En 1933 Aurelio Izquierdo, de Tudela, Hermógenes Herrero, de Zaragoza y Antonio Muro, de Alfaro, poseían seis teatros en la zona y decidieron unirse para construir uno en los terrenos donde había existido anteriormente un trujal, propiedad de Luis Pérez Cistué. Cada uno quería llamarlo de una forma, pero la mujer de Izquierdo, Carmen López, dijo que se llamaría Gaztambide por el famoso maestro de música de Tudela, de cuya familia era ella muy amiga. El arquitecto de aquel edificio, adelantado a su tiempo en muchos aspectos, fue el catalán Marino Carosa pero al estallar la Guerra Civil, quedó aislado en Barcelona por el frente, por lo que debió continuar la obra su hermano Emilio, que más tarde sería profesor de dibujo de Rafael Moneo en Madrid. El encargado de llevarla a cabo fue Tomás Navarro, que pocos meses antes había realizado la nueva plaza de toros en Griseras. Aurelio Izquierdo también quedó aislado en Barcelona al viajar hasta allí en busca de materiales por lo que el edificio no se pudo finalizar hasta 1940.

Tudela, metida en plena posguerra y con poco más de 13.000 habitantes, contaba entonces con el mejor local para teatro y cine de la zona. Las 1.500 butacas lo convertían en el mayor de Navarra, Aragón y La Rioja y comparable entonces al Arriaga de Bilbao. La sala de baile que existía sobre el teatro, la viga que sujeta todo colocada en la delantera general o el hecho de contar con el primer ascensor que existía en Tudela eran verdaderas atracciones urbanísticas para los tudelanos de aquella época, e innovaciones a nivel nacional, aunque siempre tuvo la pega de que el tren pasa justo detrás del escenario.

Hubo que esperar hasta 1943 para que la comedia Rubia Peligrosa encendiera las primeras luces de las candilejas. Los tiempos fueron cambiando, no se obtenían los beneficios esperados y Muro e Izquierdo decidieron vender su parte, quedando todo en manos de Hermógenes Herrero, dueño también del cine Monumental de Zaragoza.

Los años pasaron, pero la gestión del Gaztambide, como cine, en esa etapa no fue la más idónea. Entrados ya en los 50 volvió a tener tres socios, Víctor Melero, Benito Herrero y Serna, que poseían además el Teatro Cervantes, situado en el hoy paseo Pamplona y el Regio. La mala gestión de aquellos años era tal que el público se quejaba por lo malas que eran las películas que se proyectaban. Según recordaba Marcos Burgos, el último propietario de este local, "no se veía ni se oía nada. La gente se ponía a bailar la conga en los pasillos y muchos protestaban con la butaca en la mano". En aquellos años primaba lo barato por encima de la calidad.

marcos burgos

Nueva etapa y rehabilitación

El 15 de junio de 1959 la empresa Burgos lo adquirió junto con el Teatro Bellas Artes de Tarazona y un cine en Buñuel, aunque hasta tres años después la gestión no fue exclusivamente suya. Los 60 fueron, como en todos los aspectos, años de lucha y de cambios. En 1966, tan sólo dos después de que comenzara a instalarse en el resto del mundo, llegó a Tudela el sistema Toddao, por el que la película se veía con mayor nitidez y en 70 milímetros. Para ello tuvieron que cambiar la pantalla, que pasó de 100 a 300 metros cuadrados, y abrir el tejado para que pudiera subir, dejando libre el escenario en previsión de actuaciones teatrales o cualquier otro tipo de espectáculos. Tal fue la novedad que Marcos Burgos tuvo que instalar el proyecto unos días en Almacenes Gallego (en la Carrera) para que la gente lo viera.

En 1976 se realizó una de las reformas principales para cambiar las butacas, el suelo y retirar el bar instalado en el segundo piso. Para ello se invitó a champán a todo el pueblo de Tudela el día de la inauguración. Seis años después durante un pase privado de La caída del Imperio Romano, se prendieron las cortinas y parte del escenario. Sólo la pericia de los que se encontraban al arrancar las cortinas y sofocar el fuego evitó que desapareciera el Teatro Gaztambide.

El 17 de mayo de 1987, Hijos de un Dios menor puso fin a la relación Burgos-Gaztambide. Los siete años de cierre terminaron el 14 de julio de 1994, cuando el Ayuntamiento compró los 2.000 metros cuadrados por 145 millones de pesetas. De mayo de 1995 a julio de 1996 se cerró por reformas que redujeron el aforo de 1.500 a 596 butacas. En septiembre de 1999 lo hizo definitivamente y ese mismo año, con Luis Campoy como alcalde, se adjudicó el proyecto de rehabilitación por 620 millones de pesetas.

Las obras comenzaron en 2001 pero ya en septiembre se paralizaron porque la empresa constructora estimaba que había que cambiar las cimentaciones. Tras varios años de abandono y cambios de gobierno, en 2004 volvieron a reanudarse los trabajos, esta vez con un presupuesto de 4,69 millones de euros. Cuatro años más tarde la nueva adjudicataria, Alcuba, presentó suspensión de pagos y se detuvieron de nuevo los trabajos. En 2009 se volvió a licitar la obra y pese a que se adjudicó en julio, hasta octubre no se reinició. Junto a estos últimos detalles se arreglaron la fachada del edificio, la plaza del centro Lestonnac, y se instaló el equipamiento escénico (1,8 millones que pagó íntegramente el Ayuntamiento). Finalmente, el coste ronda los 9 millones de euros, de los que 7 son de obra y 1,8 de equipamiento.