Así definió ayer el inspirador intelectual de la muestra, el filósofo e historiador francés Philippe Nemo, este nuevo proyecto que ha supuesto una completa remodelación del Museo Catedralicio a lo largo de una superficie de 4.500 m2 y en el que el Arzobispado de Pamplona ha invertido en torno a un millón de euros. Un recorrido muy interactivo con distintos niveles narrativos que busca producir "una experiencia única en cada espectador", en palabras del comisario de la exposición, Javier Aizpún. A través de hologramas, libros digitales, piezas y reliquias de la seo pamplonesa, proyecciones 3D, códigos bidimensionales y otras expresiones artísticas, la exposición incide en el hecho de que Occidente no es ni una civilización ni una geografía, sino "un territorio mental que supone un horizonte de humanidad, basado en la libertad, la solidaridad y la dignidad de la persona". Este es el punto de partida de Occidens, un recorrido por doce salas que discurre sobre una pasarela de acero que va adentrando al visitante en cuatro periodos históricos de la civilización: Edad Antigua (312-712), Edad Medieval (712-1512), Edad Moderna (1512-1812) y Edad Contemporánea (desde 1812 hasta la actualidad). La película de Occidente, desde la antigüedad de Atenas, Roma, Jerusalén y el espíritu germánico hasta la Reforma Gregoriana durante la Cristiandad Medieval y la Modernidad. Cada época tiene su atmósfera audiovisual, y en cada espacio el paseante encontrará lugares de descanso y reflexión.

Entre los materiales que se exhiben, destaca una maqueta de metacrilato realizada de tal forma que dependiendo del punto en el que se coloque, el espectador puede ir contemplando todo el interior de la Catedral de Pamplona. Esta pieza da la bienvenida al visitante a la exposición, de la que también llama especialmente la atención la sala dedicada a los descubrimientos arqueológicos. Un espacio con vestigios de un poblado vascón prerromano que se reproduce a su vez a través de la técnica de realidad aumentada. En esa misma sala, en la que los espectadores podrán ver a los arqueólogos trabajando, descansan los restos de un bebé que puede ser el pamplonés más antiguo del que se tiene constancia. Un niño nacido prematuramente, sietemesino, que murió y fue enterrado en el siglo II antes de Cristo.

Occidens es una exposición viva, ya que según comentó ayer el responsable de la dirección creativa del proyecto, el arquitecto Antonio Vaillo, "se irá completando permanentemente con nuevos contenidos, descubrimientos arqueológicos y foros con artistas e intelectuales que convertirán la catedral en un espacio de encuentro vital, social y cultural".

Como dice Philippe Nemo, "es la primera vez que la humanidad se encuentra en una época de mundialización en la que la población es consciente de sí misma y tiene que buscar un elemento común". La moral del amor, la democracia, la racionalidad crítica, el Estado de derecho, la economía en libertad basada en la propiedad privada, la libertad de las conciencias, los derechos humanos, la solidaridad... son, enumera Occidens, "los logros de Occidente". Y como plantea al final de su recorrido expositivo, la búsqueda de esos valores está en cada uno de nosotros. En la inevitable pregunta de ¿qué somos y qué queremos ser?