila ironía. ¿Es involuntaria o consciente?

Yo siempre escribo novelas actuales, aunque las enmarque en periodos históricos y lugares lejanos. Esta novela la empecé cuando estaba en pleno debate el Estatuto de Cataluña. Me parece que los catalanes tienen un gran sentido del humor y ya lo tenían entonces. Hay un cierto en la exigencia catalana de que la conquista de Mallorca fue sólo una empresa exclusivamente catalana, para repartirse ellos el botín y las tierras, sin importarles nada más... Hombre, me parece que tiene mucho que ver con lo que ha sido siempre Cataluña y con lo que sigue siendo… Entonces sí que ha habido un mensaje de ironía, pero al final divertirse con nuestros propios defectos está bien también… Los madrileños nos reímos mucho de nosotros mismos, los andaluces no digamos... En este caso no pasa nada.

¿El rigor histórico está reñido con las ventas de libros?

No, yo creo que para escribir hay que leer mucho y documentarse a fondo. En este caso, he estado casi dos años estudiando la época, con la escasa documentación que hay; pero a la hora de escribir hay que olvidarse de todo lo que uno se ha documentado y utilizarlo para dar verosimilitud a la novela. La documentación tiene que ser mucha, pero luego no se tiene que notar, yo al menos lo procuro siempre. En otras novelas históricas hice lo mismo. Lo que hace la documentación es convertir los hechos en verosímiles. No creo que pese demasiado la documentación histórica en la lectura, es lo que he pretendido.