Cinco actividades que parten de puntos de vista diversos, pero que, en último término, coinciden en su deseo de invitar al público a realizar una reflexión acerca del tiempo en que vivimos; un tiempo de excesos en el que cada día crecen nuevas montañas de desechos mientras ciertos tipos de desarrollo urbanístico devoran las ciudades. Alicia Otaegui y los colectivos Basurama y Edarte son los creadores de estas propuestas que se complementan con mesas redondas, proyecciones y danza, entre otras cosas.
Del vestíbulo a la tercera planta, y hasta el 3 de julio, el Centro Huarte vuelve a apostar por una programación monográfica y con clara vocación educativa que pretende llegar a todos los públicos. Incluidos los más pequeños, que en la planta baja encontrarán el proyecto En construcción, promovido por Alicia Otaegui y materializado, de momento, por alumnos de los cursos 5º y 6º del Colegio Virgen Blanca de Huarte. Se trata de una iniciativa de work in progress en la que pueden tomar parte todos los centros escolares que manifiesten su interés y cuyo fin es que los niños y niñas participen en la creación de una ciudad ideal a partir del papel y el cartón pintado. "Yo sólo les doy unas pautas y el resto del trabajo es mérito suyo", explica Otaegui, para quien también puede resultar muy interesante saber cómo ven el entorno en el que viven y crecen los nacidos en un territorio urbano heredado y creado a la medida de los adultos. Partiendo de estas premisas, los participantes irán creando barrios sin límites, con casas, ríos, piscinas, parques, espacios de ocio, de trabajo, recreando en las paredes del Centro Huarte los paisajes de su imaginación.
alicia otaegui
"Consumo cuidado" y "Residuo asiduo"
La creación propia de la artista navarra ocupa la primera planta del edificio con dos exposiciones diferenciadas: Consumo cuidado y Residuo asiduo. La primera está creada específicamente para Huarte. "Durante tres meses he trasladado mi estudio a este espacio, que se ha convertido en mi laboratorio de pruebas", cuenta la creadora, que a lo largo de veinte piezas reflexiona sobre dos conceptos: el consumo y el residuo. Para Otaegui, ambos deberían "estar emparentados para que al realizar el acto de consumir tengamos una actitud cuidadosa con el residuo que vamos a generar, pensando también en las generaciones que vendrán". En definitiva, esta exposición interpela al ciudadano sobre su propio comportamiento respecto a los desechos, a la vez que le propone una reflexión sobre el poder invasor que puede llegar a tener la basura cuando está fuera de control. Y para que el espectador tome contacto directo con los objetos que habitualmente desperdicia, Otaegui ha creado una serie de piezas que o bien transmiten un mensaje muy directo o adoptan una forma más sutil, teatral, para plasmar su idea. Obras confeccionadas con materiales conocidos por todos, como bolsas de papel, ropa, botellas de plástico, muebles viejos, etcétera; pero también con productos desechados como materia prima en las industrias. Y, por supuesto, no faltan ni el humor ni la ironía, dos ingredientes fundamentales en el trabajo de Otaegui, que lo mismo crea collares enormes de botellas chafadas que entierra a un personaje bajo una escombrera de prendas usadas, presenta una peculiar piscina con agua de papel azul y puesto de socorrista incluido o barre bajo una alfombra que sirve de metáfora de la actitud de la sociedad ante estos asuntos. El juego también está en los títulos de las piezas, resumidos en el de la exposición misma, Consumo cuidado, que admite numerosas interpretaciones.
También en la primera planta, pero en un espacio aparte, la artista exhibe Residuo asiduo, que ya pudo verse en el Condestable de Pamplona. En este caso, cuatro familias de la comarca de Pamplona posan ante el fotógrafo José Luis Larrión con los residuos que han producido durante una semana, generando nuevos usos, en este caso artísticos, para los productos que hasta hace nada formaron parte de sus vidas.
basurama
"6.000 kilómetros. Paisajes después de la batalla"
Lo que el espectador se encuentra en la segunda planta del Centro Huarte contrasta con lo visto en la primera. Otra visión, mismas inquietudes. En el espacio más grande del edificio, Basurama presenta con escrupuloso orden, pulcritud y detalle una exposición de título poético: 6.000 kilómetros. Paisajes después de la batalla. A través de 30 imágenes panorámicas de gran formato, este colectivo dedicado a cartografiar, documentar y fotografiar enormes extensiones de consumo de territorio pretende mostrar, de un modo inteligible a todo tipo de público, dos fenómenos de la cultura contemporánea: el crecimiento desmedido de las ciudades y el consumo tanto de materiales como de otros bienes poco renovables como el territorio o el suelo. La muestra introduce, además, el nuevo elemento de la crisis financiera e inmobiliaria, y se pregunta qué paisajes nos ha dejado este ciclo previo de prolongada expansión económica a cuyo hundimiento asistimos o si tenemos capacidad para revertir algunos de los desastres cometidos o para, al menos, aprender de los errores.
Desde Basurama, compuesto por urbanistas y arquitectos, Pablo Rey cuenta que el proyecto nació en Madrid en 2006. Entonces empezaron fotografiando espacios obvios de acumulación de basura como vertederos y desguaces. Pero "nos fuimos dando cuenta del modo en que la ciudad extendía sus tentáculos, consumiendo cada vez más energía y productos". Y no sólo eso, porque, poco a poco, se iban generando "distorsiones en el territorio", plasmadas en grandes extensiones de suelo urbanizado y construido, suelo urbanizado y no construido, bloques de pisos vacíos, etcétera. A partir de esta reflexión, Basurama decidió ampliar el proyecto a todo el Estado, apoyándose en los 6.000 kilómetros de carreteras y vías de comunicación que prevé construir el Plan Estratégico de Infraestructuras del Gobierno central. Así, a través de fotografías, textos explicativos, planos y otros materiales, se exhiben casos como el aeropuerto de Ciudad Real, que apenas opera seis vuelos a la semana; la estación del Charco de la Pava, en Sevilla, abandonada desde la Expo; el edificio clausurado de la Central Nuclear de Lemóniz o la dentellada a la costa andaluza que supuso el hotel El Agarrobico, en Almería.
Además, la exposición dedica un apartado especial a Navarra, incluyendo imágenes y textos de proyectos polémicos como el Pantano de Itoiz, el Plan Parcial del Soto de Lezkairu, el circuito de Los Arcos o las canteras de Tiebas-Muruarte de Reta.
edarte
El muro
En la tercera planta hay otras dos propuestas. De un lado, el Espacio de documentación, un área de descanso para la reflexión en la que quien lo desee podrá acceder a vídeos, libros, proyectos y otros materiales que abundan en las cuestiones que plantean las exposiciones: abuso y reutilización de los recursos, crecimiento de las ciudades, rehabilitación de áreas centrales y creación de extrarradios. En este apartado también se incluye un vídeo producido por el Centro Huarte que cede la palabra a ocho arquitectos navarros que hablan de los proyectos que, a su juicio, están transformando Pamplona y su comarca.
Asimismo, en esta planta está El Muro, proyecto pedagógico del grupo de investigación Edarte de la UPNA que pretende ir más allá de las simples visitas guiadas, comprometiéndose en serio con la educación. Esta iniciativa consta de doce sesiones de hora y media cada una, en las que, además de visitar las exposiciones, se realizará una actividad diferente cada vez (rallye fotográfico, taller de rap, mercadillo de intercambio, banco de tiempo, etcétera). Las conclusiones se irán incorporando a un muro a modo de gran pizarra.