PAMPLONA. La ilustradora Iratxe López de Munáin (Pamplona, 1985) acaba de publicar su primer libro, un álbum ilustrado titulado El señor X, en el que los colores se convierten en la mejor herramienta para narrar la llegada de un personaje algo extraño y misterioso a la ciudad Zeta, siendo recibido por sus habitantes con curiosidad e inquietud a partes iguales.

Editado por Narval, este trabajo surgió durante un taller que la artista gráfica realizó con Elisa Arguilé y Daniel Nesquens. "Al principio, lo único que tenía claro era que quería que el color fuera quien contara la historia y que quería divertirme en el proceso. Luego empezaron a salir personajes, formas y palabras e imagen y texto fueron construyéndose el uno al otro", explica López de Munáin desde Barcelona, donde estudió y donde vive desde hace seis años. "Esta ciudad está llena de cursos, másteres, talleres, conferencias, gente de todo tipo, historias...", cuenta la ilustradora consciente de que en Pamplona, "que me encanta", no tendría las mismas oportunidades.

Respecto a El señor X, su creadora apunta que la diferencia principal entre un álbum y otros productos como el cómic o la novela gráfica reside en que, en el primer caso, "la voz cantante la lleva la ilustración y el texto es la melodía que lo acompaña y guía al lector creando un diálogo con la imagen". Además, y como es habitual en este ámbito, el color suele ser un elemento más de la historia, de ahí que, en este caso, haya empleado los grises y naranjas. "Con El señor X quería hablar de cómo a veces reaccionamos frente al otro, ante la diferencia", apunta López de Munáin, que se sirvió de los citados colores para "crear un muro que separase constantemente al recién llegado del resto de habitantes y de la ciudad".

En cuanto al tipo de dibujo, ha optado por lo simple, echando mano de gouaches y lápices. "La idea era no utilizar demasiados elementos, para centrarme en los personajes, en las expresiones y en los ambientes que necesitaba para crear la historia", de modo que las ilustraciones son "composiciones más o menos sencillas donde los acentos de color vivo marcan el ritmo".

imágenes silenciosas Al margen de este trabajo, Iratxe acostumbra a cambiar la técnica y la paleta de colores dependiendo del tipo de texto que tenga que ilustrar y, más que de estilo propio, prefiere hablar de una estética que se va construyendo con el tiempo y nunca deja de evolucionar. Eso sí, reconoce le interesan "las imágenes poéticas, silenciosas, en las que puedas perderte". Será por eso que le gustaría ilustrar poesía, "y si es de Benedetti o Cortázar, estaría feliz", confiesa.

Contenta con su profesión, "en la que cada vez hay más y mejores ilustradores", se muestra preocupada por la crisis, ya que "las editoriales arriesgan menos o compran libros que han funcionado en otros países para publicarlos aquí". Además, el libro digital es una realidad y, aunque el papel no desaparecerá, "los ilustradores tendremos que ir adaptándonos a los nuevos formatos".