Caballos relinchando, los gritos de guerreros en plena batalla, época de luces y de sombras, supersticiones, etc. La Edad Media fue un tiempo de contrastes y una de esas épocas en las que a cualquiera nos hubiera gustado nacer. Años de penurias, de hombres rudos donde los ideales alcanzaban un elevado protagonismo, tanto para ensalzar y engrandecer el comportamiento humano como para controlarlo y amedrentarlo cuando éste se demarcaba del patrón general de los poderosos.

Cierto es que la idea de Edad Media que casi todos tenemos en mente corresponde a películas y documentales que nos han descrito historias anglosajonas en su mayoría, debido a la procedencia de los mismos, pero si uno escarba un poco en el tema se dará cuenta que las mismas historias y hasta más asombrosas tuvieron lugar en rincones tan familiares como Bizkaia, Gipuzkoa, Araba, Nafarroa, Castilla, Aragón, León, Andalucía... como Sancho III (uno de los más importantes monarcas navarros), Jaime I el conquistador (con una historia fascinante desde su niñez hasta su coronación), Diego López de Haro (tan vinculado a Bilbao), junto a batallas como la de Sagrajas, Alarcos o la de Las Navas de Tolosa son un pequeño ejemplo de historias reales que tuvieron lugar a pocos kilómetros de donde hoy escribo.

Estas reflexiones me inundan tras una animada charla con un amigo apasionado de estos temas y que se lamenta del olvido o la poca repercusión que vidas tan apasionantes han tenido en nosotros. No sé a qué es debido, pero lo cierto es que lo normal es pensar que las historias pasadas que se reviven en el cine, los libros, son aventuras de mundos lejanos y de personajes inalcanzables que carecen de homólogos en nuestras latitudes, infravalorando nuestro patrimonio por puro desinterés e ignorancia.

Los sentimientos, los retos, las experiencias, son emociones compartidas y en nada varían hayamos nacido donde lo hayamos hecho.

La Edad Media fue un periodo apasionante de la que aun nos queda mucha historia por descubrir, un mundo que nos pertenece y que forma parte de lo que somos, imagen y semejanza de nuestro pasado. ¡Pardiez, con la historia hemos topado!