pamplona. Mercedes Jover se detiene en la Sala 3.5 del Museo de Navarra, ante el Marqués de San Adrián, que Goya retrató en 1804. "Es una obra maestra de la pintura occidental", dice sobre este óleo sobre lienzo que ingresó en el Museo en 1966.
"Destaca la composición, un retrato de cuerpo entero, realizado del natural. El marqués posó para el pintor, que se inventa un fondo de paisaje oscuro, sobre el que se recorta con magistral elegancia nuestro caballero. Goya estaba al tanto de lo que se hacía entonces en Inglaterra y en Francia y ejecuta un retrato de gran calidad y modernidad. No sólo por la pincelada suelta, la armonía cromática y el dominio de la representación de las calidades, sino por lo poco convencional de la actitud de la figura, desenfadada y elegante", comenta Mercedes Jover. Pintado en la corte, el retrato del Marqués de San Adrián estuvo en una casa de la familia en Zarautz durante la Guerra Civil, lo cual evitó que se perdiera cuando el palacio madrileño fue bombardeado. En 1950, el entonces Marqués de San Adrián, rechazando ofertas económicas superiores, lo vendió a la Diputación de Navarra, para que el retrato de su antepasado quedara vinculado para siempre a su tierra. "Esta obra culmen del arte universal nos invita a mantener un diálogo sensible, por su belleza, e interesante por todo lo que tiene que contarnos, si somos capaces de dedicarle el tiempo que su contemplación se merece. El retrato es tan realista y humano que no puedo evitar imaginar que cada vez que se apaga la luz y el Museo se queda en silencio, el Marqués se sale del lienzo, se sienta en el banco que hay y retoma la conversación con su compañero de sala, el estupendo Retrato de caballero recientemente atribuido al también gran pintor Vicente López, en el punto en el que la dejaron, preguntándose ambos qué hacer para mejorar", concluye Jover.