"Podía haber seguido con la poesía, pero decidí dar el paso al relato porque necesitaba avanzar como escritora"
Tres años después de su exitoso debut poético con 'El telar de Penélope', la autora pamplonesa se estrena en la narrativa con 'Segunda residencia' (Tropo Editores), un libro de relatos habitados por personajes corrientes enfrentados a dilemas universales
pamplona. Es el título de uno de sus relatos. Pero Segunda residencia es mucho más. Es el sitio al que todos escapamos cuando necesitamos sentirnos mejor, menos solos, felices, más nosotros. Para Margarita Leoz, ese lugar es la literatura.
¿Cómo surgió este libro?
En 2008 publiqué un poemario, y, a partir de entonces, decidí ponerme nuevos retos y explorar áreas que quizá no conocía tanto de primera mano como era el mundo de la narrativa. Así nacieron estos cuentos, que escribí entre 2008 y 2010, y, aunque son textos de temáticas independientes, siempre tuve claro que estaba escribiendo un libro de relatos con un nexo en común.
Muchos de los personajes están en tránsito, en medio de situaciones en las que no encajan, con ilusiones rotas... ¿Es ese el nexo del que habla?
Sí. Aquí no hay cuentos que comparten personajes o historias que continúan de uno a otro, son autónomos y como tales se pueden leer; pero sí es cierto que existe un nexo estilístico y también en las inquietudes que mueven a estos personajes. Con esto quiero decir, que, pese a que se trata de cuentos independientes, el libro no es una compilación sin más. Como lectora, no me gustan mucho esos libros de relatos en los que cada texto tiene un estilo diferente, prefiero que haya una cierta uniformidad que, ahora que lo pienso, también estaba en mi primer libro.
¿Ha sido complicado el paso de la poesía a la narrativa?
Sí (ríe). Al final, esto es un reto. Desde que empecé a escribir, de jovencita, sí que escribía poesía y narrativa a la vez, pero luego, cuando te acostumbras a una forma de escribir, a unos modos como los que tiene la poesía, te acomodas un poco. Por eso esto supuso un cambio de planteamiento y de técnica totalmente diferentes, pero yo soy una persona de retos, me gusta exigirme más, y no solo en la literatura, sino también en la vida. Podía haber seguido escribiendo poesía, pero decidí que necesitaba dar un paso y avanzar como escritora.
Con la narrativa seguramente también llegará a más público.
Sí, pero ese no ha sido el principio que me ha movido. Si en algún momento diese el paso a la novela, que es más mayoritaria que el relato, no sería porque quisiera llegar a más lectores, sino porque realmente lo necesitase como escritora. Aparte de eso, sé que es cierto que una de las consecuencias de haber publicado narrativa es que estoy llegando a más gente; incluso hay personas que no están acostumbradas a leer que me están diciendo que les está resultando fácil, que engancha y que cuando las historias se acaban quieren saber más de ellas.
En efecto, sus finales son abiertos.
Creo que tanto la poesía como el relato demandan un lector activo, que complete los huecos, que desdoble significados... Además, una de las características de los cuentos actuales son los finales un poco abiertos para que sea el lector el que decida sobre las motivaciones de los personajes. Y pienso que, precisamente, es esa actitud alerta la que luego da al lector mucha satisfacción porque de algún modo está compartiendo con el escritor la tarea de la creación. Luego, por supuesto, están esos otros libros, de tipo más policíaco, que te lo dan todo hecho y que a mí me parecen literatura alimenticia. Más que pedirte una inteligencia, te alimentan, incluso puedes llegar a desconectar varios párrafos y no pasa nada. En cambio, en mis relatos hay que estar atento para no perderse y a veces hay que leerlos dos veces para entender su sentido completo.
¿De dónde ha sacado estos personajes inquietos, insatisfechos, tristes, apáticos...?
Son personajes corrientes con vidas corrientes. Los relatos hablan de relaciones de pareja, de padres e hijos, de vecinos, de matrimonios acomodados en la rutina... Puede que a alguien le parezca que sus vidas son grises, pero yo creo que grises son los envoltorios con los que nos cubrimos cuando nos relacionamos con los demás. Tenemos ciertas incapacidades para ser completamente sinceros y completamente felices. Las situaciones que cuenta el libro no son, con alguna excepción, ni muy trágicas ni muy decisivas; son situaciones normales en las que coloco a los personajes en un brete o en un punto en el que deben tomar una decisión que quizá va a cambiar sus vidas o quizá no... Para estos personajes hay una gran distancia entre lo que desean y lo que hacen o entre lo que querían ser y en lo que se han convertido y esa distancia les hace sufrir. En la vida real también nos sentimos incómodos en algunas situaciones. Todos vivimos en nuestra propia soledad, que es muy similar a la soledad de los otros.
¿Hay un cierto pesimismo en estas historias o más bien es realismo?
A veces se etiquetan mucho las cosas y mi realismo no tiene nada que ver con el costumbrismo o con la denuncia social. Se basa en la sutileza, en sugerir más que en mostrar, uso dobles sentidos y metáforas poéticas que buscan lo visual. Respecto al pesimismo, no sé, creo que en muchos relatos también hay una mirada tierna y una cierta creencia en el ser humano. Está claro que las personas tenemos nuestras limitaciones, pero también que nuestros sueños e ilusiones permanecen ahí, incluso en los momentos difíciles.
¿La vida corriente es el centro de su trabajo?
Es que en la vida no tenemos ni grandes alegrías ni grandes desgracias. Las alegrías siempre están matizadas y, por suerte, las desgracias también. Esa zona media es la más difícil de explorar, quizá sea más sencillo irse hacia los extremos, pero me gusta moverme en ese terreno pantanoso, difícil, en el que no todo es lo que parece. Me gusta el matiz, el detalle, el gesto significativo y esos pequeños momentos de la vida cotidiana.
¿De dónde saca las ideas para escribir?
La vida del escritor es aburrida y rutinaria y así tiene que ser, la escritura debe ser un ejercicio constante porque los frutos llegan con el esfuerzo. Y las historias surgen de anécdotas, de un diálogo, de pequeños destellos. Eso sí, de ese punto de partida luego no suele quedar nada, ya que todo queda cubierto con el barniz de la ficción y, aunque todos los textos tienen mi filtro personal, no son en absoluto autobiográficos.
¿Tiene ya nuevos retos literarios?
Sí. Igual que pasé de la poesía al relato, seguramente lo próximo que haga no tendrá nada que ver con esto.
¿Será novela?
No lo sé (ríe). Ya veré, no me gusta mucho hablar de lo que estoy escribiendo por si no sale. Pero los escritores siempre tenemos muchas historias en el cajón y revoloteando sobre el escritorio.
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