La Ilustración a través de sus textos
"Si el conocimiento de la verdad puede tener algunos inconvenientes en determinado momento, cuando ha pasado ese momento esa misma verdad vuelve a ser útil a todos los siglos y todas las naciones". Así se expresa Claude-Adrian Helvétius en el ensayo Del espíritu, donde pide al lector un favor: "que me escuche antes de condenarme, que siga la concatenación de mis ideas, que sea juez y no parte". Tanto ésta como las últimas entregas de la colección dedicada a los autores ilustrados de la editorial Laetoli brindan al lector la posibilidad de conocer textos que, como éste del pasado año, fueron inmediatamente censurados y todavía habrían de sufrir la marginación editorial por los siglos de los siglos. En este sentido, y teniendo en cuenta que todos ellos son desconocidos en castellano, resultan difíciles de localizar o están agotados, el de Helvétius reúne los requisitos que la editorial exige a estas obras para su publicación, al igual que los cumple el Diccionario de ateos que la editorial navarra puso en circulación recientemente y que su autor, Sylvain Maréchal, escribió en 1799 para reunir en tal diccionario no sólo a aquellos ateos que pudieran pasar a la historia sino, esencialmente, a aquellas citas y obras relevantes en torno al ateísmo.
Por su parte, Hélvetius intenta, en el citado trabajo Del espíritu, reunir en un mismo volumen las razones que le llevan a interesarse por este tema "en toda su extensión", ya que el único objetivo de "la moral común a los hombres" ha de ser, para él, "el bien público". Quizá por ello, el libro del autor del trabajo póstumo Del hombre puede ser considerado como uno de los más influyentes del siglo XVIII, aunque, lógicamente, su autor apenas pudiera disfrutar del interés que despertó entonces. Alianza, por cierto, reedita ahora ¿Qué es la Ilustración?, obra de Inmanuel Kant que vio la luz inicialmente en 1784 y puede ayudar a conocer mejor la cultura y la política de los años que nos ocupan, las que dieron origen al Diccionario de ateos, el cual supone para nosotros, tal y como reconoce Stéphanie Roza en el epílogo de esta edición, el acceso a lo que significó la llegada al universo ilustrado de una obra "desconcertante". Lo es: su autor lucharía contra las trabas del absolutismo, peste social (a la que se enfrentaron los ilustrados franceses del XVIII) sustentada por quienes siempre se opusieron a la "emancipación" del hombre durante el reinado de la "tiranía" y el "sometimiento".
¿Qué hay de su estilo? A diferencia de otras obras de esta misma editorial como Etocracia (Holback), donde destaca el contenido por encima del continente (y pese a ser libros escritos con gracia y con agilidad narrativa, como El cosmopolita, de Fougeret de Monbron), Del espíritu ofrece textos adornados con formas bellas, apoyadas en un estilo ágil y nada rebuscado que hace más llevadero el fluir puramente filosófico en el grueso de los discursos que lo componen, ensayo nada aburrido, como tampoco lo es Diccionario de ateos, guía igualmente entretenida en la que el lector cuenta con referencias habitualmente breves a las ideas de libertad que ya en aquellos siglos comienzan a aparecer en una sociedad que todavía no se ha deshecho de las cadenas. Stéphanie Roza: "Se trata (?) de un repertorio imponente de citas favorables no sólo a la tesis atea, pues también" intenta "cuestionar los dogmas en general".