Emilio Matute pinta el fluir del tiempo a través del río Larraun
el artista navarro expone hasta final de octubre en el polvorín de la ciudadelaCuarenta obras en acrílico y grafito configuran un recorrido en el que paisaje y existencia humana laten a la par
pamplona. "Ante la diatriba de saber qué es el tiempo solo hay una posibilidad, la de poder contarlo". Así resume Emilio Matute la esencia de su exposición, Larraun, visitable hasta el próximo 30 de octubre en el Polvorín de la Ciudadela. Un recorrido por el fluir del río Larraun a su paso por Lekunberri hasta Irurtzun, y al mismo tiempo por el transcurrir del tiempo. Naturaleza y existencia humana a la par, haciendo y deshaciendo, empezando, acabando y volviendo a empezar. La vida.
Un total de 41 obras realizadas en grafito y acrílico sobre tabla, la mayoría en tamaño DIN A-3, estructuradas en series y denominadas todas como tiempos (de estancia, sin importar si son minutos u horas), componen la invitación que hace Matute al espectador para que, en esos momentos en que contempla sus cuadros, confluya en el latido existencial de la naturaleza -y de nuestra vida, que aunque parece discurrir en estos tiempos ajena al paisaje, forma parte inevitable de él-. La exposición tiene su propio ritmo, marcado por la disposición de los cuadros -a la manera del discurrir del río-, por la reiteración de tamaños y formatos, y por los tiempos e intervalos entre unas obras y otras. "Necesito que haya intersticios entre los cuadros y dentro de ellos; es mi manera de insistir en el transcurrir de nuestras vidas, y del tiempo mientras vivimos esas vidas. Los humanos creamos en el mismo sentido en que crea la naturaleza", cuenta el autor, para quien "el paso del tiempo es mucho más acuciante si hay un espectador". En este caso, espectadora inmortalizada por el artista que observa desde la margen izquierda del río, y a la que el pintor retrata de espaldas y de perfil desde distintos puntos de vista, igual que hace con el paisaje natural. Un paisaje al que Emilio Matute está vinculado precisamente por naturaleza: "soy casado con una señora de Larraun, y muchos fines de semana de mi vida transcurren allí, en la casa Zestonea de Lekunberri".
Los paseos del artista por el río Larraun inspiran estas obras, con imágenes a veces solo esbozadas y con una presencia sutil del color que se limita sobre todo a las tonalidades grises y azules, "para que no perturbe la tarea", dice Matute en el catálogo que compaña su exposición. En palabras de José Luis González, quien firma el texto del mismo, "las piezas de esta muestra parecen querer penetrar más en la esencia del transcurrir, en resaltar esa verdad humana de que el tiempo se refleja no solamente en nosotros mismos sino en cuanto rodea a quien lo mira convencido de su realidad".
Larraun es para el artista "un territorio real marcado por un río que lo nombra y una estancia personal que acumula experiencias vividas". Pero al mismo tiempo, también es "un paisaje fluvial imaginado, donde sus aguas discurren sobre soportes de madera que muestran retazos de naturaleza, fragmentos sujetos al ritmo temporal de su curso", dice Emilio Matute. En su opinión, la adecuada vivencia del paisaje pasa por "el detenimiento y el reposo". "Yo creo que así es como hay que vivirlo, quizá sin el arrebato de los pintores del Romanticismo, pero sí con ese sentido de conmoción que sugiere el paisaje", cuenta. En este sentido, cree que "la naturaleza nos conmueve, porque arrastra nuestra sensibilidad y nuestro sentimiento a un placer que nos puede mover a hacer algo: a un escritor, escribir; a un pintor, pintar; a un compositor, hacer música... Y aunque no haya un resultado artístico, en cualquier caso nos lleva a estar a gusto".